«Cuando me detectaron el VIH mi pareja lo fue todo»
Josu tiene 44 años y decidió hacerse la prueba cuando se enamoró de un chico en 2005. Ahora vive con él, hace yoga y se cuida
A. V.
Sábado, 30 de julio 2016, 08:39
En realidad todo empezó con una historia de amor. Josu conoció a un hombre que le encandiló y cuando llevaban juntos apenas dos meses decidió hacerse las pruebas de VIH para que todo quedara claro entre los dos. Nunca supo cuándo se había contagiado, nunca tuvo síntomas ni estuvo enfermo, pero el diagnóstico fue el que fue. Estaba infectado.
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A Josu se le cayó el mundo encima, «el alma a los pies». Era el año 2005, tenía el virus y estaba enamorado de una persona que podía irse de su vida. No fue así. Esa persona se quedó junto a él. Josu no es de emoción fácil, pero asegura que «aunque resulta cursi hablar del hombre de mi vida y esas cosas, la verdad es que mi pareja para mí lo fue todo. Lo es todo, porque seguimos juntos».
Tiene 44 años y toma medicación desde el año 2009, tres pastillas al día. Su caso es de los denominados indetectables, porque es portador del VIH, pero no está enfermo y ni padece los diferentes males asociados a problemas en el sistema de defensa. El riesgo de contagio en su caso es nulo o prácticamente nulo, pero pese a todo «prefiero hacer los deberes y uso protección en mis relaciones sexuales».
Después de una juventud más o menos loca y promiscua, llegó la enfermedad y el amor, el contacto con la asociación Harribeltza y el yoga, el contacto con la naturaleza. Josu es vegetariano, se cuida «como debe hacerlo cualquiera de mi edad», no fuma, se da masajes y sobre todo intenta tener el control de su cuerpo y como él dice, «respetarlo».
Le preocupa tomar tres pastillas al día porque dice ser consciente de que es un conejillo de indias como tantos enfermos. Sabe también que son esos fármacos los que han evitado que el VIH fuera a más. «Ahora hablan de una inyección que podría ponerse una vez cada dos o tres meses que sería importante porque nos permitiría evitar las pastillas y recordarnos cada día que estamos enfermos. Nunca he tenido síntomas físicos del VIH, pero psicológicamente sí. Menos mal que la asociación supone un apoyo importante. Hay que ver también lo bueno de las cosas. En los años 90 la gente tomaba quince pastillas diarias».
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La aparición de los retrovirales y con ellos la cronificación de la enfermedad ha puesto otra cara al mortífero sida y ha relajado la rígida prevención que tomaron un buen número de colectivos cuando comenzó a diagnosticarse la enfermedad.
«El otro día estuvimos en París en una fiesta gay. Hay mucha gente que confía en 'trobada', una pastilla que si se toma durante unos días dicen que permite practicar sexo sin protección. Lo planteaban como alternativa al preservativo. Pero no se saben ni los efectos secundarios, ni la eficacia... No sé».
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El mundo del sida es todavía muy complejo, y eso lo saben personas infectadas como Josu. «Es imprescindible evitar el contagio. Todo indica, además que el virus está mutando y que cada vez es más rápido. Yo estuve cuatro años sin tratamiento desde que me detectaron el VIH, ahora la medicación te la ponen de forma inmediata. Otra cosa que llama la atención es que pese a que se siguen diagnosticando pacientes cada año, la llegada de personas que solicitan ayuda a la asociación no ha crecido. Y el apoyo es muy importante».
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