Raramuris, el pueblo
de los pies ligeros
También llamados tarahumaras, estos indios mexicanos son los corredores más resistentes del planeta
Los raramuris, el pueblo 'de los pies ligeros' o lo que es igual: los corredores más resistentes del mundo. También conocidos como tarahumaras, los raramuris ... son una comunidad indígena del norte de México, en la parte de la Sierra Madre Occidental. Viven a más de 2.000 metros de altura, entre riscos y profundas gargantas, a donde huyeron para escapar de la colonización española.
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Desde niños, los tarahumaras están acostumbrados a desplazarse corriendo por increíbles pendientes, entre montañas, desfiladeros y cañones, algunos todavía más profundos que el famoso cañón del Colorado, por estrechos y empinados senderos de piedras y barro. Cualquier tarea que quieran desempeñar requiere de una carrera campo a través por senderos difíciles. Prácticamente todas sus actividades sociales implican correr.
Los tarahumaras son delgados, no muy altos, de piel morena, con brazos y piernas largas y cuerpo atlético. Esta es la descripción de dos indígenas tarahumaras que representaron a México en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928. Al terminar un maratón de 42 kilómetros exclamaron que era «¡una carrera muy corta!». No eran deportistas entrenados, sino dos indios de un pueblo nativo de Chihuahua: raramuris, o en castellano 'corredores de pie'.
Los indios tarahumaras viven de la caza, la agricultura y la artesanía. Su estilo de vida es sencillo y austero, las riquezas materiales no son de su interés, se concentran en la naturaleza y la felicidad compartida en familia y con los amigos. Se caracterizan por el gran respeto que tienen hacia el ser humano y la naturaleza. El respeto y la alegría son los pilares de su forma de vida.
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Expertos en ultramaratón
Los dos nativos que en 1928 participaron en los Juegos de Ámsterdams no eran deportistas que hubieran entrenado ni preparado especialmente la carrera, pero quedaron en los puestos 32 y 35. Los tarahumaras no son corredores rápidos, sino resistentes y necesitan carreras muy largas y duras. Lo suyo son los ultramaratones de más de 100 kilómetros. Y cuanto más duros sean mejor; en esas competiciones suelen obtener muy buenos resultados.
En mayo de 2017, María Lorena Ramírez, una joven tarahumara, sorprendió al mundo tras ganar un ultramaratón en México, descalza y corriendo con su ropa tradicional. Netflix, la plataforma de contenidos de entretenimiento, le ha dedicado un fabuloso documental.
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Ningún corredor tarahumara realiza una preparación especial para una carrera ni hace estiramientos o cosas por el estilo. Simplemente dejan la parcela en la que cultivan, se apartan por unos días del rebaño que cuidan, y se plantan en la línea de salida. Lo demás es sencillo para ellos: correr. No lo hacen con ropa técnica ni con zapatillas especiales lo hacen descalzos o con unas sandalias llamadas 'huaraches'; una especie de mocasines que fabrican con neumático y cordones de cuero.
«Yo nunca pienso en correr para ganar, solo me gusta participar y llegar lo más rápido que pueda, pero no pienso en ganar», cuenta Miguel Lara, un corredor tarahumara que ha ganado en dos ocasiones el ultramaratón de Los Cañones. También lo considera algo sencillo porque confiesa que es algo que le hace feliz. «Ni siquiera llego cansado, después de correr llego normal, como algo y a veces hasta me pongo a jugar después de la carrera».
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El narcotráfico
Los tarahumaras descienden directamente de las primeras tribus mongólicas que colonizaron el continente americano atravesando el estrecho de Bering, y fueron los primeros pobladores de la Sierra Madre Occidental. El sur de los territorios pertenece a lo que se denomina el Triángulo Dorado, una zona montañosa en la que se concentran los mayores cultivos de marihuana y amapola (necesaria para la fabricación de heroína del país).
Hasta hace poco, las comunidades habían podido mantenerse al margen del narcotráfico y de las luchas entre cárteles de la droga por el control de la zona. Sin embargo, en unos años todo empezó a cambiar. Los narcos del cártel de Sinaloa, la organización criminal mas poderosa de México, imponen su ley y están ocupando las tierras de los tarahumaras para ampliar los cultivos de droga con la ayuda de policías corruptos que atacan los cultivos de los indígenas y protegen a los bandidos. Obligan a las familias a cambiar sus cultivos tradicionales y a trabajar para ellos sembrando opio o marihuana y si se niegan les despojan de sus tierras y los matan
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Algunas familias dejan sus ranchos por miedo y vuelven a vivir como hace años, mudándose a cuevas cuando están en peligro. Otras directamente dejan la zona a y emigran a la ciudad donde sobreviven malamente de limosnas o trabajos basura. Para el indígena la tierra es la vida y muchas veces la defienden con la suya propia. Abandonarla en muchos casos equivale a estar muerto. Muchos niños han comenzado a ser reclutados a los 11 o 12 años para el cultivo de la amapola y la marihuana, o para convertirse en sicarios, muchas veces a la fuerza, otras, no hace falta.
Por si esto fuera poco, los sicarios del cártel de Sinaloa, conocedores de las condiciones extraordinarias de los raramuris para correr durante horas y días sin descanso, los reclutan muchas veces a la fuerza para transportar marihuana en mochilas a través del desierto, cruzar la frontera y entregar la droga en Estados Unidos. Caminan de noche y descansan de día. Si huyen los matan; si pierden la mercancía los matan; y si los coge la policía son recluidos en prisiones donde las penas por tráfico de droga son muy largas.
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