El arte de atraer al paseante

Cuando el 'baja telón', llega Bongio Estrada, un payaso excéntrico y atrevido. «Empecé trabajando en los semáforos, hacía los malabares muy mal y la gente se reía de mí, y me di cuenta de que eso era lo mío», recuerda este clown, que vivió muchos años en Italia, donde nació su nombre artístico 'Bongio'.

El ambiente y las risas no se detienen, y ahora es el turno para Leandro Insua. Es más joven y con menos experiencia, pero junto a sus nuevos compañeros de profesión da inicio a su show, donde no falta el ingenio, los malabares imposibles y las carcajadas del público. Cuando acaba agradece «la cercanía del público donostiarra». «Cuando generas empatía y recibes el calor del público es difícil decir que esto es trabajo», sostiene el joven.

Con menos ruido pero con el mismo talento se encuentra Hernán Gaczynski, un acuarelista que lleva manchando sus manos y enamorando al mundo con sus obras toda una vida. Esboza sus ideas desde una pared, un lienzo o hasta en una carcasa del móvil. «Vengo todos los veranos para escaparme del invierno en Argentina. «Dibujo desde que tengo uso de razón, el ochenta por ciento de mi vida tengo las manos manchadas», dice el artista.

Frente a La Concha descansa 'El escultor encantado', la escultura humana detrás de la que se encuentran Douglas Delgado y Graciela Bastidas, un matrimonio venezolano que acapara las miradas de los paseantes. Para este matrimonio el «arte no necesita un museo ni un renombre social para demostrar que somos grandes personas», concluye Delgado.

Sin perder de vista el espectáculo que ofrecen estos artistas, los turistas se siguen agolpando frente a la barandilla para disfrutar de este 'museo' al aire libre con inmejorables vistas, y escuchar la banda sonora que proponen los cantantes callejeros, este lunes era la de un guitarrista que ofrecía «música para la paz».