Hay tres países que han hecho llegar sus aparatos a la Luna: la antigua Unión Soviética, Estados Unidos y China. Lo que ninguno nos esperábamos - ... al menos yo no me lo esperaba- es que el cuarto fuera Israel y que, además, fuera construido casi totalmente con capital privado y sin ánimo de lucro. En unas declaraciones al New York Times, la empresa constructora, SpaceIL, decía que su misión era «inspirar a los estudiantes en Israel para que se interesen en ciencia e ingeniería» y poco después añadía, hablando de los estudiantes de hoy, que es su trabajo construir el sucesor de Génesis.
El jueves 22 de febrero despegaba de Cabo Cañaveral en Florida un cohete Falcon 9, de la empresa SpaceX, que puso en órbita dos artefactos. El primero era un satélite de comunicaciones de Indonesia y el segundo una sonda espacial Israelí que llevaba por nombre Bereshit que en hebreo significa «En el principio», por lo que a veces también se traduce como «Génesis».
El primer objeto terrestre que se puso en órbita lunar fue el Lunik 1 en 1959 y tardó 34 horas en llegar. Todas las naves posteriores también tardaron en su viaje un tiempo similar; sin embargo, Génesis va a tardar más de un mes. Llegará a la órbita lunar el 4 de abril y aterrizará en su superficie -si todo va bien- el 11 del mismo mes. Su carga científica es muy limitada: un magnetómetro, cámaras fotográficas y un espejo retroflector. Además lleva una carga cultural que pretende ser un resumen de todo el saber mundial.
Casi todo en este proyecto es sorprendente: un viaje a la Luna creado por una empresa sin ánimo de lucro y cuya misión es motivar a los alumnos para que estudian ciencia e ingeniería. Les deseo éxito.
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