Menopausia y depresión: causas, síntomas y cómo afrontarlo con ayuda profesional
Aunque puede provocar cambios e incomodidades, la menopausia es un proceso natural cuyos efectos pueden aliviarse con apoyo profesional
Martes, 17 de junio 2025, 10:00
La cultura occidental ha insistido durante siglos en que la mujer sufre alteraciones del carácter y del estado de ánimo cuando atraviesa etapas de cambios hormonales, como el puerperio, la fase premenstrual o la menopausia. Es decir, cuando los ovarios dejan de producir óvulos y comienza la etapa del climaterio, se asocia esta transición con transformaciones en la personalidad, una mayor propensión a la depresión y una disminución del deseo sexual. En consecuencia, el entorno social proyecta la idea de que, al llegar la menopausia, la mujer será prácticamente candidata segura a sufrir un trastorno depresivo. Y lo más paradójico: esa creencia puede hacer que la propia mujer anticipe con temor su llegada y refuerce, incluso antes de experimentarla, una visión negativa de sí misma y de esta etapa vital. El resultado es un círculo vicioso en el que la expectativa alimenta el malestar. ¿Cómo romperlo? Solo hay dos caminos: cambiar el contexto social —una tarea compleja y a largo plazo— o asumir que la menopausia, con sus altibajos, es un proceso natural cuyas dificultades pueden aliviarse con ayuda profesional.
Las hormonas
No es ningún secreto: las hormonas influyen —y mucho— en el estado de ánimo de la mujer a lo largo de su vida. De hecho, se estima que alrededor del 75 % de las mujeres con ciclos menstruales regulares experimentan síntomas físicos y emocionales incómodos en los días previos a la menstruación. Durante la menopausia —aunque no siempre ocurre, ni mucho menos— pueden surgir emociones intensas que van desde la ansiedad y la irritabilidad hasta la sensación de alivio o liberación. Esta etapa, marcada por el cese de la menstruación, puede acarrear episodios de tristeza o decaimiento que se agravan si existen antecedentes como conflictos de pareja, problemas de salud persistentes o falta de apoyo emocional por parte del entorno.
Puede suceder en la perimenopausia
Algunas mujeres —aunque no todas— pueden experimentar síntomas depresivos significativos antes de la llegada de la menopausia, durante la llamada perimenopausia: el periodo de transición en el que el cuerpo comienza a prepararse para el cese definitivo de la menstruación. Esta etapa abarca, según cada caso, desde dos hasta ocho años previos a la última regla, e incluye también el primer año posterior. No existe una forma precisa de anticipar cuánto tiempo durará ni cómo se manifestará, ya que varía en cada persona. Se trata de una fase natural del envejecimiento que marca el final de la etapa reproductiva, y suele ir acompañada de cambios hormonales intensos que pueden desencadenar alteraciones emocionales. Es frecuente que durante esta etapa se experimenten episodios de tristeza, apatía o irritabilidad similares a los que podrían aparecer más adelante en la propia menopausia.
No hay que confundir la pena con la depresión
Como en cualquier etapa de cambio o transición vital, es normal sentir tristeza por lo que se percibe como una pérdida. En este caso, puede tratarse de la juventud, de la capacidad reproductiva o, en algunas mujeres, de los efectos secundarios tras tratamientos médicos que adelantan la menopausia, como ocurre en ciertos procesos oncológicos. Esa pena puede estar vinculada no solo a la pérdida de la fertilidad, sino también a una merma en la calidad de vida, al impacto emocional en las relaciones personales o a la sensación de haber entrado antes de tiempo en una etapa no deseada.
Sentir tristeza en ese contexto es completamente humano. El problema surge cuando no se distingue entre un estado emocional transitorio y un trastorno más profundo como la depresión. Ambos pueden compartir síntomas como pérdida de interés en actividades placenteras, alteraciones del sueño o del apetito. Pero la depresión, a diferencia de la pena, se prolonga en el tiempo y suele acompañarse de una sensación de bloqueo vital, como si la persona no pudiera avanzar ni encontrar salida. A ello se suman, con frecuencia, la ansiedad, la apatía, la falta de energía, la sensación de inutilidad e incluso la desesperanza ante el futuro.
Durante la menopausia, es común experimentar cambios bruscos de ánimo: sentirse bien en un momento y, poco después, caer en el abatimiento. También es frecuente reaccionar con irritabilidad ante pequeñas cosas. Si a este cóctel emocional se añaden síntomas físicos como los sofocos o las alteraciones del sueño, la situación puede volverse difícil de gestionar. Pero no es irreversible: con la ayuda adecuada, es posible transitar esta etapa con mayor equilibrio y bienestar.
¿Cuál es el tratamiento?
El abordaje de una depresión vinculada a la menopausia dependerá de la intensidad de los síntomas y de si existen factores de riesgo añadidos, como pensamientos persistentes de autolesión o desesperanza profunda. En función del caso, el tratamiento puede incluir terapia hormonal sustitutiva, medicación antidepresiva y diferentes tipos de psicoterapia, como la terapia cognitivo-conductual o la psicoterapia dinámica. Estas intervenciones ayudan a identificar y modificar pensamientos negativos, así como a explorar posibles conflictos emocionales que puedan estar influyendo en el estado de ánimo.
Además, un enfoque terapéutico eficaz también implica trabajar en los hábitos de vida que favorecen el bienestar emocional y físico: desde el descanso y la alimentación hasta la actividad física regular o el fortalecimiento de la red de apoyo.
Sea cual sea la situación particular, es clave seguir las indicaciones del equipo profesional sin interrupciones, incluso cuando se empiece a notar mejoría. Además, conviene mantener unas expectativas realistas, pedir ayuda cuando sea necesario y estar atentas a cualquier señal que pueda indicar un empeoramiento.
En definitiva, ninguna mujer desea atravesar esta etapa asociada a una depresión. Pero la menopausia es un proceso fisiológico natural que, aunque pueda ser difícil, también pasa… y queda atrás.
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