Condenan a Eliseo Gil a dos años y tres meses por la «estafa» de Iruña Veleia

El Juzgado de lo Penal 1 le castiga por un delito de falsedad documental y otro de estafa. A su colaborador Rubén Cerdán le impone un año y tres meses. Ambos evitarán el ingreso en prisión

David González

Miércoles, 10 de junio 2020, 09:59

Todo fue un embuste. Ni Iruña Veleia guardaba un tesoro que redefinía el origen del euskera ni por supuesto el cristianismo se alumbró a diez kilómetros de Vitoria. El Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria ha condenado a Eliseo Gil, antiguo director del yacimiento alavés, y a su colaborador Rubén Cerdán por su intento de vender como «extraordinarios» unos grafitos enterrados en este enclave romano.

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En un fallo de 256 páginas, la magistrada Isabel María Díez Pardo considera probado que Gil estafó con sus descubrimientos. Le condena a un global de dos año y tres meses. Estima que cometió un delito continuado de falsedad documental y otro de estafa. Por el primero le impone un año de cárcel y por el segundo, un año y tres meses. Esto significa que al no ser ninguna pena superoior a los dos años y un día no ingresará en prisión.

Ha entendido su señoría como atenuante las «dilaciones indebidas» provocadas de un proceso que se ha dilatado en el tiempo nada menos que once años. La pena para su colaborador Rubén Cerdán asciende a un año, tres meses y 23 días de prisión.

Entre ambos deberán abonar 12.490 euros a la Diputación Alavesa, dueña del yacimiento alavés.

Se cierra así de momento, hay opción de recurso, el caso de las supuestas falsificaciones de 291 fragmentos extraídos del yacimiento de Iruña Veleia entre 2005 y 2006, y presentados al mundo por su entonces director, Eliseo Gil, como «excepcionales». Las inscripciones grabadas en cerámicas, vidrios y huesos adelantaban seis siglos el origen conocido de las primeras palabras comunes escritas en euskera y localizaban en la Llanada el primer Calvario –representación de Cristo en la cruz– cristiano. Prometían revolucionar la Historia.

Quince años

Quince años después de aquellos asombrosos anuncios, cuestionados de inmediato por la comunidad científica, Gil se enfrentaba a al menos cinco años y medio de prisión. La Fiscalía alavesa le señaló como presunto ideólogo de este engaño. A su cómplice, el «físico nuclear» Rubén Cerdán, le pedíaen dos años y medio por «falsear» unos informes que validaban los fragmentos. Aquello fue el germen de la contienda judicial más larga vivida en Álava: once años han transcurrido desde que la propietaria del yacimiento, la Diputación, demandó al que fue director de la excavación entre 1994 y 2008.

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Gil, no obstante, siempre ha proclamado su inocencia. Ayer también, en su turno de gracia. Los letrados de ambos acusados reclamaron su absolución en el juicio, celebrado en febrero. La sala sí ha atendido su petición de «la atenuante muy cualificada de dilación indebida» –por la década larga de espera– «en caso de fallo condenatorio».

Euskotren firmó a Lurmen, empresa propiedad de Gil, una subvención de diez años por un monto de 3,7 millones de euros. La firma de transporte público no se personó en la causa. Cerdán se embolsó 12.490 euros por sus informes, que se ajusta a la cantidad que le exige ahora la Justica.

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En las doce sesiones de juicio desfiló una treintena de testigos. Los compañeros de excavación de Gil jamás vieron sacar de la tierra una pieza excepcional. Estas surgían en la fase de lavado, controlada por su hermana Ainhoa. Peritos dijeron que los fragmentos databan entre los siglos III y V, pero que sus inscripciones eran «contemporáneas». En varias marcas hallaron restos de acero inoxidable, una aleación de principios del siglo XX. La aparición de grafitos se circunscribe a 2005 y 2006. Cuando obligaron a Gil a colocar una cámara en las zanjas, los descubrimientos cesaron. Jamás ha vuelto a salir nada semejante.

La gran duda siempre fue discernir quién manipuló las piezas. En este punto, el fiscal apeló durante las vistas orales a la réplica de una letrina ideada para ser expuesta en Iruña Veleia. Contenía dibujos y frases en latín. Dos excolaboradores de Gil declararon que éste les contó que salieron de su puño, algo que el acusado dijo no recordar. Dos peritos dijeron en sala que esas letras y las de los grafitos las hizo «la misma mano».

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