La factura del verano infantil: hasta 2.300 euros

Encajar los días festivos de los más pequeños con las vacaciones de sus padres en verano afecta de lleno a la economía familiar

Domingo, 2 de abril 2023

Los escolares guipuzcoanos están a punto de despedir el curso 2022-23. Los colegios cierran sus clases oficialmente este miércoles. Por delante tres meses de ... vacaciones para poder disfrutar del verano. Tres meses en los que sus familias hacen, en la mayoría de los casos, auténticas filigranas para poder atender a sus hijos y que acaban en septiembre con las economías del hogar resentidas. Porque ocupar el tiempo libre de los niños es también una cuestión de dinero y la factura se agranda en función de la red de apoyo que se tenga para poder hacer frente a tres meses de vacaciones. El mayor gasto se corresponde con la contratación de una persona que cuide de los niños durante las siete semanas de vacaciones escolares, lo que eleva la factura hasta los 2.300 euros.

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El verano para los alumnos tiene este año once semanas, más algún que otro día libre. El curso 2023-24 empieza oficialmente el 7 de septiembre. Por delante, 80 días en los que en el mejor de los casos los padres tendrán que tirar de abuelos y en el peor, desembolsar 2.300 euros.

Para conocer la factura del verano de una familia con un hijo hemos planteado cuatro escenarios que se encarecen en función de si se cuenta con red de apoyo o no. Así, en este ejercicio partimos de que una pareja puede cubrir cuatro de las once semanas de vacaciones de un menor que tiene entre 3 y 12 años. Hemos tomado como referencia los precios del club Bera Bera, en el barrio donostiarra de Gros, especializado en organizar actividades para los más pequeños desde hace treinta años. (No hemos tomado como referencia los descuentos por hermano o por más de una quincena de requerir sus servicios).

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«Apuntarles a alguna actividad me saldría por 1.200 al mes»

Naiara Segura lleva meses con el calendario y la calculadora encima de la mesa. Después de muchos quebraderos de cabeza, de atar semanas, combinar vacaciones y contar con los abuelos que salgan al rescate para los días sueltos, tiene el verano cubierto. «No existe conciliación, sobre todo para las mujeres», afirma Naiara, que cada vez que se acercan las vacaciones escolares echa a temblar. Esta donostiarra es madre de tres hijos de 12, 9 y 7 años y «aún son pequeños» como para pensar en dejarles solos. «El mayor podría apañarse más o menos pero ¿cómo se va a hacer cargo de los otros dos?», dice.

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La mejor opción en su caso es contratar a una chica para cuidar de los menores mientras ella atiende el bar del Hogar de jubilados de Bidebieta. «Soy autónoma, trabajo media jornada para después estar con los niños y el rato que no puedo cuidarles les atiende una chica. La opción de apuntarles a unas colonias sale bastante más caro, son 1.200 euros, además sin incluir el comedor y no dan apenas ayudas por familia numerosa o más hermanos. Tener a una chica unas horas me sale por 800 euros», explica Naiara tras haber estudiado todas las posibilidades. «Yo porque puedo permitirme contratar a una persona pero hay gente que no», subraya, evidenciando el sobre esfuerzo que supone este desembolso.

«Van a colonias y luego con una chica»

En el caso de Peru López y su pareja, padres de un niño de seis años y otra de 4, recurren a «colonias, a los aitonas y una chica» para tener a sus hijos atendidos mientras ellos dos trabajan. «Conciliar en verano es una locura», afirma Peru, que acaba de recoger a sus dos hijos a la salida del cole, en el barrio de Gros. Son las 15.30 horas. «Es que con estos horarios... Te pilla currando y organizarse es muy complicado».

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Peru Lóez, con sus hijos, pocos días antes de empezar las vacaciones.

Por no mencionar que algunos centros reducen el horario escolar días o semanas antes de terminar el curso y a las tardes ya no hay clase. «Nosotros trabajamos en un restaurante, todo el día, así que en verano les hemos apuntado a colonias por la mañana y por la noche se queda una chica. Por las tardes nos turnamos nosotros y también tiramos de los aitonas», explica Peru.

«Les llevo a un curso de natación por las mañana»

El encaje de bolillos también se repite en casa de la donostiarra María Padilla. «Es estresante. Son tres meses que no puedes cubrir ni con vacaciones. Además los campamentos son carísimos, casi te sale mejor cogerte una excedencia», dice mientras espera a recoger a sus dos hijos pequeños. No exagera. El precio de unas colonias durante el periodo estival pueden rondar los 200 euros diez días y aún quedarían muchas semanas por 'rellenar'.

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Esta donostiarra decidió hace un tiempo reducirse la jornada laboral «para poder cuidar de los niños. Trabajo seis horas y luego estoy con ellos, al menos les puedo cuidar yo», dice reconfortada.

María Padilla, junto a sus dos hijos, a la salida del colegio. De la Hera

Este verano, les ha apuntado a natación, una hora de clase diaria durante dos semanas, que le cuesta 90 euros. «Puede no parecer tan caro pero es que es una hora al día», subraya. Las horas restantes hay que buscarse la vida y las cuentas se disparan.

«Si puedo echar una mano con mis nietos, yo encantada»

'Tirar' de abuelos sigue siendo el principal salvavidas para muchas familias para que cuiden de los niños durante las vacaciones de verano. También cuando están enfermos y no pueden acudir al colegio. Es el caso de Michaela Walcker, alemana y residente en Donostia, que suele descolgar a menudo el teléfono para lanzar la súplica que se repite en muchas casas: '¿Te puedes quedar con los niños?' Tiene la suerte de saber que la repuesta al otro lado del teléfono nunca viene acompañada de una negativa ni un 'pero'. Michaela es madre de una niña de 3 años y un bebé de seis meses y este verano seguirá contando con la ayuda de los socorridos abuelos. «Aunque me voy a poder apañar porque me quedan unos meses de baja» reconoce que «es un tema que me preocupa. De momento no vuelvo hasta dentro de 6 meses pero ¿y después?».

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Esta mujer, santiaria de profesión, agradece la ayuda que le prestan. «Me ayudan un montón. Ahora estoy sola, no está mi marido y organizarse es más fácil si te pueden echar una mano. Muchas veces los niños se suelen quedar en su casa a dormir».

Ana y Michaela posan a la salida del colegio.

Ana Murguialday es la «amatxi» y suegra de Michaela y dice que está «encantada» cuidando de sus nietos. Lo cuenta mientras da de merendar a su nieta a la salida del cole y menea al más pequeño en el carrito. «Si puedo echar una mano, yo feliz. Además tengo dos hijos, uno en Palma de Mallorca por lo que no he podido cuidar de mis nietos así que ahora estoy encantada de que estén en casa. Sí que a veces terminas cansada pero mientras pueda...».

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De momento, las colonias resultan incompatible para esta familia. «He estado informándome sobre las colonias y hay muchas pero terminan a la una. ¿Qué hago después con los niños? El tema me agobia un poco porque no quiero dejar a mis hijos dos meses sin saber cómo están. Cubrir todo el verano es mucho tiempo, es muy difícil conciliar», afirma.

«A las vacaciones se suman las medias jornadas escolares»

Si con un hijo es complicado hacer cuentas para verano, con una familia numerosa todo se complica. «Supone un estrés saber cómo encajar todas las piezas además de que las cuentas, por más que las revises, no salen», expone Natalia Diez-Caballero, directora ejecutiva de Hirukide -Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi-. «Sin la ayuda de los abuelos muchas no tendrían posibilidad de sacar los tres meses de vacaciones adelante. Somos conscientes de que para ellos es temporada alta de cuidados, y que muchos se reservan estas fechas para ayudar a sus hijos y atender a los nietos».

Díez-Caballero critica que las vacaciones de verano «son las más largas de Europa». Pero añade un problema más a este periodo. «A los tres meses estivales hay que sumarle las medias jornadas escolares en junio y septiembre. Durante semanas muchos centros terminan el horario escolar justo con el servicio de comedor. Esto rompe cualquier tipo de conciliación posible porque hay que buscar alternativas a las horas de la tarde que no están en el colegio. Por no hablar de los periodos de adaptación de lo más pequeños. Hay colegios que los llegan a alargar más de un mes».

Lamenta además que la oferta de ayuntamientos se ciña a solo un mes. «Tienen una oferta a precios razonables para lo que se puede llegar a pedir, pero se quedan encajadas en julio cuando los niños tienen muchas más vacaciones que esas cuatro semanas».

Desde Hirukide ven con «alivio» la puesta en marcha desde el Gobierno Vasco de la posibilidad de acogerse a ayudas en periodos discontinuos, «siempre que se cumpla un mínimo de 59 días», explica. «Te permite 'jugar' con los días de verano y tener alguna oportunidad de conciliar algo más».

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