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Máscaras, probablemente preparadas para los pocos 'turistas', en un edificio de Pripyat. K.L.

Chernobyl, la catástrofe que nadie olvida

Se cumplen 32 años de una desgracia que nos hace pensar aún a día de hoy

Jueves, 26 de abril 2018, 21:46

Viajar a Chernobyl, a Pripyat, es sinónimo de visitar un lugar abandonado. Imaginen que el éxodo rural 'ha golpeado' el pueblo en el que nacieron y las casas, ahora vacías, son saqueadas, invadidas por la naturaleza que solo desea recuperar lo que un día fue suyo. Imaginen también esa pequeña fábrica de ciudad que no pudo seguir el ritmo de poderososas multinacionales. Quebró y todavía hoy sigue ahí, inmóvil. Aguanta porque no tiene piernas para huir. Nadie la quiere, pero ahí está, abandonada, viendo cómo enormes edificios crecen a su alrededor. Pueden imaginar lo que quieran, pero Chernobyl es diferente. Es todo lo descrito, pero también es mucho más.

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Chernobyl es otro mundo. El de la crudeza, el de una realidad que, no nos engañemos, tenía que suceder. Tenía que ocurrir porque el hombre jugaba a ser más poderoso de lo que realmente es y, como se suele decir, somos humanos y fallamos.

La famosa noria de Chernobyl. K.L.

Viajar a Chernobyl, a Pripyat, es diferente. Lo es, para empezar, porque uno no puede elegir el cómo; tampoco cuándo. Hay que hacerlo acompañado, y no para no pasar miedo. Pueden ver todas las películas o documentales que quieran sobre el tema, pueden leer lo que deseen (si les apetece algo bueno cojan el libro 'Voces de Chernobyl', de Aleksievich Svetlana) que, en este caso, la realidad lo supera.

Lo empieza a ser, sobre todo, cuando el guía (obligatorio entrar con uno previamente contratado) comienza a mostrarte los niveles de radioactividad que aún hoy sigue habiendo. Le miras a la cara y en su rostro solo ves a una persona que se gana la vida humildemente convirtiendo un lugar 'oscuro', horrible por lo que sucedió, en una atracción 'turística' diseñada para unos pocos a los que, como al que escribe estas líneas, le puede la curiosidad.

Autos dispuestos a chocar, pero eso es imposible sin conductor. K.L.

De esa visita sorprende, sobre todo y más incluso que ver de cerca la central nuclear (ahora, el reactor en el que se inició la catástrofe tiene un nuevo 'abrigo'), el parque de atracciones que nunca llegó a inaugurarse. Describe perfectamente lo que Pripyat quería ser y nunca pudo llegar a alcanzar.

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También hacen pensar los colegios, gimnasios, piscinas vacías que, en cuestión de horas, pasaron de estar llenos a... Ya saben; a no ser nada, a ser rincones abandonados que nadie disfruta.

El 26 de abril del año 1982, el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernobyl, en la Unión Soviética (actual Ucrania), estalló. La historia ya la saben. Les invito a buscarla si no la conocen, porque aún a día de hoy, 32 años después, podemos hablar de una desgracia que sacudió a un mundo que, de golpe y porrazo, se hizo enano ante una enorme tragedia que ahí sigue. Imaginen... Y, sobre todo, nunca olviden.

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