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Policlínica Gipuzkoa y su Unidad de Enfermedades Digestivas han dado un paso adelante a la hora de realizar intervenciones de cirugía general. Por primera ... vez en el territorio, una mujer de 64 años ha sido operada de una afección en el aparato digestivo con el robot quirúrgico Da Vinci, considerado como el más preciso del mundo y el mejor ayudante del cirujano, y utilizado hasta la fecha únicamente por el servicio de Urología, especialmente en el tratamiento de personas con cáncer de próstata. Se trata de un avance en el ámbito quirúrgico que utiliza una técnica mucho menos invasiva que la habitual laparoscopia, con visos de extenderse a más tipos de intervenciones en un futuro no muy lejano.
El 'hito' tuvo lugar el pasado 14 de marzo, cuando el doctor José Luis Elósegui, cirujano de la unidad, operó a una mujer con prolapso de recto, una patología «más frecuente de lo que pensamos», que causa, en su grado más avanzado, que órganos como la vejiga, el útero o el propio recto caigan por una serie de orificios pequeños situados en el suelo pélvico y que puede llegar a que estos asomen fuera del propio cuerpo, ya sea por la vagina o por el ano. «La paciente notaba una sensación de pesadez y de bultoma en sus partes íntimas, a nivel de la vagina y del periné, que le incomodaba a lo largo del día», explica.
La cirugía llevada a cabo por el equipo médico del doctor Elósegui consistía principalmente en «restablecer la anatomía» de la zona, para lo cual, por primera vez en Gipuzkoa en este tipo de intervenciones, se hizo uso del Da Vinci, un robot al que no le tiembla el pulso y cuyos brazos tienen una maniobrabilidad superior a la mano humana, por lo que las secciones son absolutamente limpias y precisas. Añadiendo a eso el hecho de que permite ver en tres dimensiones la zona a tratar. Todo ello supervisado por el propio cirujano, que maneja y controla desde una consola central al robot.
Diferencias. El Da Vinci utiliza técnicas menos invasivas respecto a la laparoscopia a la hora de realizar suturas.
«Esto clásicamente se realizaba por vía perineal; es decir, los ginecólogos y urólogos han trabajado toda la vida por la vagina. Pero hoy en día hemos añadido ya el robot que nos permite, a través del abdomen, reincorporar el suelo pélvico con sus vísceras a su anatomía normal con una técnica mínimamente invasiva», expone el cirujano. Así las cosas, añade que el Da Vinci «saca mucha ventaja a la laparoscopia» a la hora de realizar suturas, cuando hay que recolocar «estas vísceras a su lugar de origen. Eso significa poner una serie de pequeñas redes o mallas que hay que ir anclando a diferentes niveles, ligamentos, pared anterior del recto...».
El caso con el que se encontró el equipo de cirugía general de Policlínica Gipuzkoa y que, en palabras del especialista, afecta a casi la mitad de las mujeres mayores de 45 años, no era, sin embargo, uno de los más graves que esta patología, dividida en cuatro grados, puede causar en las personas. «En el uno normalmente no se opera, mientras que en el dos dependería de la sintomatología del paciente. Hay que operar cuando un prolapso ya es visible; es decir, un grado tres o cuatro», afirma sobre esta dolencia que puede causar incontinencia urinaria o anal, entre otras cosas. «Es una sintomatología que en la pelvis se va mezclando porque, a parte de las hernias, tenemos la función urinaria, la digestiva... La estática y dinámica del suelo pélvico cuando se altera un compartimento, generalmente el vecino se ve afectado», puntualiza.
La causa principal, como punto de partida de este tipo de patologías, suele estar en el parto. «Es el acto más traumático para la pelvis», sostiene. Pero no es el único. «Los siguientes factores añadidos suelen ser, por una parte, la menopausia. Hay un déficit de hormonas y eso produce una serie de alteraciones, por ejemplo a nivel del colágeno, que hacen que el suelo pélvico sufra una caída más o una laxitud mayor. A eso le añadimos el estreñimiento, que es un esfuerzo diario que lleva a que el suelo pélvico vaya cediendo», añade.
En total, la intervención duró aproximadamente dos horas y media. La paciente, una mujer de 64 años, ingresó en la Policlínica Gipuzkoa la misma jornada de la operación y abandonó el hospital dos días después «por exceso de vigilancia nuestra, pero al día siguiente podría haber sido dada de alta», tal y como reconoce el propio equipo quirúrgico, cuya única indicación ha sido guardar reposo «para que la cirugía cicatrice sobre ligamentos y sobre tejidos blandos».
La mujer ya puede volver a disfrutar de sus paseos en bicicleta sin volver a sufrir ningún tipo de molestia o dolor. «El proceso de la operación ha sido una maravilla», apuntaba la propia paciente a los pocos días de salir del quirófano, quien no ocultó su asombro cuando supo que el que le iba a operar era un robot y no el cirujano. Sea como fuere, asegura estar «encantada de la vida, es que estoy súper bien. Muy muy a gusto. Estoy haciendo mi vida normal, hago mis cortos paseos, pero también mis descansos», explica.
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