«Es hora de demostrar lo que podemos aportar»

Reconoce estar con «ganas de empezar, de ponerme a currar y de tener ya una responsabilidad, que para eso nos hemos estado machacando todos estos últimos años», aunque tampoco esconde que desde que salieron las calificaciones a comienzos de febrero han sido muchas las vueltas que le ha dado a la cabeza para decantarse por una u otra especialidad. Eso sí, una cosa la tenía bien definida. «De especialidades dudaba entre muchas porque todas me gustaban, pero tenía claro desde un principio que quería quedarme en Donostia», confirma.

La calificación obtenida en el examen de Médico Interno Residente lo colocaba en una posición privilegiada para decantarse por cualquier especialidad y centro. Contestó correctamente 182 de las 200 preguntas de la prueba, lo que le convertía en el estudiante vasco con mejor calificación y el sexto a nivel estatal.Una situación ventajosa que le permitía incluso descartar las opciones menos apetecibles. «En quirófano no me veía y como pediatra tampoco. Los niños no se me dan muy bien», confiesa.

Tras darle vueltas y vueltas, la terna de opciones se fue estrechando. «Al final me estaba debatiendo entre Medicina Interna y Cardiología», admite. Finalmente, el lunes, durante el proceso de asignación de plaza de los 900 mejores expedientes, Muñoz se decantó por la segunda opción y realizar su residencia en casa, en el Hospital Donostia. «A lo largo de la carrera siempre me ha llamado la atención. Aún siendo una especialidad, tiene un campo de acción bastante amplio entre diagnóstico con los electros, ecografía... También puedes ser muy resolutivo en el tema de los infartos», enumera el joven.

Esa primera jornada de elección transcurrió sin grandes sorpresas en Euskadi. Precisamente la de Cardiología fue una de las especialidades favoritas de los MIR vascos, junto a Plástica y Dermatología. Sin ir más lejos, Osakidetza agotó todas las plazas que ofertaba ese día en esas tres ramas. «Esas suelen volar», asegura el guipuzcoano. A nivel nacional, lo más destacable fue que de los 300 primeros futuros residentes, casi 90 se decantaron por formarse para ser facultativo de las afecciones de la piel. «Es una especialidad que en los últimos años está de moda», reconoce el donostiarra. Y lo achaca a dos principales razones. «Te permite tener una buena calidad de vida porque no tienes que hacer guardias y, además, tiene más facilidades para buscar después otras salidas laborables, como puede ser en la sanidad privada», relata asegurando que la dermatología «es mucho más extensa y bonita que lo que la gente se piensa, no es solo estar viendo granos».

Lo de Aitor Muñoz con el mundo de la medicina no viene de lejos. «Yo no tenía eso que se dice mucho ahora de vocación por ser médico», admite sin tapujos. Ni sus padres ni abuelos se dedicaban a ello, aunque no será el único de la familia que se va a dedicar a la sanidad porque su hermano mellizo, Imanol, ya es enfermero. Sea como fuere, se decantó por la carrera de Medicina y «me encantó. Hasta ahora he disfrutado mucho y espero seguir haciéndolo ahora que empiezo el MIR».

El Hospital Donostia no será un lugar extraño para el futuro médico residente cuando a partir del próximo día 7 de mayo comience su formación como cardiólogo. Por allí ya pasó durante el último año de carrera, en el que los estudiantes rotan por distintos servicios, tanto hospitalarios como ambulatorios. «Yo prefiero el hospital, pero no me parece que sea una mala vida trabajar en el ambulatorio, aunque se nota un poco de sobrecarga», reconoce.

Esa pequeña toma de contacto le permite hacer una pequeña radiografía de la situación que está atravesando actualmente la sanidad pública vasca. «Todavía no me he zambullido del todo y aún lo veo desde la orilla, pero como la población en general, noto que hay cierto descontento con los tiempos de espera, no tanto por el lado de la atención. En Primaria, pero también en los demás ámbitos», explica rompiendo una lanza a favor de los médicos de cabecera, una de las especialidades con más carencias en Euskadi. «Es una especialidad muy bonita y que te permite desarrollarte profesional y personalmente bastante bien», dice.

También destaca la realidad que se vive en los Puntos de Atención Continuada (PAC), donde «los pacientes se quejan, y con razón, de que haya centros que no estén atendidos por médicos y que desde enfermería estén haciendo el trabajo, no solo el que les corresponde, sino también el del facultativo».