La Ertzaintza solo ha cobrado por 14 de los 1.800 rescates de los últimos cuatro años

Sin embargo, en contra de lo que muchos ciudadanos piensan, la Unidad de Vigilancia y Rescates de la Ertzaintza (UVR) apenas ha cobrado 14 de los 1.800 rescates en los que ha participado en los últimos tres años y medio. La media, de hecho, es que apenas se extiende una factura a cuatro intervenciones de media al año. Unas cantidades que, por regla general, abonan los seguros de quienes practican algún tipo de deporte en la montaña o en el mar.

«Es cierto que hay una ley de tasas del Gobierno vasco que regula el cobro de servicios públicos entre los que están los rescates, pero son circunstancias muy concretas y que no se suelen dar. La gente de Euskadi es muy responsable», confirma el responsable de la UVR, Pablo Izaguirre. Según explica, de las 318 actuaciones efectuadas en lo que va de 2022, ninguna de ellas ha requerido pago alguno. «Hay mucha afición, pero la gente está preparada. Si sucede algo es por un accidente y no una negligencia», insisten.

La ley aprobada a finales de 2011 establece las cantidades exactas a abonar si el riesgo excede de lo que es una práctica deportiva habitual. Así, la tarifa habla de 37 euros por cada agente que participe en el operativo, otros 39 por cada vehículo, 2.155 por helicóptero y hasta 2.077 si tiene que intervenir una embarcación con una eslora superior a los 18 metros.

Según explican los responsables de este servicio, los catorce rescates cobrados desde 2019 han supuesto un pago medio de 1.000 euros cada uno. Aunque, añaden, algunos operativos puedan alcanzar un coste de 5.000 euros. Esas facturas «no suelen ser lo habitual», precisan. Los meses en los que hay más incidentes abarcan de mayo a agosto. El perfil habitual del rescatado se corresponde con el de un varón de entre 40 y 60 años que, o bien por desorientación, una indisposición o caída necesita ayuda. «Ha habido un aumento considerable de mujeres en la montaña, pero en proporción todavía sigue habiendo más hombres», explican desde la UVR. «La finalidad de estas sanciones es disuadir a las personas de hacer actos que suponen un peligro para ellos y, no menos importante, para los agentes que participen en esas búsquedas. Están jugándose la vida por otros», insiste Izaguirre.

Los encargados de los rescates sí que han percibido en los últimos tiempos que una parte importante de ciudadanos que tiene incidentes en el monte «se demora mucho en llamar o evita hacerlo» ante el temor de que se les vaya a cobrar por el rescate. Cuando se deciden a dar la voz de alarma, subrayan estas fuentes, es «tarde» y la intervención puede complicarse, bien porque el helicóptero no puede volar por las condiciones meteorológicas o porque ha anochecido. «Suelen demandar ayuda cuando la situación está más comprometida, o bien por falta de luz o escasa batería del teléfono», relatan.

Los responsables de la Ertzaintza recomiendan, en este sentido, hacer cualquier actividad en el monte acompañados o en grupo, planificarla bien valorando la dificultad, la distancia, desniveles y «ser autocríticos con nosotros mismos sobre si estamos capacitados o no».