«En la playa las heridas me pican, es mi día a día»
Orio. Imanol González es socorrista y padece dermatitis severa, pero ni se plantea alejarse del mar, su gran pasión
PABLO SÁENZ SAN JUAN
Miércoles, 9 de septiembre 2020, 20:04
Imanol González no renuncia al mar a pesar de los daños que le causa. «Cuando entro y salgo del agua siempre me doy crema, no ... puedo secarme y listo. Se me pone piel de cocodrilo, extremadamente seca». Este joven oriotarra de 22 años es socorrista en la playa de Orio y padece dermatitis severa. Además, hace surf y, cuando no hay oleaje, le gusta nadar. En verano pasa todo el tiempo que puede en la playa, tanto como le permita su enfermedad. Las exposiciones al sol y al agua no le ayudan a su piel, al contrario, le causan heridas.
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«Tengo días mejores y peores», apunta. La dermatitis severa le causa grandes lesiones en la piel pero no solo: «al verlas en el espejo, mentalmente también te afecta, incluso a la calidad del sueño», confiesa. Mantener la piel hidratada es imprescindible para aliviar los picores o evitar grandes heridas. «En la playa las heridas me pican, como a una persona normal. Imagínate tenerlas en todo el cuerpo. Es mi día a día. Mi madre siempre me cuenta que me salieron unos manchones rojos cuando era un bebé. Yo lloraba y lloraba. Me llevaron al médico y, en efecto, dermatitis atópica».
González no se ha planteado dejar de ser socorrista o alejarse del mar. Es su pasión. «Con 12 años empecé a practicar surf y me hice socio en el Orioko Surf Taldea». A los 18 años se sacó el título de socorrista. «Es un trabajo que me gusta, ya que interactúas y ayudas a la gente, en un sitio que me satisface y con amigos. Es algo que siempre me ha llenado»,. Ya lleva cuatro años vigilando a los bañistas en Orio.
«Truquillos» del día a día
Compaginar su pasión con su enfermedad le obliga a tomar una serie de precauciones. Además de embadurnarse con crema solar, González acostumbra a «llevar una txapela grande» para protegerse del sol. «Se me conoce fácil en la playa», bromea. Por otra parte, el uniforme de socorrista no está hecho de algodón –el tejido que menos daña su piel–, por lo que echa mano en su armario: «Me suelo poner camisetas de algodón debajo de la del uniforme. Truquillos que he ido cogiendo».
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En el mar encuentra su cauce: «Lo que más me gusta es la facilidad con la que te puede llegar a calmar tras un mal día y la sensación de relajación». González también admira «lo diferente que puede llegar a ser» el mar de un día para otro. «Un día puede haber condiciones extremas de lluvia, viento, y oleaje, un espectáculo para verlo desde fuera, o puedes encontrar condiciones perfectas para surfear y salir con una sonrisa de oreja a oreja». Es en esos momentos en los que el socorrista siente que su pasión por el mar está por encima de todo, incluso de su enfermedad con la que lleva conviviendo toda la vida.
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