Raquel de Bartolomé regenta La Jabonería de Matia, en el número 11 de esta calle del Antiguo. MICHELENA

Emprendedores en tiempos de Covid

Sin miedo a la crisis, las restricciones y la incertidumbre, se han lanzado a la aventura de abrir un negocio en los peores momentos de la pandemia

Jorge F. Mendiola

San Sebastián

Domingo, 17 de octubre 2021, 08:19

Montar un negocio es una apuesta de riesgo en cualquier momento y circunstancia, pero hacerlo en plena pandemia de coronavirus es una misión solo ... apta para espíritus aventureros. A las dificultades y retos intrínsecos de la apertura de una tienda o un bar se suman las restricciones propias de la crisis sanitaria y las reticencias de muchos clientes a entrar en lugares cerrados. Pese a todo, hay quienes se han atrevido a emprender y pueden contarlo. Estas son algunas de sus historias.

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Ane Puy: Bar Kapadokia

«Las mejores oportunidades surgen en situaciones así»

Carlos Artaza, Borja Olano y Ane Puy, tres de los socios del bar Kapadokia de la calle Pescadería. USOZ

Su caso es especialmente significativo, ya que encendieron los fogones en julio de 2020, nada más decretarse el final del confinamiento domiciliario. Ane Puy y sus socios Carlos Artaza, Borja Olano e Iñigo Ibáñez tenían la formación y experiencia para embarcarse en un proyecto como el Kapadokia, bar de la Parte Vieja que ofrece pintxos, raciones y, por la noche, copas hasta las 2.

Se conocen «de toda la vida» y siempre habían tenido la ilusión de hacer algo juntos, de ahí que no les echara para atrás que las circunstancias no fueran precisamente las mejores para la hostelería. «Al principio las restricciones no eran tan duras como este invierno. Ahora nos hemos llevado el golpe. Hemos tenido que prescindir de los empleados y meter nosotros todas las horas para sacar el negocio. Lo único positivo es que al ser el ritmo más pausado, hemos podido aprender a gestionarnos poco a poco», relata Puy.

Emprender en mitad de la pandemia no les ha dado miedo: «Somos una piña. Lo hablamos en casa y nos lanzamos. Al final, las mejores oportunidades surgen en situaciones así. Ha salido bien y esperamos que dure». Puy asegura que «los vecinos nos están ayudando mucho. La respuesta del barrio ha sido muy buena. Al ser novedad –aquí operaba el antiguo Zeruko– hemos estado bien cuidados. La gente viene y repite. Se nota que tienen ganas de ayudar». El propietario del local «también se ha enrollado» porque «si no habría sido imposible» seguir adelante con la inversión realizada en la reforma.

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Raquel de Bartolomé: La Jabonería de Matia

«Vivimos una época difícil, pero somos optimistas»

Siempre había tenido la idea del autoempleo en la cabeza y después de un largo periodo en paro decidió ponerse manos a la obra. Raquel de Bartolomé, de La Jabonería de Matia, juntó unos ahorros y empezó a buscar un nicho de mercado. Conoció el producto, le gustó cada vez más y en cuanto vio la oportunidad de alquilar un local en el Antiguo, su barrio, no lo dudó. Calculó hasta dónde podía arriesgar y con ese presupuesto y el apoyo incondicional de su marido, levantó la persiana en junio. «No hay muchos comercios de este estilo en Donostia, a diferencia de otras ciudades», explica De Bartolomé. Venden jabones artesanos y productos de limpieza del hogar a granel. «Apostamos por lo artesanal, lo reciclado, la reutilización de recursos. Es lo que se podría llamar bienestar consciente», cuenta. También se han introducido en el mundo de la cosmética sólida, champús en pastilla, acondicionadores, exfoliantes, cosmética biológica certificada, esponjas naturales 100% vegetales, regalos personalizados... En el proceso ha contado con una subvención de la Sociedad de Fomento y al principio sintió «un poco de miedo». «Vivimos una época difícil, pero somos optimistas con la recuperación. La gente está respondiendo y estamos contentos. Esto es un maratón, una carrera de larga distancia», concluye.

Jaione Idiakez: Jalo

«Hay que innovar porque no nos podemos hundir todos»

Jaione Idiakez y su hija Lorea Iturrarte, en la tienda Jalo de la calle Secundino Esnaola de Gros. I. RoYO

Su hija Lorea había estudiado diseño de vestuario para espectáculos, pero como tuvo que quedarse en casa por la pandemia, empezó a confeccionar mascarillas y a venderlas por Instagram con cierto éxito. Luego hizo bolsos y, tras asistir a un curso en Sevilla, le propuso abrir juntas una tienda en un local al que le había echado el ojo en Secundino Esnaola. Jaione Idiakez se encarga del segmento de decoración para el hogar (cojines, lámparas, telas, manteles, sofás, mobiliario...) y en la parte de arriba, en el taller, Lorea personaliza bolsos y manufactura objetos resinados y otros complementos. «Abrimos Jalo a finales de septiembre y nos están entrando un montón de pedidos», celebra Idiakez, quien ya contaba con experiencia comercial y no se arredró pese a la crisis estructural que sufre el sector. «Yo soy muy echada para adelante. Hay que innovar porque no nos podemos hundir todos. Además, los propietarios del local se han portado muy bien con el alquiler del primer año. Estamos contentas y la tienda gusta mucho», señala.

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Blanca Alejos: Blanca Hogar

«Más vértigo daba quedarse en casa sin hacer nada»

Blanca Alejos, en su comercio Blanca Hogar de la avenida de Sancho el Sabio de Amara. Borja Luna

En mayo se quedó en paro y, con 52 años y 18 de experiencia en el sector, optó por abrir su propio negocio. Blanca Alejos cogió la indemnización de su anterior empleo y alquiló un local en Sancho el Sabio. Su idea era establecerse en el Centro, pero los precios eran «inasumibles para la viabilidad del negocio». En su entorno le apoyaron mucho, tanto familia como amigos, y en estas primeras semanas de andadura –Blanca Hogar se inauguró el 1 de septiembre– la respuesta del barrio está siendo «positiva».

«Es una zona de mucho paso y aunque abrimos en el peor mes para este tipo de comercio por las vacaciones y la vuelta al cole, estamos contentos. Los vecinos preguntan mucho y se alegran de no tener que desplazarse al Centro para comprar», afirma. Venden ropa de hogar, cortinas, colchas, sábanas, fundas nórdicas y todo lo que se necesita de textil en una casa.

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Alejos hizo varios cursos subvencionados y «más o menos tenía las tres cosas que hacen falta para emprender: la experiencia, el dinero y las ganas, que también es muy importante». El establecimiento lo ha montado sola, pero ha tenido «muchas manos» para la puesta a punto, pintar, amueblar... Es consciente de que la situación no era la más propicia para el pequeño comercio, pero asegura que «más vértigo daba quedarse en casa sin hacer nada. Con la precariedad laboral que hay iba a ser difícil encontrar algo estable. Si dentro de dos o tres años tengo que cerrar, al menos lo habré intentado».

Más aperturas que cierres por primera vez desde el confinamiento

Los últimos datos ofrecidos por la Sociedad de Fomento invitan al optimismo. Por primera vez desde el confinamiento decretado en marzo de 2020, en la ciudad se han registrado más aperturas que cierres de establecimientos. En concreto, en lo que va de año se han producido 165 altas y 127 bajas en el listado de comercios activos, cifras significativas ya que el ejercicio anterior se cerró con 122 tiendas menos.

El Observatorio de Economía Urbana reseñó a 31 de diciembre la pérdida de 366 puestos de trabajo, un 3,6% del total en un sector que emplea a 9.407 personas. El golpe del Covid-19 afectó a casi todas las ramas comerciales. La que más sufrió fue la de alimentación. En la actualidad hay 2.538 establecimientos en marcha.

La hostelería tampoco salió indemne y cerró el curso pasado con 1.436 establecimientos, cuatro menos que en 2019. Es la primera vez en los últimos cinco años que se pierden negocios en este sector.

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