El Eibar evoca los goles de Jon Altuna

Con la Liga y el mundo entero paralizados por una pandemia que amenaza con cambiar nuestras vidas, echar la mirada al pasado se ha convertido en una terapia para evadirse del presente. Y si esos recuerdos traen a la memoria a jugadores como Jon Altuna (Ibarra, 1980), consiguen no solo arrancar una sonrisa a todos los que tuvieron el placer de animarle desde la grada en las cinco temporadas que militó en el Eibar, sino también las ganas de volver a celebrar los 56 goles que marcó en los 171 partidos que jugó aquí, como él solía hacerlo, cubriéndose la cara con la camiseta azulgrana.

Esta semana, concretamente el miércoles, la entidad armera quiso recordar el octavo aniversario del último tanto que marcó en un partido disputado en Ipurua que concluyó con un empate a dos ante el Palencia. Fue Txema Añibarro, uno de sus ilustres compañeros en ese último año en el Eibar el que le mandó una captura de pantalla del tuit que publicó el club, aunque él confiesa que «no me acordaba de ese gol», explica desde su domicilio en Berrobi, donde sobrelleva el confinamiento, impartiendo clases telemáticas, desde que la ikastola en la que trabaja en la localidad navarra de Betelu cerró sus puertas tras el Estado de Alarma.Ese último gol no se le quedó tan grabado como otros que recuerda de manera más especial.

«Me acuerdo de otros muchos, como el que logré ante el Marino Luanco desde el centro del campo o el que metí ante el Elche en Copa cuando ya habíamos subido a Segunda. Y claro, como solo he conseguido un 'hat trick' (el 14 de febrero del 2010 ante el Celta) recuerdo con mucho cariño el último de los tres, a la salida de un córner ya en el descuento».Aún jugó una temporada más en el Amorebieta tras abandonar el Eibar al término de la campaña 2011-12, aunque viendo los muchos jugadores del actual Eibar que superan la treintena, sorprende que colgara las botas con solo 32 años.

«Cuando me fui del Eibar yo ya había tocado mi techo profesional y le vas dando otro enfoque a la vida, que en mi caso fue dirigirla hacia la enseñanza. Me gustaba el fútbol, lo disfrutaba, pero lo que tenía que hacer ya lo había hecho. Si hubiera llegado a Primera hubiera aguantado un poco más, claro», afirma con cierta ironía.

Sigue con atención los partidos, pero desde el sofá, como lamentablemente tendrán que hacerlo todos los seguidores durante no se sabe ni cuánto tiempo. «Sigo el fútbol desde casa. He ido alguna vez a Ipurua y a San Mamés, pero no soy un asiduo».

Eso sí, los gritos de alegría que salieron desde su casa se escucharon con claridad por todo el pueblo. «Cuando subieron a Segunda ya me pareció una pasada, así que verles llegar a Primera fue algo increíble. Toda mi familia lloramos de emoción al ver a Añibarro, Arru, Xabi y compañía llegar a lo más alto».Resulta significativo que competiciones tan importantes como los Juegos Olímpicos o el Tour de Francia se hayan aplazado y que LaLiga se empeñe en acabar la competición, aunque no le sorprende la insistencia.

«Ya sabemos todo el dinero que mueve el fútbol y es normal que intenten terminar la competición, pero no veo la forma en la que lo puedan hacer, porque ya he oído a jugadores que no están por la labor de jugar. Ganarán mucho dinero, pero son personas y corren el riesgo de enfermar y de contagiar a sus familias. El fútbol es un deporte de contacto, hay golpes, heridas, me parece inviable».

Él, que ya tiene la experiencia de haber jugado solo ante 700 personas en Ipurua, no quiere ni imaginarse una liga a puerta cerrada. «Ya se vio en el derbi lo triste que es jugar sin público. Se vio claramente perjudicado. Ipurua es la gran fortaleza del Eibar pero cuando está la afición».

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