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José Manuel Odriozola. LUSA

«El temblor desapareció nada más salir del tratamiento HIFU»

El donostiarra José Manuel Odriozola dice hacer «vida normal» tras someterse en Pamplona a una innovadora técnica basada en ultrasonidos

Aitor Ansa

San Sebastián

Sábado, 9 de abril 2022, 07:06

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José Manuel Odriozola no era capaz de empuñar un destornillador o un taladro hace un año, lo que le impedía desarrollar su trabajo como armador de barcos. «Si me concentraba en la mano y juntaba dos dedos podía controlar los temblores, pero en cuanto me ocupaba de otra cosa volvía a empezar», relata este donostiarra, al que en 2019 le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson cuando comenzó «a sentir unos temblores en la mano derecha. Yo pensaba que era eso, un simple temblor, pero me dictaminaron párkinson en grado uno». A través del amigo de un compañero de trabajo supo del tratamiento de ultrasonidos focalizados de alta intensidad (HIFU) con el que trabaja la Clínica Universidad de Navarra. Se sometió a la actuación el 13 de mayo del pasado año y los movimientos involuntarios de su extremidad desaparecieron al instante. «Nada más salir ya no notaba nada y ahora hago vida completamente normal. Me siento como si hubiera retrocedido 10 o 15 años», asegura.

La tecnología HIFU es netamente innovadora ya que no precisa de una intervención quirúrgica convencional. En contraposición, esta técnica concentra mil fuentes de ultrasonidos de alta intensidad en un núcleo señalado por el neurocirujano. A través de esa energía proporcionada por los ultrasonidos, se produce una termocoagulación —una lesión— disminuyendo el número de neuronas alteradas. Así, se consigue mejorar no solo el temblor, sino también la rigidez y la torpeza que se manifiesta en los pacientes cuyas neuronas del cerebro encargadas de producir dopamina empiezan a degenerar y morir de manera espontánea y sin causa aparente.

Odriozola reconoce que fue «dura» la intervención, que consiste en estar entrando y saliendo de una especie de resonancia magnética, como si de un imán gigante se tratara, aunque los resultados fueron instantáneos. «De un 100 que tendría antes, ahora me habrá quedado tan solo un dos», asegura sobre la intensidad de temblores que padece actualmente, lo que le permite volver a disfrutar de pasiones como el monte, la caza o la bicicleta, aunque ha vuelto a ellos de manera progresiva.

Efectos secundarios

«Los primeros días se me descontrolaba el carro de la compra en el supermercado y no era capaz de controlarlo. O iba andando por la calle e iba golpeando con el brazo todos los retrovisores sin que fuera consciente», relata acerca de unos efectos secundarios del tratamiento que, en todo caso, fueron pasajeros, «una cosa de los primeros quince días o así». También desapareció el «chute de energía» con el que volvió a casa y que le hacía estar activo a las cinco de la mañana. «La mujer me hubiese pedido el divorcio si no...», dice de forma jocosa.

Los síntomas le han desaparecido casi en su totalidad, pero la lucha contra una enfermedad degenerativa progresiva como es la del párkinson no termina tras someterse a esta fuente de ultrasonidos. Las cuatro pastillas diarias que debe tomar, dos por la mañana, una al mediodía y otra a la noche, se lo recuerdan cada día. «La doctora me dice que no me piense que por que esté bien tengo que dejar la medicación», expone el donostiarra, poniendo de manifiesto que «es el dinero mejor invertido de mi vida, sin duda».

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