Shhh...

Plaza de Gipuzkoa ·

Guille Viglione

San Sebastián

Domingo, 14 de agosto 2022, 06:44

Todo viaje implica una búsqueda y esconde una huida. Hacemos maletas con el impulso íntimo de escapar de nuestros fantasmas. Viajé, durante años, buscando un tesoro del que no conocía su apariencia ni su nombre. Encontré mi refugio pero tardé tiempo en descubrir lo que había estado buscando, un lugar donde escapar del ruido del mundo.

Publicidad

El silencio es un sonido incómodo. Retumba en la cabeza y alborota los pensamientos dormidos. Quizá por ello, la vida es, cada vez, más estridente. La industria del ruido sustenta su éxito en la necesidad de tapar el silencio. Somos una sociedad cacofónica, formada por adolescentes de todas las edades, que requerimos ruido constante. Ruido, distracción, placebo que nos distraiga y nos aleje del vértigo que supone encontrarse con uno mismo.

Sin ruido la vida se siente mucho más simple. Cierro los ojos y escucho el silencio de las cosas. Una tenue brisa mece las hojas de los ficus, una ola lejana descarga su espuma en la orilla. Encadeno tres párrafos seguidos sin que nada interrumpa mi lectura. Escucho pasar las páginas como quién presencia el paso del tiempo.

En un mundo que asocia la alegría al griterío, el silencio es un lujo cada vez más caro de encontrar. Un paréntesis donde fluyen los pensamientos y nacen las ideas. Un puente que nos pone en contacto con nuestro interior. Mi mayor placer en estos días es apagar el ruido. Reencontrarme con el silencio. Comprobar que la vida sencilla tiene su propia banda sonora.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad