Una de cada diez mujeres sufren pobreza menstrual en Euskadi
Unas 100.000 vascas, la mayoría en situación de vulnerabilidad, tienen dificultades económicas para adquirir productos como tampones o compresas
Una de cada diez mujeres sufren pobreza menstrual en Euskadi. Es decir, casi el 10% de las vascas se encuentran con dificultades a la hora de adquirir productos como tampones, compresas o la copa, bien porque no tienen la suficiente capacidad económica para comprarlos o porque directamente no tienen acceso a ellos, según se desprende del estudio sobre 'la pobreza e higiena menstrual en la CAE', elaborado por Emakunde, con el apoyo de EDE Fundazioa.
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En este colectivo, sobre todo, se encuentran la mujeres en situación de vulnerabilidad, como en situación de sinhogarismo, migradas, en situación de prostitución, víctimas supervivientes de violencia machista, presas, empleadas en la economía sumergida, al frente de hogares monoparentales, con discapacidad, con problemas de salud mental o inmersas en situaciones de crisis humanitarias. Y también las personas con diversas identidades de género que menstrúan, como los hombres transgénero y las personas de identidad no binaria. Son el 8,6% del total de las mujeres que residen en Euskadi.
En un momento en el que se acaba de conocer que la furuta ley del aborto no incluirá la rebaja de la tasa rosa, Euskadi cifra en algo más de 188.000 las mujeres que el último año se habrían visto en la necesidad de comprar productos menstruales más baratos por dificultades económicas, al tiempo que el 51,3% de las encuestadas reconoce haber dejado de comprar estos productos de primera necesidad para poder hacer frente a otros gastos referidos a la alimentación o la vivienda.
Pero las situaciones que han vivido distintas mujeres en situación de pobreza menstrual van más allá. 349.108 vascas en edad fértil habrían mantenido en alguna ocasión el tampón o la compresa más tiempo del recomendable por no encontrar un lugar apto y adecuadamente equipado para su renovación, lo que aumenta la posibilidad de sufrir infecciones u otras enfermedades. En este sentido, la consejera vasca de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, advierte de que «la pobreza menstrual no está relacionada únicamente con la capacidad económica de una persona. Se refiere también a otros factores que la condicionan, como la falta de acceso a los productos de higiene; la ausencia de lavabos limpios, seguros, apropiadamente equipados y accesibles o una insuficiente educación en lo tocante al ciclo menstrual y a los diferentes recursos disponibles para su gestión».
El estudio también recoge que «en torno a 37.270 mujeres podrían estar asumiendo con normalidad que la menstruación va acompañada de dolores intensos y unas 18.900 no considerarían necesario consultar a un profesional por dolor menstrual intenso». Cerca de 272.700 no han recibido educación menstrual.
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