Vaya por delante que carezco de los conocimientos técnicos para evaluar por qué y en qué grado merecen protección elementos de nuestro patrimonio. Tampoco pertenezco ... a ninguna asociación, ni conozco los entresijos del Peppuc. Soy una ciudadana de a pie que vuelve a llevarse las manos a la cabeza al enterarse de que uno de los rótulos más reconocibles del área romántica de San Sebastián, con permiso del de la maravillosa y cercana librería Donostia, «está fuera de legalidad». Supongo que otras atrocidades colocadas en las fachadas sí las cumplen.
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Se desconoce cuál va a ser el paradero del emblemático rótulo de Transportes Lasarte de la calle Alfonso VIII, una vez que han empezado las obras para reconvertir el local en un supermercado, tal y como indica la lona que tapa el cartel. Al menos se mantendrá la fachada de madera, que se salva de ser pasto de la llamas la noche de San Juan.
Dicen desde el Ayuntamiento que realizarán gestiones con los propietarios para que, si ellos no lo hacen, se pueda guardar este cartel «quizás» en el Museo San Telmo, donde se conserva algún que otro neón señero. Esperemos que así sea y no acabe en un trastero, y menos en el camión de recogida de voluminosos.
Este tipo de rótulos, testigos de tantas historias y vicisitudes, reflejan la identidad y memoria de un barrio, de una calle, del que nunca deberían salir.
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