San Sebastián: La historia del perro que resultó ser foca
Una mujer se lanzó ayer al Urumea en Donostia al creer que un can había caído al agua, pero en realidad era un ejemplar de este mamífero marino que lleva un mes en el río
Los bomberos de San Sebastián tuvieron que movilizarse ayer tras recibir el aviso de que un perro había caído al río Urumea y que una mujer se había lanzado al agua a rescatarlo. Pero lo que iba a ser una gran obra solidaria se convirtió en una anécdota de lo más cómica. Porque el perro no era perro, sino foca, así que la mujer se dio un frío chapuzón en balde, en un día en el que además las aguas estaban especialmente embarradas por la lluvia. En favor de la valiente rescatadora hay que decir que a las focas se las conoce comúnmente como perros marinos, por lo que no estaba tan equivocada.
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Resulta que el animal lleva un mes dejándose ver por el cauce del Urumea. Los primeros avistamientos se realizaron el 27 de enero en el entorno de los cuarteles de Loiola. Después se ha ido moviendo, llegando incluso al entorno del puente de María Cristina, aunque la zona de los barrios Amara y Riberas de Loiola es su preferida. Son varios los donostiarras que le han grabado pegándose auténticas comilonas a costa de los corcones que habitan en las aguas del río.
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«Hasta que no me acerqué a ella no vi que era una foca»
Aunque cuando los bomberos de Donostia recibieron ayer la alerta les aseguraron que la foca era un perro «que parecía cansado, al que le costaba salir», el animal se encuentra en perfecto estado, tal y como confirma Enrique Franco, vicepresidente de Ambar Elkartea, la sociedad para el estudio y la conservación de la fauna marina de Euskadi. Como muchos otros ejemplares que se han dejado ver en las últimas semanas en diferentes puntos de la costa guipuzcoana, son animales que han nacido en la zona de Gran Bretaña y que tras un largo viaje paran para descansar y reponer fuerzas. «Si estuviese mal, después de tanto tiempo ya hubiese muerto».
«Se irá en un mes»
La foca le ha cogido el gusto al Urumea porque se ha convertido en su restaurante particular. «Se ha quedado porque es una zona resguardada de los golpes de mar y porque tiene comida», dice Franco, que asegura que «de aquí a un mes desaparecerá». A pesar de la expectación que generan estos mamíferos cuando se acercan a la costa, desde Ambar insisten una vez más en que son «animales salvajes». Porque ladrar no ladran, pero sí muerden. «Una mordedura de una foca te puede arrancar una pierna», por lo que recuerdan que «hay que dejarlas en paz».
Además, aunque la foca está, como debe ser, a su libre albedrío, está vigilada de cerca por miembros de Ambar, que la vienen observando «desde lejos» desde que llegó a San Sebastián. Si la ve, ya sabe, no le eche huesos, es más de pescado.
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