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Una vista de la Plaza de La Constitución inédita en un día de Santo Tomás. arizmendi

El año en que un virus borró a la cerda de la Consti

Las restricciones sanitarias por la pandemia impidieron celebrar una de las fiestas más populares del año. Hubo txistorra, pero faltaron los olores y el bullicio de otros años

Lunes, 21 de diciembre 2020, 17:26

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Un día de Santo Tomás sin feria no es lo mismo, pero el espíritu prenavideño venció a la amenaza del coronavirus y fueron muchos ... los que se echaron a las calles para hacer compras y comer txistorra. Al haberse suspendido los festejos por las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias para frenar los contagios, no hubo puestos de sidra y talos ni cerda que exhibir en la plaza de la Constitución. En su lugar, la gran bola luminosa de Navidad presidió el que suele ser el epicentro de las celebraciones del 21 de diciembre, en esta ocasión ocupado por las tan cotizadas terrazas hosteleras.

Por verle el lado positivo a la situación, tampoco se sufrieron las incomodidades habituales de esta jornada. No hubo problemas para aparcar y un organizado transitar de personas sustituyó a las multitudinarias avalanchas que otros años hacen casi imposible moverse por la Parte Vieja sin llevarse un empujón o un pisotón. Mantener la distancia social, una de las normas básicas para prevenir el Covid-19, era coser y cantar.

La ilusión por Santo Tomás llevó a niños y mayores a vestirse de baserritarras, de manera que no resultó difícil cruzarse con parejas, familias y hasta cuadrillas enteras ataviadas con los ropajes tradicionales de la feria.

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Además del tumulto, la alegría y el olor a txistorra en el aire, se echó en falta la actividad propia de los puestos de txistorra, donde estudiantes de diferentes centros y edades acostumbran a vender comida y bebida –los menores, sin alcohol– para recaudar un dinero con el que costearse el viaje de fin de curso.

Los más avispados, lejos de conformarse con la realidad que les ha tocado vivir, acertaron a reinventarse. Fue el caso de un grupo de aspirantes a periodistas que, con un carrito cargado de viandas en forma de aguinaldo –pata de jamón incluida– recorrían las calles vendiendo papeletas a un euro para una rifa que se celebrará en unos días. El ganador se podrá dar un homenaje en Nochevieja y ellos habrán obtenido algo de presupuesto para financiar su proyecto editorial.

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Pintxos en los bares

Fuera de la Parte Vieja, la jornada transcurrió con normalidad en otros escenarios frecuentes de la feria como el Boulevard, Okendo o la plaza de Gipuzkoa, donde pareció un lunes cualquiera de invierno con algo más de movimiento por faltar apenas tres días para Nochebuena.

Bares de toda la ciudad, en el centro y los barrios, pusieron su granito de arena para que el día de Santo Tomás del año de la pandemia no pasara sin pena ni gloria y ofrecieron pintxos de txistorra a sus clientes, muchos de forma gratuita. Así, quien se acordó y quiso pudo saborear, al menos durante un minuto, la esencia de una feria que en 2021 se espera regrese con todas las de la ley. Esa sería la mejor noticia que podrían recibir los donostiarras después de un 2020 para olvidar.

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Sonia García. Trajes de baserritarra en almacenes la bretxa

«Las ventas han caído en torno a un 50%. Está siendo un palo»

Aunque a lo largo del día se pudo ver a pequeños y mayores ataviados con el clásico traje de baserritarra, lo cierto es que la cancelación de la feria y la falta de ambiente en las calles hizo que muchos no quisiesen sumarse a las formas de vestir propias de esta fiesta. De ello también dan buena cuenta las tiendas que se dedican a su venta. «Para adultos se ha vendido muy poca cosa. Con los niños de los colegios, que sí se han vestido, hemos salvado algo las ventas de esta temporada, pero aun así, nada que ver con otros años», cuenta Sonia García, responsable del comercio Almacenes La Bretxa, situado también en esta misma calle de la Parte Vieja.

Esta empresaria calcula una caída de «en torno al 50%» con respecto a cualquier otro año. «Está siendo un palo, porque estas ventas entre noviembre y diciembre por el tema de los trajes de baserritarra nos dan aire para todo el trimestre, y este año nos hemos quedado a medio gas. Y si encima el año de por sí ya ha sido malo, pues imagínate», se lamenta.

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Idoia Odriozola, de la tienda del mismo nombre ubicada en la calle San Juan, apunta por su parte que «no ha habido sanjuanes, carmenes, sanfermines, tampoco ha habido grupos de baile... Vienes arrastrando todo el año y ahora esto. Menos mal que algunas ikastolas han hecho algo. Pero está siendo muy duro y 2021 también será difícil».

Los miembros de Gero Axular Dantza Taldea también han tenido que reinventarse. Durante los últimos tres años han organizado el concurso de trajes de baserritarra, en el que se premiaba a los mejor trajeados, atendiendo tanto al diseño del traje como la forma adecuada de ataviarse con él. Este año no ha podido ser. «Es una pena, porque estaba funcionando muy bien y el objetivo ere repetir. Valoramos hacer alguna otra cosa en un lugar con aforo más limitado, pero no ha podido ser», explica Gurutze Tellería, una de las responsables de la iniciativa.

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Sin embargo, no se han quedado de brazos cruzados. En la sala Kutxa Kultur de Tabakalera han puesto en marcha una exposición de trajes tradicionales con la explicación de sus características. «Y está unida con un proyecto solidario para dar a conocer la enfermedad de Dravet, ya que cada traje también va acompañado de una descripción de los problemas que sufren los afectados por esta enfermedad».

Manu Iradi. Ganador del Concurso de Frutas en 2019

«Hacemos buena venta, pero este es el día de la txistorra, no de la fruta»

Manu Iradi, el productor de manzanas de Hernani, faltó ayer a su cita de la plaza de la Constitución, pero sin nostalgia. «La feria de Santo Tomás es el día de la txistorra, no de la fruta». Todos los productores se aprovechan y venden bien, también los de frutas, pero a Iradi no le ha afectado tanto la suspensión. «Este año ha habido poca producción y yo la tengo vendida». La mayor parte, 40 toneladas, para sidra. Las 15 toneladas restantes, manzana de mesa, la vende en el mercado itinerante de los sábados. «Me he ido retirando de casi todas las ferias. A la única que voy es a la de Ordizia. Por ser en septiembre, es la primera fruta y se vende bien. Y además voy porque el Ayuntamiento se porta: te paga por ir y por m2 de expositor». Afirma que se está pensando «si seguir viniendo a Donostia» porque no le gustan los criterios que utiliza el jurado ni los problemas que tienen para salir de la plaza por la tarde: «Me zarandean la furgoneta». De momento, saborea la gran manzana de este año y lo mucho que la está valorando la gente: «Con la pandemia estamos vendiendo más».

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Kristina Saralegi. Criadora de la cerda en el caserío Arro

«Ha sido raro levantarme y no tener que ir a la feria. Una pena»

A Kristina Saralegi se le hizo «extraño» levantarse y no tener que desplazarse hasta Donostia. La criadora de la cerda que se exhibe en la plaza de la Constitución vivió la jornada de ayer con «pena» ya que, según cuenta, la feria de Santo Tomás le da vida y «nunca había faltado» a la cita desde que hace tres décadas, siendo una niña, empezó a ir con su padre, ya fallecido. «Normalmente, llevaríamos días con los preparativos de la feria: organizar los grupos de personas que me iban a acompañar en los puestos de la plaza de la Constitución y la Bretxa, preparar todos los utensilios necesarios para cocinar el talo, la txistorra, la tocineta, la decoración...», explica. Ayer, en cambio, fue una jornada como cualquier otra en el caserío Arro de Leitza, donde suele engordar y preparar a la 'reina' de Santo Tomás, una feria que para Saralegi es «muy importante», ya que además de ser «una de las pocas que hacemos al año» tiene un significado especial por los recuerdos y la nostalgia. «Pero lo principal ahora es la salud y espero que el próximo año vuelva la normalidad», afirma.

Ezozi Etxeberria. Ganadora Concurso de Verdura en 2019

«Ferias como la de Santo Tomás nos aportaban un extra que venía muy bien»

Ezozi y su hermana Carmen son un clásico del concurso de verdura de la plaza de la Constitución en un día como Santo Tomás. Desde el caserío Arizaga de Soraluze suelen traer de todo y elaboran también pan. La jornada de ayer fue «triste» para esta baserritarra, como el conjunto del año, donde por no celebrarse no ha habido ni Kastañarre Eguna el segundo fin de semana de noviembre, una cita ineludible para la cuenca del Deba. «Nos hemos limitado a vender en el mercado de Soraluze, donde ya solo hay tres puestos. Al quedarnos sin ferias, salvo la de Bergara, los productos no tienen salida y si no ingresas no puedes gastar. Esto es una cadena y como siga así...». La baserritarra no termina de ver despejado el horizonte y cree que volver a la situación anterior «va a costar». 2020 no solo ha sido duro en lo económico, sino también en lo personal. «Todo el mundo cogió el virus en casa, salvo yo. Tres semanas confinados estuvimos. Y menos mal que mi esposo le dio la vuelta, que estuvo ingresado y el de al lado se fue al hoyo. Yo no me quitaba la mascarilla ni para dormir».

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