El taller en tierra de los barcos de bajura
Los arrantzales suben al carro las embarcaciones para prepararlas de cara a una campaña que arranca en Euskadi a partir de mediados de febrero de 2022
Viernes, 25 de febrero 2022, 11:16
Como cualquier otro vehículo o medio de transporte, tenga un uso recreativo o profesional, los barcos pasan sus respectivas revisiones, sus reparaciones para estar en perfectas condiciones de cara a la temporada, que en el caso de Euskadi arrancó a partir del 15 de febrero, cuando se da por finalizado el parón biológico de la flota artesanal de artes menores y reemprenden la actividad los barcos de cerco.
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Son los meses de diciembre y enero, por tanto, los idóneos para acondicionar las embarcaciones antes de que la campaña del verdel dé el pistoletazo de salida a meses de navegación, pesca y mucho trabajo. Uno de esos arrantzales que no ha dejado pasar la oportunidad de reparar su barco es Norberto Emazabal, presidente de la Cofradía de Pescadores de Hondarribia y armador del barco de cerco 'Tuku-Tuku', quien relata cuáles son las intervenciones habituales que se realizan en los barcos de bajura durante estos meses invernales.
Uno de los grandes hándicaps a los que se enfrentan los arrantzales es que «en Gipuzkoa tan sólo tenemos cuatro varaderos para poder subir al carro nuestros barcos, dos están en Pasaia y otros dos en Orio». A partir de ahí queda la posibilidad de «desplazarse hacia el oeste, a Ondarroa, a Santoña o a Santander», lo que no supone un alivio demasiado grande ya que «cuanto más te mueves, más barcos hay en la misma situación».
Norberto Emazabal: «En Gipuzkoa tenemos cuatro varaderos, dos en Pasaia y dos en Orio»
Así que la solución está en casa y en la organización de todos los arrantzales para estar preparados para el inicio de la campaña.
Es importante elegir el momento adecuado para subir al carro las embarcaciones y Norberto tiene claro el suyo:
«Si es una subida normal, subes por la tarde con la marea, con la pleamar» para iniciar las labores de limpieza ese mismo día. Es «al día siguiente» cuando se le «aplica minio», un óxido de plomo que deja la superficie lista para, posteriormente, pintar los barcos. Si las condiciones son las ideales, también las meteorológicas, en apenas dos o tres días la embarcación puede estar lista para volver al agua.
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El papel de la climatología
El proceso puede resultar tan complejo como uno quiera, pero el procedimiento parece claro. Primero, «subimos al varadero» el barco. Al instante, uno se percata de que «las embarcaciones tienen habitualmente dos colores, el propio del casco (azul, como el caso del 'Tuku-Tuku', rojo, verde, negro...) y el marrón, que es la parte que estaba debajo del agua, que tiene fricción con ella». Por esta razón, la limpieza se inicia «eliminando a presión todas las impurezas que tiene y quitando todo el agua salada» que está pegada. También se puede aplicar lo que Norberto Emazabal define como «chorrear», que no es otra cosa que «quitar toda la pintura vieja con arenilla y agua».
Posteriomente «se pinta con patente», que es una pintura especial para embarcaciones y que destaca por impedir que las incrustaciones se adhieran al barco. Además, la llegada de la silicona en los últimos años también ha mejorado, sensiblemente, las labores de pintura de los barcos porque «hace que no tengas que pintarlo cada año, sino una vez cada ocho o diez años». En el caso del 'Tuku-Tuku' se llegan a dar cinco o seis manos de pintura para que el barco quede en perfecto estado.
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Norberto Emazabal: «Antaño, cuando los barcos eran de madera, se pintaban dos veces al año: una en verano y otra en invierno. Ahora, con una vez al año vale»
¿Y qué sucede si en el proceso de reparación o renovación de la pintura llueve? ¿Afecta a la ejecución del mismo? El presidente de la Cofradía de Pescadores de Hondarribia resalta que «no siempre es tan sencillo el hecho de subir el barco al carro y tenerlo listo en dos o tres días». Y lo explica: «Si chorreas te vas a diez o doce días si hace buen tiempo». Porque sí, aquí la climatología juega un papel determinante. «No tiene que llover. Cuando le quitas el agua salada al barco no es tan importante, porque luego lo tienes que secar. Pero si llueve cuando pintas, aunque cubras la embarcación, siempre hay gotas que caen en la cubierta y tienes que estar secando con un trapo. Por eso lo bueno es pintar en verano, pero nos pilla en temporada fuerte y de ahí que se haga en invierno».
Son los meses de diciembre y enero, por tanto, los idóneos para acondicionar las embarcaciones antes de que la campaña del verdel dé el pistoletazo de salida a meses de navegación, pesca y mucho trabajo
Recuerda Emazabal que «antaño, cuando los barcos eran de madera, se pintaban dos veces al año. Una en invierno y otra en verano de patente color marrón. Ahora, con una vez al año, o si es con silicona cada ocho o diez años, vale».
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