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Olentzero y Mari Domingi recorrerán en coche las calles de Donostia antes de repartir los regalos
Se dejarán ver por los barrios de la ciudad mañana jueves de 13.00 a 15.00 horas
La llegada de Olentzero a San Sebastián disparó este miércoles la ilusión de los niños. Acompañado de Mari Domingi, el carbonero bajó de la montaña a primera hora para dejarse ver en el teatro Principal, donde algunos afortunados con invitación y decenas más desde sus casas vía internet pudieron empezar a sentir la magia de la Navidad, el mejor remedio contra la tristeza de un año que parece interminable.
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No resultó difícil olvidar la realidad durante un rato y, salvo por la necesidad de cumplir un estricto protocolo sanitario, parecía que la pandemia solo hubiera sido un mal sueño. A quienes tuvieron la suerte de encontrar asiento en el Principal -250 personas por sesión-, la mascarilla, el gel hidroalcohólico y la distancia de seguridad no les impidieron disfrutar de las historias de Tomaxen Abenturak, el grupo de payasos que ofreció la obra en euskera 'El Misterio de Olentzero y Mari Domingi'.
En la función, Tomax y Muxi tratan de descubrir quién ha secuestrado a ambos personajes y dónde se los han llevado, una trama que arranca con una inquietante llamada de un hombre con acento ruso, un armario que se mueve solo y una serpiente gigante.
Al final de la actuación -¡alerta de spoiler!- y una vez rescatados, Olentzero y su compañera hicieron su aparición estelar ante la atónita mirada de los niños, que ni siquiera pestañeaban para no perderse nada de lo que acontecía sobre el escenario. Alguno hasta se frotaba los ojos para saber si era verdad aquello que estaba viendo. El carbonero prometió a los espectadores que la noche del día 24 dejará sus obsequios bajo el árbol si se han portado bien durante el año y han obedecido a sus padres.
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No es de extrañar la ilusión que mostraban. Los últimos nueve meses han sido nefastos para todos, pero los más pequeños lo han sufrido de forma especial al verse privados de su rutina escolar, los juegos con los amigos y los abrazos de los abuelos, limitaciones que no siempre han sido sencillas de comprender para ellos. Por eso, la llegada de las navidades supone un respiro y una oportunidad para recuperar, aunque sea de forma provisional y con restricciones, la alegría de su vida anterior al Covid-19.
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La situación provocada por el coronavirus también ha obligado a Olentzero y Mari Domingi a ponerse al día con las nuevas tecnologías. Ahora que en el caserío tienen buena cobertura de móvil y la conexión a internet ha llegado al bosque de Izenaduba, han podido recibir por email las cartas de los niños con sus deseos para estas fiestas.
Antes de bajar a la ciudad, enviaron un mensaje de vídeo por YouTube en el que mostraban los preparativos de su viaje y resolvían algunas dudas que sus ayudantes los galtzagorris tenían respecto a la identidad del destinatario de algunos regalos. Todo ello mientras lavaban y cortaban patatas, zanahorias y puerros para cocinar una porrusalda en su casa de Mungia, donde durante todo el año viven aislados haciendo carbón vegetal.
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Itinerario sorpresa
Los niños que no hayan conseguido una de las invitaciones para las sesiones del teatro Principal y quieran ver a Olentzero en persona deberán estar muy atentos este jueves al mediodía, ya que el carbonero y Mari Domingi recorrerán la ciudad en coche descapotable -si la lluvia lo permite-, un acto que sustituirá a la tradicional recepción de las cartas y la cabalgata de la tarde de Nochebuena. Ambos personajes aprovecharán la ocasión para saludar a las familias donostiarras antes de acudir a todos los hogares para repartir los regalos.
Entre las 13 y las 15 horas, cubrirán un itinerario sorpresa del que se desconocen los puntos de paso para evitar que se formen aglomeraciones en las aceras. Lo que sí se sabe seguro es que se pasearán por diferentes barrios, de manera que habrá que asomarse a los balcones y estar pendientes del tráfico para intentar verlos. Como estas navidades son especiales, Olentzero y Mari Domingi no podrán detenerse con la chavalería, pero quieren aprovechar un momento antes de su ajetreada noche para saludarles y repartir esperanza en el año más duro que se recuerda.
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