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alicia del castillo
Martes, 2 de febrero 2021, 06:39
Resulta un tanto paradójico. Los últimos años de carnavales de Ituren y Zubieta daba la sensación, a los vecinos, a los ayuntamientos, incluso a ... los visitantes, que había que hacer algo. La tradición ancestral convertida en fiesta se había masificado. Cientos de personas llegaban el lunes de carnaval a Ituren y el martes a Zubieta desde media mañana. Particulares que dejaban sus coches en los arcenes de la carretera, autobuses escolares con niños y jóvenes a los que dejaban en esas localidades a media mañana para recogerles pasadas las cuatro de la tarde. Joaldunak y mozorros que una vez llegaban a la Plaza de Ituren apenas tenían sitio para recrear su carnaval. Y de repente, este año todo ha cambiado. Se ha convertido en un mal sueño. Y es cuando quizá, hasta se añora lo anterior.
Ayer por la mañana en Zubieta, Ituren y probablemente también en Aurtitz, sonaban los joares, los cencerros. Desde los ayuntamientos se había anunciado que la fiesta se suspendía y pedían que no se celebrase y, por supuesto, que no se acudiese. Pero la tradición no podía faltar reconvertida a un acto casi íntimo, con muy pocos protagonistas y con los vecinos, en muchos casos, desde sus ventantas y balcones. Los menos salían ayer a la calle y se acercaban hasta la Plaza. No hay que olvidar que para los habitantes de estas localiades de Malerreka, el carnaval es sobre todo, desayunos, comidas y cenas todos juntos durante varios días. Pero están concienciados de que eso es imposible este año.
Seis joaldunak de Zubieta recordaban a sus vecinos por la mañana que era carnaval. El sonido, mitigado algo por la lluvia, llegaba hasta las viviendas. Y a través de las redes sociales, se extendía. Pasado el mediodía, esos seis joaldunak se encontraban como siempre, en el barrio de Lasaga, con otros 10 de Ituren y juntos acudían hasta la Plaza de esta localidad. Esta vez, sin sus vecinos de Aurtitz, sin el oso y sin su cuidador. Ya en la Plaza un mozorro recordaba los «dos metros de distancia» y aconsejaba «cuidaos», a la vez que emplazaba a todos para el próximo año, «lo disfrutaremos en 2022».
Hoy probablemente esta cita se vuelva a repetir de forma testimonial a lo largo de la mañana. Pero una vez más, desde ambas localidades llaman a la responsabilidad, a que no se acuda, a que este año, no se celebre. Serán unos pocos los que tengan la misión golpear fuerte los joares y de agitar el hisopo: hay que espantar y alejar a los malos espíritus, a los demonios y genios negativos de acuerdo con viejas creencias. Y este año, más que nunca.
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