La segunda época dorada
Offside ·
La Real está viviendo los mejores años de su historia después de los gloriosos ochentaPasará bastante tiempo hasta que seamos conscientes de los años que estamos viviendo. Sobre todo los más jóvenes, los que en este último decenio solo ... han conocido a una Real campeona que ha peleado de forma recurrente por Europa. Porque uno echa cuentas de las nueve campañas más recientes y no da crédito a lo conseguido: un título de Copa, una clasificación para la Champions, cuatro para la Europa League, dos novenos puestos... Solo en 2016 y 2018 no se acabó entre los diez primeros y el suelo fue la duodécima posición cuando hace apenas once años celebrábamos el regreso a Primera. Más el ascenso del Sanse. Un éxito sin precedentes que no tiene parangón en la Liga por cómo se ha conseguido.
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La catarsis se produjo en el trienio negro (2007-2010) en el infierno. Ahí se pusieron las bases para un futuro que nadie esperaba tan prometedor. La apuesta por la cantera fue y sigue siendo el pilar fundamental. Lo que en su momento se vio como la única vía para escapar del estado de ruina que amenazaba al club, una década más tarde se ha convertido elemento identitario de una Real que es reconocida por su labor con la base regresando a lo que fue su esencia histórica que alcanzó su cénit con los títulos de los ochenta.
Los Xabi Prieto, Zurutuza, Carlos Martínez, Agirretxe, Mikel González, Ansotegi, Illarramendi, Markel, Griezmann, Iñigo y compañía fueron determinantes en la vuelta y la consolidación en la élite. Tan bien lo hicieron que en apenas tres años estábamos escuchando el himno de la Champions en Old Trafford. Zubieta más Bravo y Vela habían obrado el milagro. Pero apenas se había iniciado el camino.
El camino a la consolidación
Dicen que lo difícil no es llegar sino mantenerse y así fue. Porque escaladas tan rápidas suelen acarrear descensos más meteóricos si no se consolidan. Ese fue el reto a partir de 2014 con la salida de los Illarramendi, Griezmann y Bravo. Mantener al equipo en la primera mitad de la tabla mirando a los puestos de arriba.
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Si para volver a Primera la receta había sido la confianza en una buena hornada de jugadores que en 2006 ya había estado a punto de ascender con el Sanse a Segunda, para consolidarse entre los aspirantes a Europa se necesitó mucho más. Crear una cultura de juego atractiva que había dado sus primeros pasos con Montanier y profundizar en la metodología en Zubieta para que los chavales pudiesen responder a las exigencias del fútbol moderno. Dos vasos comunicantes que debían retroalimentarse para que el proyecto tuviera éxito. Porque cuando se fue el francés dijo que la vaca no daba para más...
Una Copa, cinco billetes europeos en nueve años, el ascenso del Sanse... La Real no para de crecer
La llegada de Eusebio consolidó esa idea y desde abajo comenzó a llegar la generación de los 'millennials' con los Odriozola, Oyarzabal, Zubeldia, Le Normand, Guevara, Barrenetxea, Gorosabel, Zubimendi... Por citar a algunos de los que se han consolidado. Esas dos apuestas -el buen juego más la cantera- con el acierto en las contratación al anteponer la calidad a la cantidad, devolvió a la Real al primer plano en 2017 con un curso en el que durante meses practicó el mejor fútbol y llegó a soñar con ir a Champions.
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Pero seguía faltando lo más difícil: dar el último paso hasta consolidarse como un aspirante recurrente a optar a cosas grandes. La reforma de Anoeta dio el brillo externo que le faltaba al club para hacerlo más atractivo y ser un reclamo de futbolistas. Hasta entonces se identificaba a la Real por su buen fútbol y su filosofía con la base. Pero le faltaba una casa acogedora.
Olabe pone la guinda
El círculo se completó en 2018 con la llegada de Olabe y la aparición de Imanol en el primer equipo. Si Loren fue el artífice en lo deportivo de sacar al club de Segunda y ponerlo mirando a Europa, sería imposible entender el presente sin el director de fútbol y el técnico oriotarra. Olabe aportó la visión y el conocimiento de un hombre viajado por medio mundo con amplia experiencia en el fútbol de formación que aportó nuevas ideas a todo lo bueno que se hacía en Zubieta. Cuando llegó habló de hacer un equipo fiable para ser campeones. Hoy es una realidad. Apenas ha necesitado tres años para conseguirlo.
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Imanol es la viva imagen de la ambición y la exigencia. Ha metido por dos años seguidos a la Real en Europa y el tercero se le escapó en la última jornada en Cornellá. Ha sido cocinero antes que fraile, conoce como nadie la casa y exterioriza ese sentimiento que los guipuzcoanos somos reacios a mostrar en público. Solo Ormaetxea mejora sus números como entrenador y eso significa que ya ha hecho historia.
El proyecto recibió el último empujón con la llegada de Xabi Alonso al Sanse para sacar brillo a la última milla del proceso de formación del jugador: su llegada al profesionalismo. Que el sábado se viviera una jornada histórica, así como el 3 de abril en Sevilla, no es casualidad. Nada lo ha sido en estos doce últimos años desde que Aperribay y su Consejo apareció por la puerta del Velódromo.
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