«En el mundo de la ciencia hay muchísimas mujeres invisibles»
«Algunas investigadoras terminan trabajando a tiempo parcial, otras se toman un descanso y nunca vuelven. Es como si se disolvieran», dice
Curt Rice, director del comité noruego para el equilibrio de género y la diversidad en la investigación, ha participado esta semana en el congreso internacional ' ... Igualdad, ciencia y tecnología, por un cambio de paradigma', que se ha celebrado en Donostia auspiciado por Emakunde. «Las mujeres normalmente pueden hacer un trabajo excelente, pero ese trabajo no es visible para sus jefes», asegura.
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– Cada vez hay más mujeres que estudian carreras científicas. ¿Esto significa que dentro de unos años habrá más mujeres en puestos de liderazgo?
– Vamos a esperar que sí, pero esto no va a ocurrir de forma automática. Por ejemplo, durante los últimos veinte años el número de mujeres ha subido en el campo de la medicina. Muchos médicos son mujeres en el primer nivel, pero no suben más arriba en el sistema.
– ¿Por qué?
– En la industria y en la tecnología los entornos laborales son muy competitivos. Los hombres y mujeres que se dedican a eso tienen que trabajar muchísimas horas al día y existe una conexión entre el equilibrio de género en el entorno laboral y en el hogar. Existe una falta de equilibrio entre la cantidad de trabajo que tienen que hacer los hombres y las mujeres en casa, y esto tiene un efecto sobre la cantidad de tiempo que tienen disponible para dedicarlo a sus carreras.
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– ¿Cuando una mujer no llega a la cima significa que no ha hecho bien su trabajo?
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– Quizás puede significar que no ha hecho lo que se espera de ella y eso tiene que ver con el número de horas que está dispuesta a dedicar, si es competitiva o no o si capta la atención de los demás. Normalmente, los hombres son mucho mejores a la hora de atraer la atención, son más protagonistas y esto sería parte de la razón. Las mujeres normalmente pueden hacer un trabajo excelente, pero ese trabajo no es visible para sus jefes. Esto ocurre muchas veces y por eso no consiguen las promociones que merecen.
– ¿Hay muchas mujeres invisibles en el mundo de la ciencia?
– Hay muchísimas, por supuesto. Si estás trabajando como investigador o investigadora en una universidad, uno de los criterios a la hora de evaluarte es el número de artículos científicos que eres capaz de publicar. Pero la investigación se lleva a cabo en grupos y en ellos existe una competencia feroz acerca de quién va a ser el primer firmante de los artículos.
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– Ya me imagino el resultado.
– Hay una tradición que dice que la personas que hacen el trabajo más importante firman en primer lugar, pero en un laboratorio de investigación siempre hay muchas discusiones acerca de quién va a ser el primero, y muchas veces las mujeres terminan diciendo que les da igual, que no importa que firme otro. Así se convierten en invisibles.
«Los hombres también pagan un precio, pero no hablan de ello porque se piensa que van a priorizar sus carreras»
– Hay quien sostiene que si una mujer se rinde y no llega a la cima, eso significa que en realidad no desea llegar a lo más alto.
– Quizás puede significar que ella no quiere llegar a la cima dados los sacrificios que va a tener que hacer dentro de la cultura en la que vive, pero sí le gustaría llegar a la cima y lo haría si la cultura laboral fuera diferente. Esto sí que es un problema porque mantenemos una cultura laboral menos atractiva para las mujeres que para los hombres.
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– ¿Para las mujeres el triunfo laboral significa sacrificio y para los hombres éxito?
– La respuesta corta sería sí.
– ¿Y la larga?
– A los hombres se les recompensa por el éxito que consiguen en el trabajo. Sus padres se sienten muy orgullosos de ellos, ganan más dinero y su mujer seguramente también se sentiría muy orgullosa. Ellos consiguen muchas recompensas.
– ¿Y las mujeres?
– Hay costes. Quizás una mujer tiene que elegir entre su vida laboral y su vida personal. Por ejemplo, en vez de tener tres hijos tiene dos, y eso sería un sacrificio, y quizás sus padres no se sientan tan orgullosos y piensen que ojalá tuvieran más nietos. Hay muchas partes de la estructura de una sociedad que quizás podría castigar a una mujer que elija priorizar su carrera.
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– ¿Los hombres no reciben ningún castigo?
– Un hombre puede pasar menos tiempo con sus hijos y quizás uno que no quiera hacer eso ni siquiera se atreve a decirlo porque no es lo que se espera de él. Los hombres también pagan un precio, pero muchas veces no hablan de ello porque se tiene la expectativa de que van a priorizar sus carreras. Esto es algo que está muy arraigado.
– ¿Una tercera explicación de por qué las mujeres no alcanzan la cima obedece a razones estructurales?
– La vida familiar es una estructura social que funciona de una manera diferente en los hombres y en las mujeres, pero tenemos otras estructuras, como las que existen en el lugar de trabajo, que también marcan la diferencia. Por ejemplo, un hombre que habla mucho en las reuniones recibe una recompensa por ello, pero a una mujer que hace lo mismo muchas veces se le ve como a una mandona, como a una persona demasiado agresiva. Las palabra 'agresiva' se ve como un piropo cuando se aplica a un hombre pero se interpreta como un insulto en el caso de una mujer. Esto es un problema estructural que tiene un impacto en el lugar de trabajo.
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– ¿Es cierto que a la hora de contratar a alguien tanto las mujeres como los hombres prefieren contratar a hombres?
– La respuesta corta es otra vez sí.
«Un hombre que habla mucho en las reuniones recibe una recompensa, pero si es una mujer se la ve como una mandona»
– ¿Y la larga?
– Si una persona recibe dos solicitudes idénticas de trabajo por escrito, pero una está firmada por un hombre y la otra por una mujer, es más probable que tanto los hombres como las mujeres terminen eligiendo al varón. Este es un problema muy difícil de solucionar.
– ¿Esto significa que se han contratado a muchas personas equivocadas por no elegir a mujeres?
– Esto ocurre sobre todo con las promociones internas porque los hombres son más propensos a autopromocionarse. Dentro de una empresa, en el nivel más bajo tenemos a algunos hombres y a algunas mujeres, pero según vayamos subiendo de nivel, siempre hay más hombres y menos mujeres. Esto solo puede estar bien si los hombres de verdad son mejores en sus trabajos, pero eso me parece poco probable. En todos los diferentes sectores de la industria siempre pasa lo mismo y la pregunta es si siempre los hombres van a hacer mejor el trabajo que las mujeres. Eso es muy poco probable, pero si miramos las promociones internas tendríamos que llegar a esa conclusión.
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– ¿Qué pierde la ciencia al tener pocas mujeres en puestos de toma de decisiones?
– Pierde el lugar de trabajo que se construye cuando tenemos a hombres y a mujeres en posiciones de liderazgo.
– ¿Cómo son estos lugares?
– Suelen ser más inclusivos, menos competitivos y más exitosos, pero también hay aspectos que tienen que ver con la ciencia. A veces, tener hombres y mujeres en puestos de liderazgo da lugar a diferentes preguntas de investigación, es decir, el grupo investiga cuestiones distintas.
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«Si miramos las promociones internas tendríamos que concluir que ellos trabajan mejor que ellas, y no es cierto»
– ¿Dónde van las mujeres que se quedan en el camino?
– En toda Europa hay muchas más mujeres que trabajan a tiempo parcial que hombres. Algunas de ellas simplemente terminan trabajando a tiempo parcial, otras hacen un parón en su carrera, deciden tomar un descanso y tener hijos, y luego nunca vuelven.
– ¿Es como si acabaran disolviéndose?
– Pues sí. Participan menos en la vida laboral y eso es una pérdida de valor.
– ¿No es un despilfarro económico preparar a miles de mujeres a las que no se les va a permitir desarrollar plenamente sus carreras?
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– Yo nunca diría que puede existir algo así como demasiada educación. La educación siempre es positiva, es lo que permite crecer a una sociedad. Quizás deberíamos plantearnos la pregunta de cómo podemos aprovechar mejor estos recursos que existen en la sociedad. Si tenemos cien hombres educados y 95 de ellos están en el mercado laboral, y tenemos cien mujeres educadas y solo veinte trabajan, esto va a ralentizar el desarrollo de la sociedad y quizás deberíamos preguntarnos qué ocurre con esas 80 mujeres. Como sociedad deberíamos ver cada situación en la que una persona se retira del mundo laboral como una pérdida sea cual sea su género.
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