En la media de lo que se cobra en Europa, pero el más alto de España

Más allá de la particularidad vasca que supone que vaya a haber legalmente tres impuestos (uno por cada territorio), el modelo elegido sigue también la tendencia mayoritaria. Esto es, una tarifa progresiva en función del alojamiento, ya que se entiende que según donde se aloje el turista, así es su poder adquisitivo.

Hay otros sistemas, como el de Ámsterdam, Berlín o Budapest, que apuestan por cargar a los huéspedes, además del IVA, un porcentaje adicional al precio del alojamiento en concepto de tasa turística. En los casos mencionados, la ciudad holandesa cobra un 12,5%, la alemana un 7,5%, y la húngara, un 4%.

Una tercera vía es establecer una tarifa fija para todo turista, independientemente de dónde se aloje. Es el caso de las dos grandes ciudades portuguesas, Lisboa y Oporto, que cargan a los visitantes que duermen dentro de sus límites 4 y 3 euros, respectivamente.

Estar en la media europea en precios suele querer decir estar en los puestos de cabeza si la comparativa se realiza dentro de España. Y en el caso del impuesto turístico, así va a ser.

La horquilla 1-6 supera con holgura la que existe en Cataluña (de 0,60 a 3) y Baleares (de 0,25 a 4), las dos comunidades autónomas que cobran este gravamen. Habrá que ver a cuánto ascenderá el recargo vasco que, si así lo deciden los municipios a los que les esté permitido, como Donostia, puede hacer que el impuesto turístico acabe siendo más elevado en Euskadi que en Barcelona, por ejemplo.

En la Ciudad Condal, cada noche de alojamiento se grava en concepto de impuesto turístico con entre 5 y 7,50 euros, debido a que es la capital catalana la tarifa base en algo más elevada que en el resto de Cataluña y, además, puede aplicar un recargo de 4 euros por huésped y noche.