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Así puedes interpretar el amarilleo de las hojas de las plantas y evitar que mueran

Tener una planta en casa no consiste solo en regarla de vez en cuando: requiere observación, conocimiento y una dosis de paciencia

L. G.

Miércoles, 15 de octubre 2025, 10:44

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Hay señales silenciosas que las plantas emiten mucho antes de marchitarse, y una de las más evidentes es el cambio de color en sus hojas. Tener una planta en casa no consiste solo en regarla de vez en cuando: requiere observación, conocimiento y una dosis de paciencia. Cada especie tiene unas necesidades concretas, y un error común —como un exceso de riego o una mala ubicación— puede desencadenar problemas que, si no se detectan a tiempo, son difíciles de revertir.

Cuando las hojas comienzan a ponerse amarillas o marrones, muchos piensan que se trata de un proceso natural o vinculado a los cambios de estación. Sin embargo, esta alteración en el color es una señal de alarma que merece atención. Así lo explica Álvaro Pedrera, experto en botánica urbana, quien alerta sobre el origen más frecuente de este problema y su posible consecuencia.

«El 90% de las plantas de interior que mueren es por regarlas demasiado»

Pedrera, que comparte consejos de cuidado vegetal a través de sus redes sociales, es tajante: «El 90% de las plantas de interior que mueren es por regarlas demasiado». Según detalla, el exceso de agua provoca la pudrición de las raíces, lo que impide que la planta absorba los nutrientes correctamente. Como respuesta, las hojas comienzan a amarillear, especialmente en las puntas, e incluso adquieren tonos marrones.

«Cuando esto ocurre, la planta corre un serio riesgo de morir», advierte. No obstante, también señala que todavía hay margen para actuar siempre que se detecte a tiempo y se apliquen las medidas adecuadas.

Cinco pasos para revertir el daño y recuperar la planta

  1. 1

    Reducir el riego de inmediato, dejando que la tierra se seque por completo antes de volver a hidratarla

  2. 2

    Comprobar el estado de las raíces y retirar aquellas que estén blandas o ennegrecidas por pudrición

  3. 3

    Mejorar el drenaje de la maceta utilizando sustrato aireado y orificios suficientes para evacuar el exceso de agua

  4. 4

    Colocar la planta en un lugar con luz indirecta**, evitando el sol directo que puede agravar el estrés

  5. 5

    Revisar su evolución con constancia**, tomando nota de los cambios

Para no cometer de nuevo el mismo error, Pedrera recomienda llevar un control de los riegos. «Apuntarlo en un calendario ayuda a mantener una rutina adecuada y evitar excesos», concluye.

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