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Lunes, 14 de octubre 2024, 12:27
La concienciación de las instituciones y la población sobre la necesidad de avanzar hacia un mundo que se abastezca de energías renovables es palmaria. La proliferación de las centrales eólicas o fotovoltaicas es una evidencia y esta tendencia irá a más durante los próximos años.
El ideal sería alcanzar algún día una producción energética procedente en su 100 % de las energías renovables. Esta realidad está aún lejana y para alcanzarla es importante superar un reto que tiene pendiente el 'universo renovable': el almacenamiento de la energía.
Obviamente, energías como la eólica o la solar están sometidas a los rigores de la propia naturaleza, ya que tanto el viento como el sol son imprevisibles y, evidentemente, no programables. Si hoy en día podemos disponer de energía eólica y solar a lo largo de las 24 horas del día es gracias a los sistemas de almacenamiento. Son imprescindibles y sin ellos no se entendería el futuro de las energías renovables.
Su labor es la de almacenar la electricidad para que esté disponible en el momento en el que más se consume.
Hoy en día son los sistemas de almacenamiento mecánico, térmico y químico los que mejores resultados ofrecen para almacenar la energía generada por las renovables. El mecánico consiste en bombear agua desde un embalse inferior a otro ubicado a más altura, liberando la misma en las horas de alta demanda a través de turbinas para producir electricidad.
El almacenamiento térmico se basa en la acumulación de energía solar a través de sistemas que permiten retenerla para liberarla de forma controlada cuando sea necesario. Las centrales térmicas solares emplean las sales fundidas para conservar el calor a altas temperaturas.
La energía también nos puede permitir transformarla en enlaces químicos, lo que permite obtener combustibles renovables, como puede ser el conocido como 'hidrógeno verde'. Pero entre todas las fórmulas existentes para almacenar la energía renovable destacan las baterías de ion litio, que son las que emplean prácticamente todos los dispositivos que utilizamos en el día a día: las llevan los teléfonos móviles, los coches, los Ipads…
Son dos electrodos de polos opuestos los que le permiten transportar la electricidad. Estas baterías de litio también se pueden utilizar en enormes sistemas de almacenamiento conectados a plantas de generación eléctrica. Por esto se convierten en un buen candidato para dar solución a las variaciones existentes en la radiación solar y en la fuerza del viento, aunque hay que encontrar la forma de reducir los costes.
Lo que parece evidente e imparable es que las energías renovables sean la principal fuente de energía en el futuro. La clave ahora es encontrar esos sistemas de almacenamiento que nos permitan superar el obstáculo más importante para que así seamos capaces de acumular energía en momentos de alta producción y liberarla cuando la demanda es alta o la generación es baja. Esto no solo asegurará un suministro de energía constante y seguro, sino que también reducirá la dependencia de fuentes de energía no renovables.
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