Sirimiri: El perro le roba el bocadillo a una pareja

Denuncia Conchi Abalde: «Llevo varios años escribiendo al Ayuntamiento para pedir que nos arreglen la cuesta del paseo Arriola, sobre todo la zona más empinada, desde los soportales del 23-25-27-29 hacia la zona alta. Las baldosas están rotas, desiguales, con zonas reparadas con cemento de forma provisional que ya lleva años así. Tienen verdín y un moho negro que cuando llueve ya puedes llevar el mejor calzado que resbala como pista de patines. El paso que va por detrás del número 28 también tiene musgo, las luces no se ven porque no podan los arbustos. De noche, si no quieres caerte, mejor que vayas con linterna. Ya no digo nada del mobiliario urbano. Como muestra, el banco que está frente a la clínica da asco verlo, así que no digo nada sentarse. En la parte alta, cuando llueve se forma una balsa de agua que ocupa carretera y acera. En cierta ocasión me contestaron del Ayuntamiento que no me atendían por reiteración. Claro que si no te hacen caso, insistes. Donostia es más que el marco incomparable, los barrios son más importantes porque somos los vecinos de esta ciudad los que pagamos impuestos para que todo funcione. Y yo hablo de mi zona, pero creo que los demás barrios pueden decir lo mismo. Si escribo es para ver si les avergüenza un poco y lo resuelven».

Comenta Angela: «¡Qué hartazgo! Un intolerante va a la playa un día de sol, ve a gente disfrutar de la libertad y felicidad de sus perros corriendo y jugando. Pero ese intolerante solo ve algo desagradable y quiere castigar a los perros a la cadena y a la quietud. No le importa que haya más perros que niños en España. Tampoco es consciente de que los perros ya son castigados por el Ayuntamiento a cuatro meses sin pisar las playas. Entérense los intolerantes: los perros son parte de nuestra familia y como a tales les queremos, cuidaremos y defenderemos de intolerantes. ¿De verdad no tienen nada más importante que pedir al Ayuntamiento?».

Se queja Ramón: «Soy el socio de la Real Sociedad número 5.545. El volumen de la megafonía durante el descanso es insoportable, imposible conversar con mi entorno o hablar por el móvil. Es muy desagradable. Por favor, bajen el volumen de los altavoces».