Recuperan ADN de varios neandertales del suelo de una cueva de Atapuerca
El equipo de Juan Luis Arsuaga hace historia al obtener por primera vez material genético nuclear de sedimentos
luis alfonso gámez
Viernes, 16 de abril 2021, 12:03
Un grupo de investigadores liderado por el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga ha recuperado ADN humano del suelo de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca, ... y ha identificado gracias a ese material genético a tres individuos de dos linajes neandertales que vivieron en lo que hoy es Burgos hace entre 110.000 y 80.000 años. «Nunca antes se había obtenido ADN nuclear directamente del sedimento. ¡Es la bomba!», dice el científico vasco, que considera que se trata de uno de los logros «más importantes» de su carrera científica.
La recuperación de ADN neandertal del suelo de Cueva Mayor se enmarca dentro de un proyecto de colaboración entre el equipo de Atapuerca y el del genetista Matthias Meyer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. El artículo que esta semana publican ambos grupos en la revista 'Science' da cuenta, además, de la obtención de ADN humano del sedimento de dos yacimientos siberianos, las cuevas de Denisova y Chagyrcaya. «Ya no serán necesarios los fósiles humanos para identificar a los moradores de una cueva prehistórica», sostienen los autores.
El ADN es una molécula que se degrada con la temperatura. Por eso, Siberia es un entorno ideal para recuperarlo del terreno, mientras que eso es bastante menos probable en latitudes medias. Sin embargo, el lugar donde se ha hallado en Atapuerca es especial. «La Galería de las Estatuas es un yacimiento único», destaca Arsuaga. A unos quinientos metros de la boca actual de Cueva Mayor, hay una serie de grandes estalagmitas –las estatuas– que estaban cerca de una entrada que se cegó hace unos 50.000 años, antes de la llegada de los 'Homo sapiens' desde África. Además, sobre el sedimento se formó un suelo estalagmítico, una gruesa capa de calcita sobre un suelo que habían podido pisar los neandertales.
«Grano a grano»
En 2008, Arsuaga decidió «levantar esa capa estalagmítica en un par de sitios para ver si había un yacimiento sellado». Lo había. Encontraron restos de fauna e industria lítica neandertal, y posteriormente una falange de pie. «Nos pusimos a excavarlo con todas las precauciones, como si fuera un yacimiento único», recuerda el director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos.
«Bajamos casi grano a grano, más allá de lo razonable en un yacimiento normal. Entonces era impensable recuperar ADN del yacimiento, pero no quería que se perdiera nada de información». Excavaron en microniveles, hicieron dataciones cada pocos milímetros y tomaron constelaciones de muestras de sedimento. Además, el paleoantropólogo optó por no abrir la vieja entrada, con lo que el equipo –del que forman parte Arantza Aranburu y Asier Gómez-Olivencia, investigadores de la Universidad del País Vasco– tenía que recorrer con los baldes de tierra medio kilómetro hasta la boca de la cavidad. «Yo no alteraría una cueva nunca».
El ADN nuclear, el de los cromosomas, es una mezcla de los de nuestros padres. Está en el núcleo de las células y tiene 3.200 millones de pares de bases (letras). El ADN mitocondrial o ADNmt tiene solo 16.000 pares de bases, está en las mitocondrias –pequeños orgánulos que actúan como centrales energéticas de las células– y se transmite por vía materna. Aunque ya se había conseguido recuperar del sedimento ADNmt, nunca se había logrado obtener ADN nuclear.
En la Galería de las Estatuas se ha recuperado ADN de los dos tipos. «Hemos conseguido identificar a un hombre que vivió hace unos 110.000 años, pero cuya estirpe se originó hace unos 130.000, y a dos mujeres de hace unos 80.000 años de otro linaje», explica Arsuaga. Los tres son neandertales, pero las mujeres corresponden a una población genéticamente diferente que sustituyó a la del varón.
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