Un paseo por las tripas del nuevo colector de Gros

Mientras la temporada de playas avanza y los bañistas disfrutan de la Zurriola, justo enfrente una docena de operarios trabaja a siete metros bajo tierra en la fase final de la rehabilitación del colector entre Gran Vía y Sagüés. Esta tubería, de tres metros de altura y dos de anchura, trae las aguas residuales de la zona este de la ciudad (Gros, Egia, Intxaurrondo y Ulia) hasta la estación de bombeo de Añarbe, desde donde van hasta la depuradora o el emisario submarino.

La red actual, de un siglo de antigüedad, empezó a hundirse hace cinco años y el Ayuntamiento abordó su renovación integral. El tramo que peor estado presentaba era precisamente este, al ser el más próximo al Cantábrico. «Detectamos una fisura longitudinal en toda la clave, la solera estaba destrozada y entraba agua de mar. Había riesgo de que colapsara y se hundiera, lo que habría contaminado la playa de aguas fecales, además de cortar la carretera. Sería un desastre», explica el concejal de Mantenimiento Urbano, Miguel Ángel Díez, a quien DV acompañó ayer en su visita a las obras.

Había que intervenir y, de las posibles soluciones técnicas, la elegida era «la más eficaz porque se podía mantener el actual colector en servicio», subraya el delegado del PSE. La nueva tubería se construye como un puzzle por dentro de la vieja. Las 95 piezas necesarias para cubrir los 200 metros lineales del tramo tienen forma ovoidal y han sido fabricadas en poliéster con fibra de vidrio por una empresa de Tarragona.

Los bloques pesan 1.600 kilos y se bajan con una grúa a través de un pozo abierto en la plaza de Lapurdi. Desde allí son desplazados a través del antiguo colector con la ayuda de una carretilla eléctrica hasta su posición definitiva, una operación que hay que ejecutar con mimo y cuidado ya que los márgenes son ajustados.

Las piezas se ensamblan y después se rellena con mortero especial el hueco que queda entre ambos colectores para garantizar la estabilidad y estanquidad del nuevo. Este sistema de rehabilitación integral evita la apertura de zanjas en superficie, lo que sin duda habría generado unas afectaciones al tráfico rodado y peatonal que gracias a esta técnica son casi inexistentes. De hecho, al margen del vallado que rodea la plaza de Lapurdi, donde se ubica el cuartel general de la obra, y un pequeño acceso junto a la entrada al parking de Sagüés, no hay otros signos visibles de lo que ocurre en el subsuelo.

«Es como montar un colector nuevo, pero por dentro del viejo», apunta Díez, quien detalla que es la primera vez que se arman piezas de este tipo en España. En Alemania, Polonia y Portugal sí se utilizan, pero de menor tamaño. De hecho, el molde se trajo desde Polonia y se hizo de encargo para esta obra, informan desde la empresa Urbycolan, que ejecuta los trabajos.

La doble junta de las piezas asegura la estanquidad y la superficie por donde circularán las aguas residuales es resistente a la abrasión y a los agentes químicos. La forma ovoidal también tiene su razón de ser: se adapta mejor al hueco del colector existente que la circular, más habitual en el alcantarillado.

Las obras comenzaron en diciembre y estarán terminadas a mediados de julio, un mes más tarde de lo previsto en el cronograma inicial por culpa de las lluvias caídas y los problemas de suministro. El coste total de la actuación ascenderá a 1,6 millones de euros.

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