All Along The Watchtower
2020 | El año del Covid ·
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2020 | El año del Covid ·
Cuando allá por el mes de marzo se nos vino encima el confinamiento del primer estado de alarma me despedí de los compañeros de trabajo ... con un «feliz Navidad» que por entonces podía sonar exagerado y que de hecho lo era. La típica broma que no va a ninguna parte, pero fue precisamente el carácter hiperbólico de aquella 'despedida' lo que la ha mantenido vigente hasta el día de hoy, tras un año en el que la realidad también anduvo desaforada. Luego leí que alguien decía que las dos cosas que más le gustaban eran: 1) irse de viaje y 2) quedarse en casa; y de inmediato hice mía la máxima, así que digamos que he podido disfrutar con plenitud del 50% de mis dos formas favoritas de ser feliz.
Y nada, a lo tonto y entre mascarillas y geles nos hemos plantado en este fin de año, en el que los familiares mutaron en convivientes y los amigos, en allegados. Un año que comenzamos al grito de «saldremos más fuertes» y terminamos dàndonos en los dientes con «salir», a secas y gracias. A falta de conocimientos científicos, he aplicado la lógica paleta al zigzag de las medidas sanitarias: si implican sacrificios es que son eficaces desde el punto de vista sanitario y si no conllevan ningún tipo de molestia es que obeden a otro tipo de urgencias, muy legítimas, pero ajenas a la salud.
He aprendido muchísimas cosas, casi todas inútiles, que son las que más me gustan. Por ejemplo, que si los periodistas tenemos tendencia a medir cualquier superficie en campos de fútbol, los ciudadanos contabilizan el número de víctimas diarias en términos de aviones estrellados; que una sociedad civilizada se puede asilvestrar en un visto y no visto. Y que una jornada con 300 muertos por una misma causa es una una fecha negra en el calendario, pero que si se produce a diario te anestesias por tolerancia, da igual que hablemos de estimulantes que de venenos.
En cuanto a la vacuna, aquí andamos casi todos, esperando que nos la propinen. Personalmente, en cuanto me llamen, acudiré a la cita con más sed de aguja que Frank Sinatra en 'El hombre del brazo de oro'. 2021 aguarda impaciente y sólo sabemos una cosa: no será lo mismo. Como siempre, por otra parte.
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