Marta Arnoldo sirviendo un helado a un cliente en la veterana heladería donostiarra. Gorka Estrada

Las heladerías en la Semana Grande donostiarra

«Las tarrinas ganarán a los cucuruchos»

En Semana Grande se duplican las ventas y las colas en las heladerías, en las que no existe hora definitiva de cierre

Leticia Alfonso

San Sebastián

Domingo, 10 de agosto 2025, 07:21

El número de tarrinas y cucuruchos que se sirven al día en Semana Grande es «incalculable», afirma Marta Arnoldo y vaticina que las tarrinas ... van a ganar a los cucuruchos porque «antes solo se pedían cucuruchos y ahora hay mucha tarrina, se está equilibrando y está subiendo un montón». Sin una razón aparente, asegura que los clientes se declinan más últimamente por el helado en los envases que por los tradicionales barquillos. Sobre sabores no se moja, «aun no existe un sabor favorito de Semana Grande».

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Marta Arnoldo lleva cuarenta Semanas Grandes detrás de un mostrador «sirviendo alegría» en forma de helado a los usuarios que deciden visitar su heladería en estas fiestas tan señaladas. Desde hace 12 años trabaja diariamente en la heladería, aunque lleva 40 veranos sirviendo en estas fechas festivas y admite no haber conocido estas fiestas fuera del mostrador porque «si sé que me necesitan aquí, no lo voy a disfrutar fuera».

La histórica heladería Arnoldo, implantada desde 1935 en la capital donostiarra, tendrá abiertos sus siete establecimientos hasta altas horas de la noche para ofrecer helados a los donostiarras y turistas que disfrutan de la Semana Grande. Debido a la imprevisibilidad característica de estos días festivos, no tienen un horario definido, sino que «depende de la gente, si hay clientes nos quedamos, si no vamos recogiendo, pero no hay una hora definitiva de cierre».

Alegría y diversión

«En la heladería en Semana Grande vendes alegría, vendes diversión y eso el estrés no lo puede estropear»

Esa imprevisibilidad no solo depende de las personas «para nosotros la clave es el buen tiempo», confiesa Arnoldo. Una semana festiva lluviosa puede ser la ruina para una heladería, «si hace malo en Semana Grande vendes como un día muy normalito de agosto, cuando normalmente en estas fiestas duplicas las ventas un día de buen tiempo». Para esta heladera, el pico de ventas se encuentra en un día soleado de Semana Grande, en el que a las personas les apetece tomarse un helado después de cenar o de disfrutar del espectáculo de los fuegos artificiales.

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Si la meteorología es propicia las colas pueden rodear la esquina de la calle, tanto antes como después del espectáculo pirotécnico. En su heladería intentan ser lo más rápidos posibles en el mostrador y contratan a 4 trabajadores, en vez de los 2 habituales, y lógicamente, aumentan el número de suministro de helado. «Nosotros intentamos ser muy dinámicos para atender al cliente», asegura la sucesora de la histórica heladería, que entiende que los clientes estarán «hartos» de sufrir las múltiples colas que hay en Semana Grande. Para lograr esa rapidez en el servicio, solicita la colaboración de los clientes, teniendo el dinero preparado y el sabor de helado elegido.

Sin hora de cierre

«Depende de la gente, si hay gente nos quedamos, si no vamos recogiendo, pero no hay hora definitiva de cierre»

A pesar del estrés que puede suponer para muchos hosteleros estas fechas, Marta Arnoldo dice que «es muy divertido... Bueno, a nosotros nos gusta el meneo de trabajar en Semana Grande y nos divertimos mucho». Reconoce que ya desde agosto se acostumbran a trabajar bajo presión, por lo que en Semana Grande sirven con una sonrisa porque, según ella, «vendes alegría, vendes diversión y eso el estrés no lo puede estropear».

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Una fiesta para heladeros

La heledería Arnoldo celebra una fiesta con todos los empleados de sus siete establecimientos al día siguiente de acabar las fiestas. «Al final somos como 55 personas, y es gente joven que se pasa toda la semana currando, con esto les damos un motivo para que vengan a trabajar con alegría». Por lo que, cuando Donostia se despide de la Semana Grande, la heladería abre para que lo puedan disfrutar quienes han sido privados de celebrarla.

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