La victoria más amarga
Una Real que juega 65 minutos ante nueve y llevaba dos goles de ventaja acaba sufriendo hasta el final para asegurar un triunfo que le permite irse al parón en zona de Champions
Si el jueves pasado ante el Manchester United la Real sufrió la derrota más dulce, este miércoles en el Pizjuán ha saboreado la victoria más ... amarga, hasta tal punto que tras el pitido final parecía que había perdido el partido por los gestos de sus jugadores, que se miraban unos a otros intentando saber qué había pasado para acabar pidiendo la hora ante un rival con nueve durante... ¡65 minutos! Que hoy en día las prolongaciones también hay que contarlas.
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El choque estuvo condicionado por las expulsiones de Rakitic y Nianzou en apenas seis minutos, aunque para cuando se produjo la primera la Real ya mandaba en el marcador. Pero después lo vio tan fácil que no supo qué hacer y jugó bloqueada durante más de una hora viendo como un conjunto hispalense en horas bajas, incluso, le recortaba distancias con dos hombres menos. El fantasma de la Liga perdida en este mismo campo ante nueve en 1980 sobrevoló de nuevo en los minutos finales con ese cabezazo de En-Nesyri rozando el poste y varias acciones a balón parado que, al menos, sí se defendieron bien.
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Pasado semejante sofoco, lo que quedan son los tres puntos y que se va al parón en zona de Champions después de sumar 26 en 14 jornadas, un auténtico logro con todas las adversidades con las que ha tenido que lidiar en estos tres primeros meses de competición. Cuando se retome la Liga en Nochevieja hombres como Oyarzabal, Cho y Barrenetxea serán de la partida y la cosa tendrá otra pinta.
Golazo de Sorloth. El encuentro arrancó con un Sevilla entregado en una presión adelantada y una Real que trataba de buscar a sus interiores por dentro para superar ese acoso en campo propio. Sampaoli mutó su habitual esquema a un 1-4-3-3, con Óliver, Gudelj y Rakitic en el centro del campo, Rafa Mir escorado en la derecha, Lamela en la izquierda e Isco como falso nueve. De esa manera compensaba por dentro el fútbol de una Real con Zubimendi, Merino, Brais y Silva y generaba dudas a los centrales blanquiazules al dejarles sin una referencia clara en la marca.
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La Real vio el partido ganado con 0-2 y contra nueve y no supo cómo sentenciarlo para evitar sufrir hasta el final
La ausencia de laterales desequilibrantes y hombres con desborde en el mano a mano le impidió combatir el repliegue intenso del rival
Pero el cuadro de Imanol ganaba el duelo entre Merino y Óliver Torres, y de eso se percató Zubimendi para filtrarle un buen balón a los veinte minutos. El navarro, que antes ya había puesto a prueba a Bono con un disparo lleno de intención, lanzó al espacio a Sorloth que definió de vaselina ante la salida de Bono. Un golazo que culminó una brillante acción colectiva en la que también participó Silva para descargar de espaldas a Zubimendi.
El Sevilla reaccionó en un despiste atrás de la Real que aprovechó Lamela para asistir a Isco dentro del área, pero Remiro evitó el gol en una gran estirada para desviar el balón a córner. Una intervención que fue determinante en el discurrir del partido porque evitó que el Sevilla igualara el marcador once contra once.
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0-2 contra nueve. Poco después llegaron las expulsiones de Rakitic y Nianzou por sendas entradas constitutivas de juego brusco grave sobre Brais que, a instancias del VAR, Del Cerro Grande castigó con roja. Es curioso, como sucedió el domingo con Aritz ante el Valencia, que el árbitro en directo solo mostrase amarilla y le tuviesen que corregir cuando estaba encima de la jugada. Eso sí, estas dos rojas fueron más claras que el pisotón del realista.
El caso es que a la Real se le ponía todo a favor para cerrar el partido por la vía rápida, sobre todo cuando Brais hizo el 0-2 tras la sexta asistencia de Merino en la Liga. El gallego definió con sutileza con la derecha para alojar el balón lejos del alcance de Bono.
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Ejercicio de impotencia. Pero ahí, con todo de cara, les temblaron las piernas a los blanquiazules que se dejaron llevar por el miedo escénico a ganar. Un centro de Telles fue cabeceado por Rafa Mir a la red tras anticiparse a Pacheco y el Pizjuán no se creía lo que estaba viendo. ¡Había partido!
En la segunda parte Sampaoli reajustó sus piezas y las dispuso en 1-5-3-0 en un repliegue intensivo tratando de aprovechar la salida por las bandas de Navas y Telles. Y casi le sale bien porque un centro del brasileño fue el que generó la ocasión tan clara de En-Nesyri al final.
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Imanol sacó a Guevara por el lesionado Zubimendi y dio entrada a Zubeldia de lateral por un Merino amonestado. De esa forma dispuso a los suyos en 1-4-3-3 con Sola y Kubo de extremos y Silva y Brais de enganches. Pero el guion del partido era un caramelo envenenado para una Real que no dispone de ninguna de las dos herramientas para meter mano a un rival replegado y en inferioridad: laterales con desborde y jugadores desequilibrantes en el mano a mano. Por eso su juego fue plano hasta el final.
Kubo, qué bueno que volviste. De hecho, el japonés fue el único que pudo encontrar espacios para hacer el tercero, casi siempre bien asistido con cambios de orientación de Le Normand para facilitarle acciones de uno contra uno. Un disparo que salió bloqueado a córner, una jugada con asistencia a Silva que salvó Bono, otro remate que repelió el meta marroquí, uno más rozando el poste... El problema es que solo había un jugador con desborde para amenazar y el Sevilla controlaba bien al resto simplemente basculando de un lado a otro.
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A falta de diez minutos los locales, que ya habían hecho una proeza, trataron de estirarse en busca del gol pero el que lo tuvo fue Pablo Marín que no acertó a marcar solo ante Bono. Así se consumó la victoria más amarga.
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