El alcalde de San Sebastián considera que los agresores de los dos vigilantes del muelle «no pueden salir de rositas»

En una nota, Goia mostró «todo» su «respaldo y solidaridad a estas dos personas que estaban haciendo su trabajo» en una zona frecuentada los fines de semana por juventud que se reúne para hacer botellones. En opinión del alcalde, «es del todo punto inaceptable que dos trabajadores se vean sometidos a este acoso y esta violencia. No hay justificación alguna».

Según el relato de Danut Oprescu, la agresión tuvo lugar poco después de la una de la madrugada, en la parte trasera del edificio conocido como 'el portaviones', cuando los vigilantes observaron a través de las cámaras de seguridad que unos «chavales» que hacían botellón «estaban tirando botellas a los barcos» atracados en el puerto. Los dos guardias salieron entonces de su garita para ordenar a los jóvenes «que se marcharan diciéndoles que, si no lo hacían, llamaríamos a la Ertzaintza».

El grupo hizo caso omiso a estas advertencias, por lo que los guardias se encaminaron hacia su caseta, momento en el que recibieron un botellazo lanzado a sus espaldas. Al momento, siempre según Oprescu, los dos guardas se vieron acorralados por «entre ocho o diez jóvenes y empezaron a pegarnos». Al compañero de Danut, quien prefiere salvaguardar su anonimato, «lo tiraron al suelo y no pararon de darle golpes en todo el cuerpo y patadas en la cabeza hasta que pude ir a ayudarle».

La víctima fue evacuada al hospital para someterse a una exploración. Sufrió múltiples hematomas y heridas en la cara, según ha podido comprobar este periódico a través de una fotografía que no desean hacer pública. «Lo han podido matar», en opinión de Oprescu, que aseguró que agresiones tan violentas no son habituales en la zona, pero sí es «muy habitual» cada fin de semana «recibir insultos y vejaciones, incluso empujones y algún que otro puñetazo».

A raíz de estos hechos, hosteleros de locales ubicados en el muelle aseguraron estar «hartos de las peleas, los botellones y todo lo que eso conlleva», incluida la rotura de mobiliario como mesas, sillas o lunas. Ayer, la asociación de usuarios de la dársena deportiva, Kaiaberri, suscribió «totalmente las quejas de los vecinos y hosteleros. El hartazgo es total, y una vez más pedimos a las autoridades que pongan freno al desmadre en que se ha convertido nuestro querido muelle».

Goia considera que «quien no es capaz de disfrutar del ocio sin delinquir ni respetar a los demás no puede salir de rositas. Robar, causar destrozos o agredir a las personas son delitos, y quien los comete debe asumir su responsabilidad». «Afortunadamente -añadió-, esta agresión se ha saldado con varios detenidos, que esperamos tengan el castigo que se merecen si es que se prueba su responsabilidad en estos lamentables hechos».