Solo le faltó al gol para salir a hombros
El japonés, que se vuelve a enfrentar al club que lo vio crecer unos años, vuelve a destacar y volver loca a la defensa culé pero esta vez se va sin gol, asistencia ni MVP
Cuando el cuarteto panameño de Comando Tiburón lanzó a la sociedad en 2011 uno de sus canciones más reconocidas y que todavía hoy se ... puede escuchar en algunas discotecas también pensaron en Take Kubo. Ese año no guardan buenos recuerdos en Japón, ya que hubo terremotos y algún tsunami. Se preguntarán a día de hoy qué sería del pequeño Take por aquel entonces. Era bajo de estatura, tenía 10 años y acababa de aterrizar en Barcelona procedente de Kawasaki para incorporarse a la Masía. Al poco tiempo, casi sin conocerle, ya le bautizaban en la ciudad condal como el 'Messi japonés' por su lectura de juego y destrezas con el balón.
Pasó por alevines dejando marcas estratosféricas (74 goles en 30 partidos), pero en infantiles la FIFA descubrió que no iba todo en regla con el de Kawasaki en el conjunto catalán. Habían violado la política de fichajes y lo mandaron de vuelta para su país natal y se marchó como un niño al que le acaban de quitar un goloso caramelo. Cuando cumplió la mayoría de edad le volvieron a llamar, pero para entonces ya no le interesaba su vuelta. Pensó en blanco. Kubo recuerda esa época en Barcelona, pero se puede decir que más bien poco, más aún cuando la nueva vida le sonríe en la Real con previo paso por otros clubes de la liga.
En el choque de este sábado volvió a ser de la partida en el once inicial tras descansar en Copa. Al nipón le motivan todo tipo de partidos, qué decir ante el Barça, el club que le vio crecer al menos unos años. Escorado a la derecha le volvió loco al lateral Balde y probó a Ter Stegen en varias ocasiones. No le tembló el pulso para deshacerse de Gavi en un contraataque o para salvar un esférico sobre la misma línea de fondo que ya daba por perdido la afición. Acabó forzando un saque de esquina, otra muestra más que no se puede desviar la mirada sobre el japonés cuando tiene el balón. Una de las ocasiones más claras en el primer periodo llegó de sus botas, con un centro raso al segundo palo de Barrenetxea que el japonés disparó sin apenas ángulo y se topaba con el meta alemán. Estaba cerca el gol.
Continuó en la segunda mitad, había argumentos para ello. Cada vez que le llegaba el balón a la banda, la defensa culé suspiraba. Se lanzó una y otra vez a por la zaga blaugrana sin miedo y sus cambios de ritmo volvieron a ser determinantes para generar esas últimas jugadas que, sin embargo, no se materializaron.
En ataque fue el único que no fue sustituido (sí lo hicieron Oyarzabal y Barrenetxea), señal de que el técnico le requería para desencadenar el choque. Esta vez no vio puerta pero más cerca estuvo de contabilizar alguna asistencia de gol. El que acabó viendo puerta fue el Barcelona en el último suspiro. Se marchó cabizbajo Kubo, sin gol, asistencia ni trofeo MVP. Eso sí, su pasado blaugrana está prácticamente pisado.
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