Un lugar lleno de flores para los que saben mirar

Donostia, espacio ideal ·

La ciudad y sus zonas verdes acogen sorprendentes y bellas especies, como la orquídea abejera o la protegida armeria euscadiensis

Cristina Turrau

San Sebastián

Domingo, 5 de julio 2020, 07:37

De una riqueza abrumadora califican los expertos a Donostia en materia de flores. Las hay variadas, sorprendentes e incluso endémicas y protegidas, como la ... armeria euscadiensis o clavel vasco, que crece en Ulia y, en menor medida, en Urgull. También, la orquídea abejera, que imita el abdomen de una abeja hembra para atraer al macho y ser fecundada. «Esta primavera ha sido espectacular», dice Jesús Mari Alquézar, expresidente del Club Vasco de Camping. Y para Joana García Romero, nutricionista experta en fitoterapia, «Donostia es el lugar ideal para encontrar flores».

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Basta con darse una vuelta para encontrar una flor que mirar, dice García Romero, autora del libro 'Guía de flores de Euskal Herria' (Sua Edizioak). «No creo que hay un paseo ideal, aunque por ejemplo en Ulia crecen en abundancia de forma salvaje porque el lugar lo permite, algo que también sucede en Miramon», explica. «En Donostia, las flores están muy cerca siempre, solo hay que mirar sobre todo en zonas donde aún no han segado las malas hierbas. Ahí, la variedad es enorme. Si nos fijamos podemos ver pequeñas florecillas azules a ras de suelo. Seguramente serán verónicas, por poner un ejemplo».

Joana García, en un camino de margaritas, en Miramon.

El interés por las flores se le despertó a Joana García con sus estudios de fitoterapia. «Los hice a distancia y solo contaba con las guías fotográficas que me ayudaban a identificar las distintas hierbas medicinales», cuenta. «Muchas flores eran preciosas, como la drosera, una planta que se utiliza en jarabes infantiles para la tos porque es fluidificante. Es una planta insectívora, con unos pelillos brillantes color rubí, con una gotita transparente -el mucílago con el que atrapan a los insectos- en cada extremo. La primera vez la vi en Jaizkibel y me emocioné. No pensaba que era tan pequeña y tan bonita».

Buscar para encontrar

Las imágenes de las flores en libros y guías engañan. Ocurre que la imagen de la planta o la flor en cuestión están aumentadas de tamaño. «Cuando las ves al natural te das cuenta de que son chiquitinas y que la mayoría, si no las buscas expresamente, no las encuentras», señala.

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Las flores le han dado muchas alegrías. «Poder verlas en su hábitat natural me produce una emoción única», dice. «En Donostia tenemos una variedad muy grande y las tenemos bien a mano para disfrutarlas». Cuando escribió su primer libro, sobre fitoterapia, pensó que no las vería in situ. «Me equivocaba. Solo hay que poder los ojos de mirar flores en modo 'on'».

Hay razones para disfrutar de este regalo de la naturaleza. «Observar la riqueza del mundo vegetal ayuda a abrir los ojos y dejarse llevar por este fascinante mundo. Los bordes de los caminos suelen tener mucha vida y ello acompaña a un buen paseo. La bolsa de pastor, el hinojo marino -que suele verse en los muros del Urumea- o las belloritas, que tapizan de blanco cualquier zona verde de la ciudad cuando llega la primavera, nos esperan».

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Lilium pyrenaicum retratado en Ulia. Joana García

¿Cuáles son las más bonitas de San Sebastián? «Para mí no hay más o menos bonitas, creo que todas lo son aunque sí que hay unas más llamativas que otras. Me gustan muchísimo, por lo pequeñitas que son y el color azul que tienen, los nomeolvides. En Miramon suelen abundar. Son pequeños puntitos azul claro entre la maraña de verde que llaman la atención; de cerca vemos que son unas flores casi perfectas, de cinco pétalos soldados entre sí, que a veces también son de color rosado o blanco, aunque generalmente el azul es el que las define».

La flor-abeja

Entre las más sorprendentes están las orquídeas silvestres. «En Donostia he podido observar varias especies, entre ellas la orquídea abejera, cuya flor tiene una forma ingeniosa de atraer a sus insectos polinizadores. El labelo imita el abdomen de una abeja hembra, por lo que atrae a los machos. También desprenden feromonas similares a los de estos insectos, para que se acerquen hasta ellas pensando que son una hembra y así fecundarlas. Tienen un par de polinios, pequeños saquitos con el polen, que se les pegan a la cabeza cuando el macho aterriza sobre ellas. Su apariencia es la de un precioso y pequeño muñequito de peluche sonriente. Sorprende».

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La orquídea abejera,que imitael abdomende una abeja hembra para atraer a los machos y ser fecundada. Joana García

El baile de las flores en Donostia comienza en febrero. «A partir de ese mes se desarrolla un gran pase de modelos floral. Empezamos con las prímulas, cuyo nombre ya nos pone sobre aviso de lo que va a suceder a partir de ahí. Su nombre proviene del latín primus o prumulus, que significa primero o que empieza. Su floración se inicia a finales de febrero, cuando la temperatura empieza a ascender».

El desfile se anima. «Seguidamente aparecerán las primeras violetas, las escilas, las anémonas, los dientes de perro, las hepáticas, las celidonias y el tusílago, del que primero vemos las flores y una vez empiezan a dar fruto, es cuando salen las hojas. A esta flor, amarilla, se la conoce también como uña o pie de caballo porque su hoja, de forma ligeramente poligonal, recuerda a la pisada de este animal».

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En marzo hay una gran eclosión. «Podemos encontrar las pinguículas o grasillas, pequeñas flores insectívoras de color azul que completan su dieta con los bichos que caen en sus hojas basales. Suelen vivir en lugares húmedos, de turbera. Después continúan las consueldas, las búgulas, carrasquillas, las aguileñas, la palomilla de muro, los acantos, angélicas y sobre todo, la estrella de nuestra costa, la armeria euscadiensis, endémica del litoral vasco y protegida».

Esta primavera, el clavel vasco ha florecido como nunca. Lo sabe bien Jesús Mari Alquézar. «En los acantilados de Ulia ha habido un auténtico 'boom', aunque también se han podido ver en Urgull», subraya. «Ahora, la temporada de esta flor endémica ha acabado. A mediados de junio, con la llegada del calor, las flores empiezan a decaer. Pero, entre ellas, la armeria euscadiensis es la reina, la más difícil de encontrar. Este año no ha sido así: ha habido muchísimas y también una gran variedad de otras flores».

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Jesús Mari Alquézar, cerca de la punta de las ánimas de Monpas. A la derecha, flores de la pasión en Ulia.

Esta primavera, en las fases abiertas del confinamiento, Alquézar se dedicó, como otros muchos aficionados al monte, a descubrir flores. «En la franja que nos dejaban a los mayores casi no nos daba tiempo para disfrutar de Ulia, pero íbamos deprisa para ver flores. Hemos encontrado muchísimas. Ha sido una primavera excepcional».

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