Cote le roba dos puntos al Betis

Los goles son la salsa del fútbol, pero los porteros están para evitarlos. Este domingo, Dmitrovic y el bético Joel Robles protagonizaron un festival de paradas del que el serbio salió triunfante tras enfundarse su capa de superhéroe. Sus compañeros le sacaron prácticamente a hombros después de que repeliera con la pierna izquierda el penalti a Lo Celso mediada la segunda mitad y protagonizara, además, otras cuatro intervenciones salvadoras que hicieron valer el zurdazo de Cote desde la frontal a la salida de un córner, el único disparo que Robles no logró despejar.

El del asturiano, que no marcaba desde octubre del 2013 cuando vestía la camiseta de la Real Sociedad, fue el único gol de un partido vibrante que bien podía haber acabado con cuatro o cinco goles para cada equipo. Las providenciales manos y piernas de ambos guardametas fueron determinantes, pero el espectáculo que Eibar y Betis brindaron en Ipurua regalaron otro sinfín de ocasiones que apenas daba tiempo a anotar. Fue una oda al fútbol ofensivo que, tras el pitido final, dejó tres nuevos puntos en la saca armera que permiten reforzar su firme aspiración de adornar una temporada que ha sido mucho más brillante de lo que refleja la clasificación.

Por de pronto, y gracias a la novena victoria que se ha apuntado en Ipurua, el cuadro azulgrana se ha encaramado a la undécima plaza tras superar precisamente a los béticos y también al Leganés, para situarse a solo un punto del grupeto de tres equipos que le preceden en la tabla con 47 puntos.

El octavo puesto que está en posesión de los vecinos donostiarras se ve al alcance de la mano, y ahora que después de 36 jornadas el equipo de Mendilibar ha logrado enlazar un segundo triunfo consecutivo por primera vez en lo que va de campeonato, van a ir a tumba abierta a conquistarlo.

Le quedan aún las dos últimas citas del calendario ante un Villarreal aún en peligro y un Barcelona probablemente con la mente y el cuerpo puestos en la final de la Champions, para convertir este año en el mejor del Eibar en sus cinco intensas temporadas en Primera División.

Pero antes de encarar ese final de curso ilusionante, los eibarreses se han ganado el derecho a disfrutar del show que dedicaron a sus orgullosos seguidores, que sacrificaron las habituales comidas dominicales en familia para acompañar a su equipo en este horario nuevo instaurado por LaLiga que trastoca todos los planes. Mereció la pena.

Porque los seguidores azulgranas pudieron comprobar con satisfacción que la plantilla se niega a marcharse de vacaciones por anticipado. Tras romper la banca en Valencia, recibían a un Betis que, pese a que solo contaba con un punto más que los armeros, venía a Ipurua a explotar su último cartucho para engancharse a la pelea a por Europa. Es lo que tiene contar con un presupuesto de 126 millones, que las expectativas son mucho mayores y cuando no se cumplen llegan las lamentaciones.

Por eso, las hostilidades se desataron desde el primer minuto con un disparo de Kaptoum que Dmitrovic atrapó sin problemas. Una tímida ocasión que supuso el preludio de lo que estaba por venir. Tras ese primer acercamiento, los de Mendilibar se centraron en hacer lo de siempre, buscar la portería contraria a base de aplicar una presión asfixiante que ha sido su gran sello de identidad durante todo el ejercicio.

Con el mismo sistema utilizado en Mestalla, es decir, con Orellana incrustado en la media punta, al Eibar se le abrieron más puertas de entrada que las de las bandas.

Se adueñó del balón y comenzó a merodear con peligro el área andaluza, aunque la primera opción del chileno que se estrelló en el cuerpo de Bartra tuvo cumplida respuesta en un remate intencionado de Guardado que supuso la verdadera apertura de su impresionante repertorio de paradas.

Joel Robles no quiso ser menos y también frustró los siguientes intentos de Escalante y del propio jugador chileno, que vio cómo el joven portero madrileño le sacaba con la punta de los dedos un disparo colocado.

Después llegó un gol anulado a Ramis por falta previa de Sergio Álvarez, que dio inicio a un toma y daca que se saldó con otro paradón para enmarcar de Robles de nuevo a Orellana y dos acciones casi consecutivas del Betis, la más clara un disparo de Lo Celso que salió rebotado por el palo.

La reacción armera no pudo ser más contundente. Cuando ya se había sobrepasado un minuto del tiempo reglamentario, un pertinaz Cote forzó un córner que Orellana le sirvió al asturiano, que solo en la frontal del área se inventó un zurdazo que sorprendió a Robles y a todos los presentes. Lo celebró de forma extraña, con la rabia y la falta de costumbre tras acumular más de dos años y medio sin marcar.

Resulta increíble que fuera este único tanto decidiera el partido después del desenfreno vivido en segunda mitad. El partido se rompió desde el mismo momento en el que se reanudó y se convirtió en un intercambio de llegadas que podrían haber vuelto loco al marcador electrónico. Y mientras Orellana se frustraba errando sus ocasiones, Dmitrovic continuaba engordando su currículum de paradas.

Guardado soñará durante un tiempo con la pierna que el serbio estiró para sacar su disparo y Lo Celso no habrá podido dormir después de que el de Subotika repeliera, cual portero de balonmano, el penalti que le pitaron al reaparecido Ramis por pisar a Loren en una acción que necesitó ser consultada en el VAR.

Las ocasiones siguieron lloviendo del cielo y al alarde de reflejos de Dmitrovic para evitar que el cabezazo de Bartra se colara en su puerta le sucedieron dos espectaculares intervenciones seguidas del meta verdiblanco, que terminaron por desesperar a un Orellana que lo intentó hasta de chilena. Para redondear la tarde, Mendilibar pudo por fin dar la alternativa a Jordi Calavera, que disfrutó de sus primeros segundos en Primera División.