Real Sociedad: las preguntas correctas

A veces nos creemos el ombligo del mundo y luego nos falta tiempo para rasgarnos las vestiduras. La Real Sociedad ha participado doce veces en la Europa League, contando sus apariciones en la Copa de la UEFA y la Recopa, competiciones que se fusionaron en el formato actual en 2009, y lo más lejos que ha llegado ha sido a cuartos en 1989, cuando cayó a penaltis ante el Stuttgart. Tres veces fue eliminada en octavos, cuatro en dieciseisavos, tres en treintaidosavos y otra se fue a casa en la previa. Salvo Manchester, Atlético, Inter y Liverpool, con recorrido europeo, la lista de verdugos la completan el Banik Ostrava, Lokeren, Dinamo Minsk, Partizán, Guimaraes, Krasnodar y Salzburgo. De ahí venimos.

Por alguna razón que se me escapa, esta vez íbamos a ganar a un conjunto con tres Champions, dos Recopas, un Mundial de clubes y veinte ligas inglesas que multiplica por cinco nuestro presupuesto. Repito que nadie esperaba un partido así, ni los propios jugadores, pero medir la trayectoria de la Real desde la perspectiva de un gigante como el Manchester me parece distorsionar la realidad.

El United está entre los ocho mejores de Europa pero fue eliminado de la Champions por un exceso de confianza en su visita al Basaksehir después de haber ganado en casa del PSG y goleado 5-0 al RB Leipzig. No deja de ser curioso tener enfrente en dieciseisavos de Europa League a los 'red devils' cuando en octavos de Champions, una ronda más avanzada y en el máximo torneo continental, están el Moenchengladbach, Lazio o Atalanta.

A la salida del Juventus Stadium el héroe de la noche era el Granada. «2-0 le ha metido al Nápoles. Ésos sí que compiten. Y nosotros celebrando el empate en San Paolo», me decía un compañero. No le faltaba razón. Pero el fondo de la cuestión radica en aceptarnos cómo somos y trazar nuestro propio camino desde la responsabilidad. Y la Real lo está haciendo muy bien. Lleva 17 meses en puestos europeos en la Liga y tiene una final de Copa por disputar. Por recordarlo...

Para fichar a los Rui Silva, Foulquier, Duarte, Gonalons, Yangel Herrera, Machis, Montoro, Kenedy, Molina y compañía –que tiene mucho mérito el equipo que ha reunido el Granada– no necesitas tener siete campos en Zubieta ni trabajar la base desde alevines. Cierras la barraca y con esa pasta te lanzas como un loco al mercado a por lo que pilles. Futbolistas de edad madurita y bien curtidos, eso sí, que estoy cansado de blandengues que no meten el pie. A ser posible, varios uruguayos que muerdan y sepan competir.

El problema es que no he conocido club, a excepción del Sevilla, que haya tenido un crecimiento sostenido en el tiempo desde el talonario. Deportivo, Zaragoza, Mallorca, Espanyol y Málaga, entre otros, ganaron títulos este siglo y/o jugaron Champions. Y ahí están. En Primera el Valencia tampoco lo está pasando mucho mejor asfixiado por la deuda. Todos ellos eran ejemplos a seguir cuando levantaban trofeos y les veíamos por la televisión, ¿o no es así? Ahora toca el Granada...

El camino elegido por la Real se basa en la formación, el desarrollo del juego y la incorporación de jóvenes con futuro. Esa receta es la que le ha traído hasta aquí con apenas 100 millones de ingresos. Y no salió goleada contra el United por un problema de estilo de juego, sino porque el rival es mucho mejor y está en otra dimensión.

Sus referencias para medir su crecimiento son el Valencia, Athletic, Betis o Villarreal, con más recursos económicos pero que no superan los 200 millones de presupuesto. Porque Sevilla, Atlético, Barcelona y Real Madrid juegan otra liga, por mucho que la crisis haya igualado las fuerzas a la baja.

La única conclusión que he escuchado de lo sucedido en Turín es que tenemos los peores centrales del mundo. Hasta Le Normand perdía metros en su carrera con James en el cuarto gol en el minuto 89. Así que hacemos como con Zubieta, todos a casa y al mercado. Que seguro que nos va mucho mejor. Siempre es más fácil comprar que producir. Eso sí, hace tres años contra el Salzburgo jugaron Llorente, Navas y Héctor Moreno y nos hicieron cuatro. Aún recuerdo las carreras de Hwang Hee-Chan en Anoeta y aquel día tampoco acabamos nada contentos.

Creo que la mayor crítica que se puede hacer de la defensa en Turín es que fue incapaz de superar con balón la presión adelantada del Manchester. Porque ahí sí pone el foco el club en tener futbolistas con buen pie en iniciación y la mayoría de los contragolpes de la primera parte vinieron porque no conectaron con las líneas posteriores. Por falta de valentía y de precisión en el pase.

Esta vez, además, no servía el plan B, jugar en largo hacia Merino o Isak, porque McTominay y tanto Bailly como Maguire se los comían por arriba. Por eso era más necesario que nunca la destreza técnica en la salida de balón y no se vio nada.

En la fase defensiva, la primera presión arriba no hizo ni cosquillas y dejó vendido al centro del campo. Las espaldas de Silva y Merino fueron dos autopistas para que se colaran McTominay y Rashford por los pasillos interiores y a Illarramendi le faltaron mangueras para apagar tanto incendio. Atrás los centrales quedaron expuestos y menos mal que Remiro salvó cuatro o cinco goles, que si no hoy con siete en la cesta lo habíamos jubilado.

Decía el teólogo Basílides que en este mundo hay que aprender a observar primero y hacer las preguntas adecuadas después. Que quien yerra en cualquiera de estos dos puntos está condenado al sufrimiento. No le faltaba razón...