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La nostalgia y el romanticismo de OBK conquistan Sagüés
El grupo repasó tres décadas de éxitos en su debut en la Semana Grande, en un concierto caracterizado por una ejecución sólida y un setlist que equilibró emoción y energía
Pablo de León
Martes, 12 de agosto 2025, 06:28
No son muchos los grupos españoles que han sabido afrontar el paso de los años con la serenidad y la coherencia con que lo ha ... hecho OBK. Lo que a comienzos de los noventa se percibía como una apuesta poco común, hoy se alza como un repertorio sólido, fácilmente reconocible y, sobre todo, todavía capaz de conectar emocionalmente con su audiencia. El debut de OBK en la Semana Grande donostiarra demostró que el grupo no se limita a desempolvar viejos éxitos, sino que les insufla nueva vida.
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Uno de los grandes aciertos de la propuesta fue la ausencia de artificios innecesarios. Jordi Sánchez no cayó en la tentación de modernizar su sonido de forma forzada ni de subirse a modas pasajeras. Prefirió reafirmar la esencia de OBK: bases electrónicas nítidas, estribillos pegajosos y letras que alternan el desgarro sentimental con la autoafirmación.
Eso sí, el pulso rítmico sonó renovado y la producción mostró un cuidado notable. Canciones como «Tú sigue así» o «Oculta realidad» ganaron en contundencia respecto a sus versiones originales gracias a arreglos que potenciaban la percusión electrónica y a un empleo preciso de capas de sintetizador, logrando un resultado más compacto y vibrante.
El setlist, cuidadosamente ordenado, supo jugar con las emociones. Temas como «Oculta realidad» y «Quiéreme otra vez» mantuvieron alta la intensidad inicial, mientras que piezas como «De qué me sirve llorar» ofrecieron una reinterpretación más dinámica que capturó tanto a fans de la vieja escuela como a nuevos seguidores.
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En el plano vocal, Jordi ofreció una interpretación solvente y convincente. Aunque su voz nunca ha destacado por una potencia extraordinaria, conserva intacta la calidez y el estilo interpretativo que lo identifican desde hace más de tres décadas.
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Uno de los momentos más especiales llegó con el arranque semiacústico de «Mi razón de ser». El cambio de registro respecto al resto del concierto fue todo un acierto, generando una sensación de unidad entre el escenario y la audiencia, que cantó la pieza de principio a fin.
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El tramo final confirmó que OBK sabe dosificar y manejar los clímax. La sucesión de «Lucifer», «El cielo no entiende» mantuvo la intensidad alta, antes de dar paso a un guiño a sus raíces con «Personal Jesus» de Depeche Mode, que sirvió como enlace entre sus influencias y su propio universo musical. El cierre con «Historias de amor» fue pura celebración: nostalgia, baile y un coro multitudinario que se prolongó hasta el último acorde.
Si hay algo que se le pueda achacar a la actuación, sería cierta previsibilidad. OBK eligió la seguridad de un repertorio infalible, lo que garantizó la entrega de su público pero dejó poco espacio para la sorpresa o la experimentación. Sin embargo, nada de eso pareció importarle a los asistentes, que acudían, precisamente, buscando sumergirse sin fisuras en el imaginario sonoro que marcó la banda sonora de varias generaciones.
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En suma, OBK continúa siendo una apuesta fiable en directo, fruto de sus canciones bien construidas, ejecutadas con honestidad y capaces de provocar, en una misma noche, emoción y movimiento.
Tras este apabullante viaje por la nostalgia, J Martina + Dupla serán los próximos artistas en citarse en el escenario de Sagües. Dos nombres emergentes que traerán aire nuevo y energía fresca a la programación musical de la Aste Nagusia.
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