La hora del frente militar

Antes de adentrarnos en la trepidante actualidad local, recapitulemos. Cuando el pasado mes de noviembre se anunció la disposición del Ministerio de Defensa a vender ... los terrenos de los cuarteles de Loiola era imposible ver venir la que en efecto se venía: tras décadas de tiras y aflojas por hacerse con los terrenos, la noticia tornaba en un verdadero mazazo para amplios sectores de la ciudadanía, no digamos de la oposición municipal. Que si los constructores se estarán frotando las manos, que si por qué no lo dejan como está, que si a ver cuánto vamos a pagar, que si por qué no aprovechan para ampliar un poco más el parque de 39 hectáreas de Ametzagaina, que si no se podría conservar algún vestigio, que si no podría ser todo de VPO... Algunas de estas objeciones resultan la mar de razonables, lo que es un auténtico chiste es que eclipsen la consecución de un anhelo largamente perseguido por partidos de todos los colores y sabores. Todo esto, en una ciudad que ha hecho añicos las leyes del mercado inmobiliario. Al acabar la jornada, pensabas: «Menuda faena, veinte hectáreas para construir un nuevo barrio en una ciudad con un problema endémico de vivienda». Pero aquí, fuera del 20 de enero, no se celebra nada. La pandemia podrá imponernos sus rigores, pero jamás logrará arrebatarnos el espectacular maridaje del vinagre con nuestras vidas donostiarras.