
Evitar la división
León XIV representa un equilibrio entre la herencia de Francisco y la apuesta por la unidad interna de la Iglesia
Alberto Surio
Jueves, 8 de mayo 2025, 20:09
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Alberto Surio
Jueves, 8 de mayo 2025, 20:09
La elección de Robert Francis Prevost supone una opción del colegio cardenalicio por la unidad interna de la Iglesia dentro del espíritu continuista marcado por ... el Papa Francisco. En sus primeras palabras ante la multitud en la plaza de San Pedro, León XIV ya dio algunas pistas orientativas. Se trata de uno de los cardenales que eran más estrechos colaboradores de Jorge Bergoglio, que le propuso los nombramientos de los obispos y que es conocedor de los entresijos de la Curia romana. Y a la vez un representante de la Iglesia misionera y abierta al mundo, la que quería Francisco.
León XIV ha hablado de «una Iglesia unida» para construir «puentes de paz» en el mundo y «buscar la justicia». Es decir, ha intentado apaciguar al sector más conservador de la Iglesia, el mismo que se había inquietado con determinados cambios iniciados por Bergoglio con mensajes dirigidos en ambas direcciones. Por un lado, el flanco social del apoyo a «los que sufren» y la alusión a «los hombres y mujeres» de la comunidad católica a los guiños más clásicos. Es como si, en esta ocasión, el Espíritu Santo hubiera querido acoplar los ritmos de las reformas planteadas por Bergoglio y limitar su velocidad, pero sin abandonar el rumbo. Un viraje brusco sería demoledor.
Los desafíos de León XIV son enormes. De entrada, saldar las heridas internas y evitar la división. A la vez, conectar con la sociedad contemporánea, al menos en el Primer Mundo en donde el catolicismo decrece. Y a la vez recuperar la esencia del Evangelio sabiendo que el Vaticano va a tener un papel decisivo en el nuevo tablero geopolítico que emerge en el mundo en el que Bergoglio tuvo un papel valiente en defensa de los migrantes -su ausencia en este primer discurso ha llamado la atención- y la paz. Prevost, de talante tranquilo, tendrá que construir un carisma que amortigüe la frialdad con la que ha sido acogida la elección de un Papa norteamericano, que ha vivido décadas como misionero agustino en Perú. Pero si Francisco fue el Papa que atrajo a los no creyentes con su audacia, León XIV parece destinado a unir a los católicos sin romper con el legado de su antecesor.
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