Golazo anulado. Isak supera de vaselina a Diego López ante Cabrera después de que Mateu Lahoz validara la jugada antes de echarse atrás. AFP
Real Sociedad

Llueve sobre mojado

La Real se ha sentido perjudicada con cuatro decisiones polémicas en mes y medio contra Mallorca, Atlético, Valencia y Espanyol

Miguel González

San Sebastián

Martes, 30 de noviembre 2021, 06:58

El actuación de Mateu Lahoz en el RCDE Stadium ha sido la gota que ha colmado el vaso. La indignación en la Real es ... grande por los últimos arbitrajes, aunque de puertas hacia fuera se han mantenido las formas en previsión de que unas manifestaciones contrarias a los colegiados pudieran encima perjudicarle en un futuro. Sobre todo con el partido del Real Madrid a la vuelta de la esquina. Por eso Imanol se ha mordido la lengua y ha guardado las formas en sus comparecencias públicas, mientras que nadie de más arriba se ha pronunciado al respecto.

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Expulsión de Aihen. La primera decisión controvertida fue la de González Fuertes en la visita del Mallorca al Reale Arena el 16 de octubre. El asturiano está acostumbrado a liarla cada vez que se cruza en el camino de los blanquiazules y la pitada que le dedicó el estadio al descanso fue de las históricas.

En el minuto 12 el árbitro le enseñó la primera tarjeta al de Etxauri al ir a perseguir a campo contrario a Kang-In Lee y derribarle por detrás. Nada que objetar. Pero en un partido de guante blanco y con bastantes más faltas del Mallorca que de la Real, que hizo 21 frente a las 11 de los txuri-urdin, en la última jugada de la primera parte le enseñó la segunda amonestación por una supuesta falta en el centro del campo en la que se observa por televisión que no toca al rival, Ruiz de Galarreta, que se deja caer después de dar varios pasos cuando ve que el balón se le va largo y lo gana Guevara. Pero como sí existe la entrada y el reglamento habla de «dar o intentar dar una patada» lo envió a la calle antes del descanso.

El cuadro de Imanol se sobrepuso a esa decisión, aguantó toda la segunda mitad con un jugador menos y en el descuento Lobete desató la locura con su gol. La primera decisión controvertida se salvó sin coste de puntos.

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Error en el protocolo del VAR. El 24 de octubre la Real sorprendió al Atlético en el Wanda hasta el punto de ir ganando por 0-2 al inicio de la segunda parte. Cuando quedaban quince minutos y los de Simeone habían recortado distancias, llegó la jugada polémica. Carrasco puso un centro al área desde la izquierda y Suárez se dejó caer dentro del área ante la presión de un Merino que le acosa para impedir un remate claro.

Munuera Montero, uno de los mejores árbitros de Primera División, estaba encima de la jugada y con buen criterio dejó seguir el juego porque no vio nada punible en la acción. Pero Hernández Hernández le llamó desde el VAR varias veces para que fuera a revisar la jugada al monitor hasta que sembró la duda en el colegiado. Con las imágenes congeladas se podía apreciar que había infracción y penalti, que fue lo que terminó decretando.

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Lo grave en aquella jugada fue que el VAR maniobró en contra del protocolo establecido esta temporada para ese tipo de jugadas y Merino, en las declaraciones tras el partido, fue quien mejor resumió los hechos: «No voy a mentir. Le toco un poco. La intensidad es bajísima, él ya ha golpeado el balón... No me parece suficientemente claro para que el VAR le llame. Las situaciones en las que el VAR interviene son muy claras. No hay intensidad ni hay nada para que Luis Suárez caiga de esa manera».

El protocolo del VAR en este sentido es claro, ya que indica que «puede asistir al árbitro únicamente en caso de que se produzca un error claro, obvio y manifiesto». Además añade que «en los chequeos se utilizará la velocidad normal para comprobar la intensidad de una infracción. Si el chequeo no indica un error claro, obvio y manifiesto no es necesario que el VAR se comunique con el árbitro».

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Velasco Carballo, hasta hace unas semanas presidente del Comité Técnico de Árbitros, había aclarado unos meses antes que en las directrices dadas a los árbitros se dijo que «hay que intentar que señalen menos penaltis por contactos ligeros». Aquí por lo tanto sucedió un error grave en la interpretación del protocolo del VAR, porque la acción de Merino no tiene la intensidad suficiente para que sea considerada penalti y todo se debe al engaño de Luis Suárez al fingir un daño en la entrada que realmente no se produjo.

Sin ese grave error la Real tendría hoy 31 puntos en la clasificación y el Atlético 28, cuando ahora mismo los dos están empatados a 29.

Melero beneficia al infractor. La semana pasada el colegiado andaluz, con el que siempre tiene muy mala suerte la Real en sus arbitrajes, llegó a desquiciarle. De salida impuso un listón alto en la aplicación de las faltas que favoreció a un equipo agresivo como el Valencia de Bordalás que tuvo licencia para agarrar, empujar y cometer todo tipo de faltas sin que fueran señaladas la mayoría de ellas.

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En el minuto 76 llegó la acción clave. Aritz arrancó con el balón una conducción para enfilar campo contrario y Wass, por detrás, le dio un empujón sin opción a jugar el balón y un pequeño rodillazo en el muslo para asegurarse de que lo derribaba. Fruto de la impotencia el beasaindarra dejó los tacos mientras caía al suelo y el jugador del Valencia se revolcó con gestos de dolor sobre el césped. El caso es que Melero optó por expulsarle con roja directa –le han caído dos partidos porque después chutó un balón al retirarse a vestuarios– mientras que el infractor y simulador de un daño que no tenía se fue de rositas.

Contando con los minutos de prolongación, la Real tuvo que jugar una veintena con un hombre menos, lo que redujo sus opciones de lanzarse a por el triunfo a pesar de que disfrutó de tres buenas situaciones de gol para haber marcado en el descuento.

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Capítulo aparte merece su redacción del acta, que tardó un día en escribirla. En ella hablaba de que fue expulsado por «tras ser objeto de falta por parte de un adversario, darle una patada con uso de fuerza excesiva desde el suelo», algo que no se corresponde con la realidad porque sí es verdad que levanta los pies pero no logra alcanzarle y menos con una fuerza excesiva. Luego tuvo buena vista para añadir que «tras ser expulsado y de camino a vestuarios, dio un balonazo hacia la zona de vestuarios en señal de disconformidad», con lo que logró su objetivo de que le cayera más de un partido.

Mateu, la gravedad de rearbitrar una jugada sin elementos nuevos

Lo sucedido en Cornellà el domingo es el mayor atropello en décadas por lo que supone rearbitrar una jugada después de tomar una decisión en sentido contrario sin que haya ningún elemento nuevo para cambiar de opinión. Porque el VAR no intervino, ya que Martínez Munuera no le llamó en ningún momento y todo lo que le dijo es que el gol le parecía legal. ¿Entonces por qué se echó atrás en su decisión?

Mateu interpreta que cuando le golpea el balón en el pase de Guevara a Januzaj no mejora la jugada y la deja seguir. Así lo hace saber a los jugadores. Después Januzaj e Isak trenzan un jugadón y cuando ve que acaba en gol señala bote neutral. Un error técnico muy grave, ya que las decisiones no se pueden rearbitrar una vez que han sido tomadas.

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