La importancia de la esquina aporta identidad a la fachada

Así ha sido en el frente marítimo que ya estaba construido entonces, el que discurre desde la desembocadura del Urumea hasta la plaza Lapurdi. La práctica totalidad de los edificios de este Ensanche del Kursaal de Gros –incluye también las manzanas hasta el paseo de Colón– cuenta con algún grado de protección por el Peppuc. Es una de las zonas más densamente protegidas de la ciudad.

Muestra a su vez con naturalidad la transformación ideológica que supuso, durante los años en que se construyó, el cambio del eclecticismo al Movimiento Moderno. Si nos fijamos en la avenida de Zurriola, las manzanas más próxima a Ramón Mª Lili, prácticamente construidas por Francisco Urcola y Lucas Alday en los años 20 del siglo pasado, son reflejo del eclecticismo con el que proyectaban por aquellos años. Los edificios del final, hasta la plaza de Lapurdi, proyectados por Florencio Mocoroa y Pablo Zabalo a mediados de la siguiente década, son destacados ejemplos del Movimiento Moderno en nuestra ciudad.

Hacia la mitad, en la esquina con Miguel Imaz, destaca la aportación de Gregorio Azpiazu Ibargoyen, un arquitecto del que hay poco escrito. Oriundo de Hernani, obtiene el título de arquitecto en la Etsa Barcelona en el año 1925, cuando ve publicado un trabajo escolar realizado junto a su compañero Manuel García, en la revista más importante de la época, 'Arquitectura', en su nº 71.

Un proyecto de ordenación de la Puerta de la Paz de Barcelona, la que contiene la estatua de Colón, que pretende ordenar los flujos de tráfico y la imagen general del final de la Rambla en su encuentro con el puerto, proponiendo la construcción de edificios en estilo neorrenacimiento.

Al poco tiempo de regresar a casa, proyecta la Clínica Operatoria San Antonio en San Sebastián, que se inaugura a primeros de 1928. Más que un hospital, construye un elegante palacete en el estilo que tan bien dominaba como estudiante, que obtiene el reconocimiento de la prensa y de sectores profesionales de la ciudad. A finales del mismo año inaugura otra, la Clínica Nª Señora de Izaskun en Tolosa, esta vez en estilo neovasco. Ambos en las antípodas de las propuestas funcionalistas de centros sanitarios que por entonces empiezan a proyectarse en el norte de Europa y que sirvieron de modelo a proyectos posteriores.

Tras un periodo de obras menores, resurge con proyectos más importantes en diferentes municipios de Gipuzkoa. Todos ellos ya próximos a la nueva corriente de arquitectura moderna que está arraigando: los edificios de viviendas en Oria Kalea de Tolosa (1933) y en Andrekalea 2 de Hernani (1936). Y sobre todo los dos proyectos más importantes de su carrera –ambos incluidos en el registro Docomomo–, la reforma del frontón Beotibar de Tolosa (1935) y el edificio de viviendas de Zurriola 18 con Miguel Imaz 1 (1935).

Este proyecto de viviendas de planta casi cuadrada y en esquina, con dos fachadas y dos medianera, parte de un aprovechamiento lógico, una división con dos portales de dos viviendas por planta. Uno contiene toda la fachada principal con la esquina y el otro queda por tanto entre medianeras, con un frente más corto en la fachada lateral. La organización de cada uno se ajusta a sus condiciones de borde y a la ubicación estratégica de cada núcleo vertical comunicaciones, y de los patios de luces necesarios para iluminar las estancias interiores. Sin embargo una misma retícula compositiva va a unificar todo el proyecto, extendiéndose a las dos fachadas.

Se distancia del lenguaje clásico que ha estado manejando antes con tanta soltura para profundizar en una nueva concepción moderna más abstracta. Abandona la composición tradicional de dos fachadas autónomas separadas por un mirador que vuela sobre el chaflán –como los edificios del principio de la calle– para proponer un único paño principal de fachada que se dobla en la esquina. El vuelo que este pliegue genera sobre el obligado chaflán de las plantas bajas convierte el encuentro de los dos planos que forma la fachada en un mirador en pico.

Una variación de este hallazgo le permite componer la imagen principal de la fachada sobre la trama geométrica definida por el ancho uniforme de las estancias perimetrales. Establece un ritmo vertical con el juego de pliegues aristados que forman los miradores, compensado por unas franjas horizontales que lo equilibran para proporcionar una armonía entre todas las partes.

Recurre a una composición clásica de tres niveles. Un basamento, que comprende la planta baja y entresuelo, donde la trama geométrica de la fachada se marca con las pilastras semicirculares acanaladas. Un cuerpo principal que contiene el juego de los miradores plegados mencionado. Una logia o balcón corrido en el piso superior con un alero de hormigón decorado con un tratamiento de reminiscencias clásicas. Mención especial merece el remate superior del torreón de esquina donde un esbelto muro recupera el plano del chaflán del basamento para ofrecer una icónica coronación.