'Lunes verdes' para reducir el consumo de carne y pescado

Francia se ha sumado, de manera bastante tardía en relación con otros países, a un movimiento que propone dejar de comer carne, y en el caso galo también pescado, un día a la semana. Los 'sábados rojos' ya le han dado la réplica 'carnívora'

Domingo, 20 de enero 2019

Puede ser un compromiso a tiempo parcial que afecta a nuestros hábitos alimentarios durante 24 horas, o un primer paso hacia el vegetarianismo o el veganismo. De lo que se trata es, en cualquier caso, de reducir en parte o totalmente la ingesta de proteínas de origen animal. Por el bien de los animales, y de la salud del planeta y de los humanos, dicen los partidarios de renunciar a esos alimentos un día a la semana.

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Francia se ha sumado a la iniciativa, con bastante retraso con respecto a otros países. Los franceses fueron invitados a participar en el primer 'Lundi vert' el pasado 7 de enero, y la invitación se reiterará cada lunes a lo largo de 2019. En el caso galo, el 'lunes verde' -que se ha presentado en sociedad con un importante despliegue de medios, carteles en el metro de París incluidos-, la propuesta no se limita al consumo de carne, sino que se extiende también al pescado.

Y en un país en el que, como se está viendo claramente estos últimos meses, el mundo rural tiene una gran importancia económica, social, política e incluso simbólica, no faltan detractores de una iniciativa que tiene el apoyo de más de 500 personalidades entre ellas muchas caras conocidas como las actrices Isabelle Adjani o Juliette Binoche. 'Lundi vert' cuenta también con el respaldo científico de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) y del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA). De hecho, los principales promotores son los investigadores Laurent Bègue, profesor de psicología social y director de la Maison des Sciences de l'Homme de Grenoble, una iniciativa compartida por la universidad de esa ciudad y el CNRS, y Nicolas Treich, director de investigación en el INRA. Inscribirse en la campaña supone, de hecho, participar en un estudio científico que desarrollarán investigadores de ambos centros y de varias universidades francesas.

Los detractores no han tardado en sumarse al debate, y se están articulando en torno a la iniciativa 'Samedi Rouge' (sábado rojo).

Argumentos a favor

Dándose de alta en la web, o por libre, los participantes en el proyecto se han comprometido a desterrar de sus platos todos los lunes la carne y el pescado, y a sustituir esas proteínas de origen animal por otras cuya producción sea, en principio, menos dañina para el medio ambiente y no provoque sufrimiento animal. Los inscritos recibirán la información necesaria para evitar que la experiencia dé lugar a carencias nutricionales. Del mismo modo, a fin de facilitar la transición de una alimentación basada en la carne y el pescado a otra en la que las proteínas no procedan de seres vivos sacrificados al efecto, se les facilitarán recetas para que los lunes puedan comer rico, sano y variado.

Los datos que aportan los promotores del lunes verde inducen, como mínimo, a la reflexión. Citando a la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, recuerdan que producir una caloría de carne necesita entre 4 y 11 calorías vegetales, y que, por lo tanto, «alimentarnos de vegetales en lugar de utilizar esos vegetales para alimentar a los animales que posteriormente nos comeremos» permitiría obtener muchas más proteínas por hectárea cultivada. Eso permitiría «responder de manera más racional a los desafíos del planeta en un contexto de incremento de la población».

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Proponen «alimentarnos de vegetales en lugar de utilizar esos vegetales para alimentar a los animales que posteriormente nos comeremos»

Los partidarios de reducir significativa o totalmente el consumo de carne recuerdan también que la ganadería utiliza una enorme cantidad de agua potable, y es la causante del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, hasta el punto de que si el consumo de carne se sigue incrementando será complicado cumplir con las previsiones de control de la temperatura del planeta.

Además, la extensión de la ganadería para responder a una demanda creciente de carne está provocando una deforestación masiva (aseguran que el 85% de las superficies deforestadas de América del Sur han perdido el arbolado para convertirse en pasto). Recuerdan también los reiterados llamamientos de las instituciones de salud pública, con la OMS a la cabeza, recomendando incrementar la ingesta de alimentos de origen vegetal y reducir el de carnes rojas y alimentos procesados.

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Ya estaba inventado

Aunque los argumentos para hacerlo hayan ido variando, la idea de dejar de comer carne un día a la semana no resulta particularmente novedosa. Lo saben bien los católicos que siguen al pie de la letra el Derecho Canónico, cuyo canon 1251 reza que «todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo». Los viernes de Vigilia, y no solo en Cuaresma, han estado muy arraigados hasta hace unas pocas décadas. Del mismo modo, durante la Primera Guerra Mundial, en Estados Unidos, propusieron a los ciudadanos dejar de comer carne los martes y destinar el ahorro a ayudar a los europeos que padecían la contienda en primera personas.

'Corta brócoli, no bosques', sugiere un cartel del 'Meatless monday'. En la parte inferior, un típico potaje de Cuaresma y una invitación a comer menos carne a los estadounidenses, durante la I Guerra Mundial.

Pero los tiempos cambian, y con ellos las inquietudes sociales y las motivaciones individuales. La versión moderna del día sin carne nació en 2003 con el 'Meatless monday', cuya puesta en marcha se atribuye a Sid Lerner, una leyenda estadounidense de la publicidad que puso su talento para el marketing al servicio de la salud pública y de una idea que se le ocurrió tras leer que sus compatriotas consumían un 15% más carne que la necesaria. Detrás de la iniciativa sobre todo motivaciones relacionadas con la explotación sostenible de la naturaleza, el compromiso con el bienestar animal y la apuesta por un modelo de vida más saludable. Lerner lanzó el 'Meatless monday' en colaboración con la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health. Esta institución, tal como lo hizo la Organización Mundial de la Salud, relaciona el consumo habitual de carnes rojas con el incremento de la posibilidad de padecer diversas patologías.

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El lunes sin carne, que cuenta con millones de seguidores individuales y se ha implantado también en escuelas, restaurantes y otro tipo de comedores colectivos -acaba de hacerlo en varios hospitales del servicio público de salud de la ciudad de Nueva York-, saltó en Atlántico en 2009 y aterrizó en Europa a través, sobre todo del Reino Unido, donde cuenta con un embajador de primera magnitud: Sir Paul McCartney. El ex-Beatle, cuya primera mujer, la fotógrafa estadounidense Linda Eastman (1941-1998) fue una destacada activista en favor de los derechos de los animales, creó 'Meat Free Mondays' junto con las hijas de ambos, Mary y Stella. Su web, por cierto es una mina de recetas.

En España, según la relación de sitios asociados que aporta 'Meatless monday', la organización 'Lunes sin carne' se constituyó en 2011, pero el perfil de Facebook al que dirige no parece tener mucha actividad.

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La polémica está servida

Los promotores de la campaña que acaba de ponerse en marcha en Francia, donde el consumo medio de carne roja dobla los 500 gramos semanales en los que pone el límite máximo la OMS, confían en sumar al reto a decenas de miles de personas. Laurent Bègue ha asegurado a la agencia AFP que la campaña «tiene como ambición sensibilizar nuestro país con respecto a la necesidad de modificar su comportamiento alimentario por razones relativas al medio ambiente, la salud y la ética animal». Su discurso es moderado.

Otros agentes, sin embargo, tienen posiciones más enérgicas y apuntan directamente a la industria, a los criaderos intensivos y a los mataderos, utilizando términos más expeditivos, como boicot.

Y en un país en el que más un millón de empleos dependen de la ganadería y la industria cárnica, actividades que realizan una aportación significativa al PIB, el entusiasmo ante la propuesta no ha sido unánime. Christiane Lambert, la presidenta de FNSEA, el principal sindicato agrícola francés, ha afirmado por su parte que «en Francia, el consumo de carne no genera deforestación, y la ganadería es buena para el medio ambiente». Y conviene tener en cuenta las palabras de Lambert, que se ha sumado expresamente a la campaña de los 'sábados rojos'. En la clasificación que el pasado año realizó Forbes con las personas de negocios -tiene explotaciones porcinas- más mediáticas en Francia se clasificó en octava posición.

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Interbev, la asociacion nacional interprofesional del ganado y la carne también se ha incorporado al debate mediante un comunicado en el que, además de ensalzar las virtudes nutricionales de la carne, recalca que cuando en menos en el caso de la marca que avala, 'Viandes de France', los modos de producción sostenibles están garantizados y recordando que los niveles de consumo de carne se han reducido hasta el punto de equivaler a cuatro días sen carne roja a la semana.

A la discusión, que sigue muy activa en redes sociales, en las que particulares y colectivos se van posicionando según su sensibilidad y sus intereses, se han sumado personajes como la antigua ministra de Ecología y candidata socialista a la Presidencia de la República, Ségolène Royal, que considera la iniciativa como una idea de 'bobos', término que se utiliza para nombrar a los 'burgueses bohemios', personas de ideología progresista y simpatía por el ecologismo. «Conozco entre los firmantes a algunos que toman el avión varias veces al mes y que dejan una huella de carbono desastrosa», ha afirmado.

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