uKubo controla un balón con la zurda para arrancar una de sus internadas desde la derecha hacia dentro. F. De la Hera
El seguimiento a Take Kubo

Y Arquímedes gritó: «¡Eureka!»

El delantero nipón se erigió en el descubrimiento de la noche cuando el partido parecía destinado a la oscuridad

Gaizka Lasa

San Sebastián

Viernes, 29 de noviembre 2024, 01:00

La expresión se utiliza para celebrar un descubrimiento, hallazgo o consecución que se busca con afán. «¡Eureka!». Fue lo que debió gritar Imanol cuando ... aplaudía en la penúltima jugada del primer periodo, esa en la que Oyarzabal elige la pierna buena para hacer el remate malo. Ni siquiera la ocasión perdida deslucía la buena nueva. ¡Por fin una carrera al espacio! Kubo hizo de Arquímedes y lanzó a Becker. Él lo encontró. Metió un balón en profundidad para romper un puzzle estático de jugadores. Ni siquiera el de Surinam parecía esperar el pase, pero ante la provocación de una pelota rodando hacia línea de fondo tuvo que acelerar y... ¡Eureka! ¡Desborde! ¡Una ocasión! ¡Un centro al corazón del área para encontrar rematador! Aquella acción cambió el signo del partido, por mucho que hubiera un descanso de por medio.

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En la reanudación, el delantero nipón decidió erigirse él mismo en el hallazgo. Y lo consiguió. Tras varias irrupciones, la fe y la actitud hizo que en el minuto 58 volviera a entonar el lema. «¡Eureka!». Robo alto por una buena presión y la portería rival de repente enfrente. Tras el habitual regate a la izquierda para cargar su zurda, no acertó a marcar. Pero ahí quedaba el primero de los dos descubrimientos en el mismo minuto, porque en la siguiente acción fue a toparse con el cuero a la otra banda, cambió de ritmo hasta línea de fondo y... tampoco hubo gol, pero andaba cerca. Se olía.

  • Su mapa de calor Se ofreció sobre todo pegado a la banda derecha para partir desde allí hacia dentro la mayoría de las ocasiones, aunque también desbordó por fuera.

El premio del gol

Y lo volvió a buscar el Arquímedes txuri-urdin de ayer. Inició jugada desde la línea del lateral, muy cerca del banquillo de Imanol, observó que Aramburu avanzaba con el balón y, otra vez, en esa banda derecha salió corriendo, como si se encontrara en las calles de Siracusa, para gritar al venezolano y al Reale Arena entero que allí había otro descubrimiento. «¡Eureka!». Lo captó el lateral y le filtró el balón al área para que se internara hasta la misma portería y sirviera al segundo palo para el tanto de Barrenetxea.

Los datos

  • Toques 52

  • Gol / Asistencia 1 / 1

  • Pases precisos 84%

  • Balones perdidos 14

Pero el nipón perseguía su propia proclama. Quería su gol. Su «Eureka». Así que en uno de los balones que le cayó en campo contrario, lo vio claro. Y pronunció la palabra mágica. «¡Aquí está!». Su conducción clásica partiendo del flanco derecho hacia dentro terminó entre una maraña de defensores rivales y un disparo desconcertante para el guardameta terminó con el cuero en el fondo de las redes.

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Después de muchos minutos de oscuridad, llegó el gran descubrimiento. Ese invento que cambia el estado de las cosas. Se llama Take Kubo.

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