Tres puntos, infinidad de derbis
La Real busca hoy en San Mamés recortar distancias al Athletic en la tabla y, más allá de ello, decantar a su favor todos los intangibles del duelo entre eternos rivales
Insiste el tópico del fútbol en aquello de que hay partidos que valen más que tres puntos. Y lo escucharán hoy acerca del derbi. ... Las matemáticas son irrefutables. Si gana el Athletic se marcha a nueve. Si triunfa la Real, se acerca a tres. El horizonte de nubes y claros a un lado y otro de la A8 cambia de manera radical según el resultado. Las aspiraciones de un equipo asentado en Europa en el último lustro, con un compromiso en octavos de la Champions a la vuelta de la esquina, apuntan de manera lógica a los cinco primeros peldaños de la tabla. Y el sueño continental de su rival y vecino está legitimado por un fútbol atrevido y vertical practicado con alegría por una nueva generación. Así que el choque por unos mismos objetivos está en el centro de la disputa de esta tarde.
Pero no. Tampoco en la Catedral se repartirán más de tres puntos. La Real no descabalgará en su carrera por las primeras posiciones y el Athletic no renunciará a sus ambiciones más altas en la jornada 20. Sin embargo, ninguna de las partes podrá negar el poder acelerador de una victoria o el factor losa de una derrota en plena segunda vuelta del campeonato, en ese momento a partir del cual todo empieza a encarecerse.
Se reparten tres puntos pero se juegan infinidad de derbis. El duelo Athletic-Real trasciende de lo deportivo en una tierra en la que el fútbol es lo más importante entre las cosas sin importancia. En la oficina, en la cuadrilla, en la familia... En Pozas, en la Parte Vieja donostiarra y en las sociedades gastronómicas de todo el territorio. En la tribuna, en el palco, en los medios y en las redes sociales... En los archivos de la historia y en la moral de los vestuarios... La multilateralidad es una potente cualidad del derbi que no conviene subestimar.
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Parte la Real con el hándicap ambiental. Mejor asumir antes de saltar al césped la apabullante victoria rojiblanca en la grada. Los decibelios vizcaínos han subido un par de tonos en los emparejamientos con la Real desde la final de Copa de La Cartuja, en un contexto histórico de pleno sorpasso europeo del eterno rival. El empuje de San Mamés garantiza una determinada cantidad de puntos cada temporada al Athletic, y en el caso de los derbis se acentúa para llevar en volandas a sus jugadores. Eso explica en parte que en las dos visitas posteriores al título de Copa los resultados hayan sido tan contundentes: 4-0 en la 21/22 y 2-0 en la 22/23.
Pero para describir el nivel de dificultad, más reveladora que esta serie histórica resulta la racha actual del Athletic. No pierde desde el 22 de octubre, cuando cayó 1-0 contra el Barcelona. Nueve victorias –entre liga y Copa– y tres empates han lanzado a los de Valverde desde entonces. Solo el Real Madrid se ha llevado el triunfo de Bilbao este curso y fue en la primera jornada liguera.
Sin embargo, ni el factor del jugador 12 de San Mamés, ni la eufórica dinámica de su anfitrión, ni siquiera las sensibles bajas de la Real sirven para decantar hacia el lado rojiblanco el favoritismo. El sello de garantía de la plantilla y el staff txuri-urdin viene acreditado, entre otros motivos, por la camaleónica capacidad de adaptación al medio. No estarán ni Traoré, ni Kubo, ni Sadiq –ni André Silva en buenas condiciones–, ni el potencial sustituto de Momo Cho. Pero no faltará una infranqueable columna vertebral formada por Zubeldia y Le Normand en el eje de la zaga, más Zubimendi y Merino en la medular, para solventar los duelos individuales a partir de los cuales se empieza a escribir el guion de un derbi.
Por lo demás, Imanol tiene tantas ausencias como alternativas que piden paso. Un doble signo de interrogación cae sobre los laterales, posición estratégica ante un rival que ataca a su adversario con velocidad por los costados. Brais Méndez apunta a jugar en la tercera altura del centro del campo y arriba, el míster podrá alinear el talento autóctono de Barrenetxea y Oyarzabal junto al brillo emergente de Zakharyan, que se estrena en un derbi. Él jugará uno. Habrá miles.
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