De pronto, el billete para ir a Europa se ha encarecido muchísimo. Ha sido casi sin darnos cuenta. Y no es que como otros años ... nos tengamos que ir hasta los 65 puntos para acabar entre los seis primeros. No. El problema esta temporada es que, al igual que en la anterior campaña, la Real Sociedad llega con el depósito en reserva y las fuerzas justas para pelear contra Betis y Villarreal, dos toros de gran envergadura que se mueven en otra liga -a nivel económico-.
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El tremendo desgaste físico y emocional que ha supuesto todo lo relacionado con la final de Copa, además, ha generado una factura terrible para un equipo golpeadísimo por las lesiones. El domingo, sin ir más lejos, se presentó en Valencia con la ausencia de 10 jugadores del primer equipo. Ni cinco, ni seis, ni siete bajas. Diez. Y qué ausencias...
Con el Villarreal centrado en alcanzar las semifinales de la UEFA Europa League por primera vez en su historia, es el conjunto andaluz el que más temor infunde en la familia realista. Por la calidad de sus hombres y porque llegan a esta recta final de Liga mucho más frescos. Por si todo esto fuera poco, al club blanquiazul le toca enfrentarse también a los elementos que rodean este circo llamado fútbol. Los arbitrajes de la final de La Cartuja y el del domingo en Mestalla ponen sobre aviso a Imanol y a todos sus jugadores. Estamos solos, contra todo y contra todos. Como siempre, vamos.
Y seguimos para bingo, porque el último drama de la enfermería blanquiazul lleva el nombre de Mikel Merino, el ancla del equipo y uno de los líderes del vestuario. Sin el faro navarro, sin el mago David Silva, sin el timón Asier Illarramendi... y con algunas otras piezas del puzzle que debe completar Imanol entre algodones y jugando infiltrados. ¿Así se puede afrontar una empresa tan complicada? La respuesta se conocerá el 26 de mayo, cuando concluya la Liga. Con la Copa ya en las vitrinas, si con un equipo tan justo de fuerzas consiguen un billete para volver a la Europa League, habrá que ir pensando en hacerle un busto a Imanol Alguacil. Eso sí, costará sangre, sudor y lágrimas.
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