Un pasito más cerca de Europa

Es cierto que no fue un partido brillante por parte del cuadro txuri-urdin pero los números reflejan que solo hubo un equipo sobre el campo frente a un Espanyol que dio una paupérrima imagen. Vino a poner al autobús y el 1-0 es el justo premio a sus merecimientos. Los de Imanol dieron el triple de pases que su rival y generaron seis ocasiones claras para marcar, más la del gol, mientras que Remiro fue un espectador más durante toda la noche. El empate no habría sido justo y, por una vez, el fútbol devolvió algo de lo que mucho que le ha quitado esta temporada. Por un momento la sombra de lo sucedido con Mateu Lahoz en Cornellà sobrevoló Anoeta, por lo que el gol de Isak sobre la bocina sonó a justicia poética.

El técnico blanquiazul no pudo presentar una alineación más ofensiva, ya que formó de inicio con Portu, Sorloth e Isak juntos en la línea delantera y con Rafinha y Silva en las dos alturas más adelantadas del centro del campo. Quizás fue motivado por las circunstancias, ya que eran bajas Oyarzabal por lesión y Januzaj, por sanción, y Merino se quedó en el banquillo de entrada al estar dolorido del pie. El navarro lleva varias semanas sin entrenarse con los compañeros y el oriotarra decidió que no estaba en condiciones de salir desde el comienzo.

En ese contexto apostó por reunir a sus mejores hombres y mandarles a la batalla sin reparar en otras consideraciones. No era día para andar con medias tintas con lo que había en juego.

Con Remiro bajo palos, en los laterales colocó a sus dos hombres más ofensivos, casos de Gorosabel y Rico, que venía de hacer un buen partido en el Pizjuán y lo confirmó con otro anoche. Junto al intocable Le Normand situó esta vez a Zubeldia para favorecer la salida del balón por el flanco derecho. Zubimendi fue el referente en la zona ancha, donde le tocó realizar un gran trabajo de equilibrio con tanto futbolista de corte ofensivo por delante. Estuvo notable de nuevo.

Sin embargo, el arranque del encuentro demostró que la cosa no iba a ser fácil, ya que no por jugar con más delanteros llegas con más claridad al remate. Y eso se confirmó desde el primer minuto. El Espanyol se parapetó demasiado atrás en un repliegue en 1-4-4-2 en un tercio de campo a la espera de robar y contragolpear con Puado echado a una banda, Loren de sujetador y Darder como cerebro de las operaciones, aunque fue más una intención que una realidad.

La Real tenía que estar atenta a las vigilancias, con Zubeldia y Zubimendi muy activos, y además combatir esa posición tan retrasada del adversario que le iba fatal. Porque en vez de tener a un hombre habilidoso en espacios cortos como Januzaj o demoledor llegando desde segunda línea como Oyarzabal, contaba en las esquinas con dos exploradores de espacios que, en ausencia de ellos, se ahogaban ante una maraña de adversarios. Mientras al rival le aguantara el físico no había nada que hacer, porque estaban en inferioridad numérica ante la basculación contraria y mal posicionados para encarar.

Si acaso Isak dispuso de varias acciones para poder sembrar incertidumbre contra Óscar Gil pero le faltaba confianza en el uno contra uno. Arriba Sorloth peleaba siempre contra Calero y Cabrera, que no le dejaban moverse ni un metro.

Así las cosas, las acciones de estrategia se convirtieron en el principal recurso del primer acto para generar peligro ante la portería contraria. Zubimendi pudo marcar tras un balón suelto en una falta colgada por Silva pero Oier Olazabal respondió con rapidez para desviar a córner. Un córner del canario lo cabeceó alto Le Normand y una nueva falta lateral que colgó al segundo palo lo remató de cabeza forzado Isak para que Olazabal volviese a intervenir. No era mucho pero al menos valía para meter al Espanyol atrás.

Ya que en posicional costaba un mundo llegar, un balón robado por Rico a Óscar Gil en campo contrario se convirtió en oro con el pase atrás buscando a Silva, pero su duro disparo supo desviarlo de nuevo Olazabal bien colocado bajo palos. Las dos únicas llegadas del Espanyol fueron en sendas faltas laterales colgadas por Embarba desde la derecha que cabecearon fuera por poco Cabrera y Puado.

En la segunda parte el guion fue muy parecido, aunque como el cansancio dejaba más espacios entre las líneas, Isak pudo aprovecharlo para coger la moto en la banda izquierda y atacar una y otra vez al lateral derecho. Vicente Moreno no logró taponar la hemorragia ni metiendo a Aleix Vidal por Gil.

El sueco ya fue protagonista en la jugada del gol anulado tras rebañar en la línea de fondo un centro pasado y combinar con Silva para que éste centrase a Sorloth, que en una acción de nueve alojó el balón a la red. Cabrera simuló una caída ante el noruego y Jaime Latre, a instancias del VAR, completó el despropósito de anular un tanto legal.

La Real, enrabietada, puso cerco a la portería de Olazabal. La entrada de Djouahra dio protagonismo también a la banda derecha, aunque Isak seguía siendo el referente. Tras una pared con el chaval del Sanse, disparó fuerte abajo para que se cruzara Calero. También Rico remató rozando el larguero y puso un buen centro para el cabezazo en plancha de Rafinha. El propio Djouahra, muy activo, buscó la escuadra con un disparo intencionado.

Con Merino aportando minutos de calidad llegó la jugada clave, en una acción en la que fue derribado dentro del área. Isak, en ausencia de los lanzadores de penaltis, asumió la responsabilidad y no falló.