El oasis navarro de Donostia
Artikutza. La finca municipal adquirida hace un siglo para garantizar el abastecimiento de agua potable es una reserva natural única en Europa
El vaciado del embalse y la próxima puesta fuera de servicio de la gran presa de Enobieta, en Artikutza, abre un nuevo ... horizonte de futuro para esta finca de titularidad municipal ubicada en suelo navarro. La riqueza natural de este espacio, considerado por los expertos único en Europa, obliga a priorizar su conservación y convertirlo en un referente frente al cambio climático.
Fue en 1919 cuando el Ayuntamiento decidió comprar este oasis de 3.700 hectáreas situado en el término de Goizueta que linda con Oiartzun y Lesaka y que debe su nombre al pequeño barrio que se esconde en su interior. La razón: la ciudad necesitaba agua potable.
A comienzos del siglo XX, durante la Belle Époque, el ritmo de crecimiento de la población de San Sebastián era extraordinario, sobre todo en verano, cuando la realeza establecía aquí su sede vacacional. Los pozos y manantiales cercanos no bastaban para garantizar el abastecimiento y hubo que estudiar nuevas soluciones buscando aguas arriba del Urumea. Entonces se construyó una pequeña presa en el río Añarbe, en el límite con la finca, pero en 1902 unas fiebres tifoideas acabaron con la vida de 40 personas y el foco de la epidemia se localizó en dos habitantes del barrio de Artikutza enfermos que infectaron el río con el lavado de ropas y el vertido de aguas fecales de las viviendas. Este hecho fue el detonante para que el Ayuntamiento viera necesario el control absoluto sobre Artikutza.
Los expertos apuestanpor retirar el poco ganado que queda y convertir el lugar en un referente frente al cambio climático
Tras difíciles negociaciones con los herederos del marqués de Acillona -hay que recordar que la finca, históricamente propiedad de la Colegiata de Santa María de Roncesvalles, había pasado a manos privadas con las desamortizaciones de finales del siglo XIX-, el consistorio pagó 3,2 millones de pesetas, una cifra que actualizada ascendería a unos 7,5 millones de euros. A partir de entonces se desplegó una amplia red de tuberías y canales que aprovechaba el agua de todos los manantiales y se prohibieron las actividades susceptibles de contaminar los afluentes del Añarbe: explotaciones forestales, mineras, presencia de ganado... Además, se limitó el acceso de personas y se abandonaron los caseríos dispersos (Elama, Goizarin, Egazki...), trasladando a todos sus habitantes al barrio de Artikutza.
Entre 1950 y 1960 se construyó la presa de Enobieta, que por problemas geológicos no llegó a terminarse y su capacidad quedó reducida a la mitad de lo inicialmente proyectado. Estos déficits estructurales obligaron a crear un nuevo embalse unos kilómetros río abajo (presa del Añarbe), que comenzó a funcionar en 1975 y que, con una capacidad treinta veces mayor, es hoy fuente de suministro de agua de toda la comarca de Donostialdea.
Vaciado sin precedentes
Ya sin uso y con la necesidad de acometer reparaciones millonarias, el consistorio optó en 2016 por iniciar el vaciado del embalse. Arturo Elosegi, catedrático de Ecología de la UPV-EHU que supervisó el proceso, confiesa que las consecuencias de esta decisión generaban cierto miedo porque nunca se había puesto fuera de servicio una presa tan alta en Europa, con la excepción de la del monte Saint-Michel de Francia. Sin embargo, en poco tiempo se pudo comprobar que el agua bajaba mucho más clara y que la recuperación de la biodiversidad en el embalse está siendo rápida. De hecho, el vaso ha sido colonizado por diferentes especies de insectos e invertebrados de río.
El Añarbe es uno de los ríos europeos con más madera muerta, comparable a los bosques de Canadá o Alaska
Este experto cree que ha llegado el momento de plantearse el futuro de Artikutza con la protección de las 6.400 hectáreas que conforman la cuenca del Añabe -incluyendo las tierras comunales de Oiartzun y Goizueta- y la retirada del poco ganado que todavía pasta por la zona. También con el establecimiento de una estación de seguimiento del río (temperatura, caudal...) como herramienta para la lucha contra los efectos del cambio climático. «Conocer, estimar, proteger», le aconsejaba al alcalde, Eneko Goia, durante la visita que realizó con motivo del centenario de la compra de la finca por parte del Ayuntamiento.
Diez personas integran la plantilla encargada de mantener y cuidar este tesoro natural, con cientos de especies animales y vegetales dignas de estudio. Por ejemplo, solo de hongos se han documentado más de 400. Robledales, hayedos y bosques de ribera ocupan el mayor porcentaje de superficie arbórea. Y entre insectos, anfibios, reptiles, cerca de 40 tipos de ave y 15 de murciélagos destaca el desmán de los Pirineos o ibérico, un topo de agua en peligro de extinción que es la estrella del parque. Se trata de un mamífero pequeño, nocturno y esquivo que ha encontrado en Artikutza su hogar.
También hay erizos, musarañas, comadrejas, nutrias, tejones, garduñas, ginetas, zorros, martas, gatos monteses, liebres, jabalíes y corzos. Muchos de estos animales hacen del río su vida y para ellos es fundamental una de las características que hacen de Artikutza un lugar único: la madera muerta.
El desmán de los Pirineos, un topo de agua en peligro de extinción, es la estrella de los cientos de especies que conviven en el parque
Los árboles caídos forman presas naturales entre riberas, escenario favorable para el desarrollo del ecosistema. El Añarbe, afluente del Urumea, es uno de los ríos europeos con más madera muerta, una situación que en el mundo solo es posible encontrar en los bosques de Canadá y Alaska, allí donde la huella del hombre es testimonial o inexistente.
Los datos
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3.700 hectáreas de superficie ocupa la finca de Artikutza, propiedad del Ayuntamiento donostiarra en el municipio navarro de Goizueta. Linda con Oiar-tzun, Lesaka, Arantza, Zubieta y Beintza-Labaien y la rodea un circo de montañas cuyas cimas principales son Arainburu y Loitzate.
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Cómo llegar Por carretera. El único acceso es por la GI-3631, que parte desde Oiartzun y, tras 15 kilómetros y una vez superado el puerto de Bianditz, llega a la portería de Artikutza (Eskas). A pie. Por senderos de montaña se puede llegar desde Zubieta, Aranaz o Lesaka.
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Acceso Limitado. A pie es libre. En coche, hasta el barrio, se necesita solicitar permiso con antelación al Ayuntamiento.
Si Artikutza se ha mantenido en el último siglo a salvo de la acción exterior es en parte gracias al empeño del consistorio por limitar el acceso y las actividades que se desarrollan en su interior. Aunque se puede entrar cualquier día del año -no solo en la jornada de puertas abiertas por San Agustín- para llegar en coche hasta el barrio -a 6 kilómetros de la valla principal- hay que pedir permiso con antelación. En 2004, Artikutza pasó a formar parte de la Red Natura 2000 y fue incluida como uno más de los 42 LIC (Lugar de Interés Comunitario) de Navarra. En enero 2016 se publicó su designación como Zona Especial de Conservación (ZEC) de esta red. Una auténtica joya.
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